* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—Yo termino de hacer eso —le indico a Lisa—. Ya son las cinco; ve a casa —le pido al acercarme a ella para terminar de ordenar algunos utensilios.—Es parte de mi trabajo —contesta al negarse ir y continuar haciendo su tarea.—Ve a casa; no te preocupes. Yo termino de hacer eso.—¿Estás seguro? —pregunta dudosa.—Sí, no te preocupes —le sonrío al tiempo en que le quito unos platos—. Ve a ver a tu tía —añado; y ella exhala lentamente; y, después, me devuelve la sonrisa.—Muchísimas gracias —responde mientras se quita el delantal—. Eres un buen hombre.—No es nada —contesto a la vez que sigo avanzando con guardar los utensilios.—Prometo que mañana me quedaré más tiempo —señala cuando toma sus cosas.—No tienes que hacer eso. Tu hora de trabajo ya terminó.—Igual que la tuya —menciona seria al acercarse a mí—. Y tú eres el supervisor —aclara al presionar su dedo índice contra mi pecho.—Ve a casa —es lo único que le digo a la joven mu
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Creo que deberías ir a comprar esas semillas —le insisto mientras seguimos esperando a algún taxi, pero él solo sigue sonriendo.—Las compraré mañana —menciona con tranquilidad—. Ángeles entendió.—Pero yo no —refuto al mirarlo de frente—. No tienes por qué cambiar tus planes solo para acompañarme…—Austral…—Te acompañaré a comprarlas —le demando seria—. Podríamos ir a comprarlas y después, podría llamar a George cuando haya terminado de llevar a Pete… —me detengo a pensar en la mentira de mi amigo— a la reunión con los coreanos esos…«Que ni siquiera existen», completo en mi mente.Mientras tanto, él solo sigue mirándome y, luego de unos segundos, sonríe de forma divertida.—¿Te estás riendo de mí? —pregunto un tanto sorprendida y al entrecerrar un poco mis ojos; y aquello provoca que el tipo sonría mucho más—. Un momento… ¿En serio te estás burlando de mí? —vuelvo a preguntar, pero, esta vez, de forma curiosa al ver que alguien
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Austral, ¿estás bien? —me pregunta (con suma preocupación) mi acompañante.—Sí… —siseo y… sonrío—, sí; sí… estoy bien —le digo emocionada por haber revivido uno de los momentos más especiales que tuve con mi abuelo.—Austral —me nombra al acortar la distancia y llevar una mano hacia mi mejilla— ¿por qué lloras?—Vamos —le digo de repente…—¿Qué?—Vamos —le repito—. Quiero ir a ese subterráneo —le aclaro al verlo a sus ojos—. La reunión puede esperar —le digo firme.—¿Estás segura? —cuestiona dudoso—Quiero ir —respondo tajante; y él sonríe.—Entonces será como tú digas —sentencia a la vez que termina de limpiar cualquier rastro de lágrima alguna—. ¿Estás segura que estás bien?—Sí, lo estoy —contesto con seguridad—. Vamos a ese subterráneo —le pido y le sonrío, acto al que me veo correspondida de la misma manera.—Está bien —menciona al suspirar profundo—. Bueno, vamos —me dice al extender su mano hacia a mí.—Vamos —es lo único q
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * *—Así que pasaste buena noche con tu jefa, eh —me habla Margaret, de forma sugerente, al llegar a nuestra mesa y tomar asiento a mi lado—. Llegaste muy tarde —puntualiza.—Solo nos subimos a un tren —le respondo al seguir leyendo un libro.—Mmmm… ya me imagino a qué tren —responde pícara al sonreír y golpear suavemente mi hombro con su mano.—No lo puedo creer —sonrío al dejar a un lado mi libro y levantar mi mirada hacia mi mejor amiga—. Veo que a ti también te agrada —añado al quitarme mis lentes de lectura y dejarlos sobre mi libro.—Te lo dije la primera vez que ella pisó esta casa —me recuerda.—Sí… ya lo recuerdo —murmuro sonriente.—Entonces… ¿me contarás qué pasó? —cuestiona sonriente.—Ya te lo dije —le digo—; solo tomamos un subterráneo y viajamos hasta llegar al último parado.—Es una cita extraña —precisa ella.—Es que no empezó siendo una cita —le informo sonriente al recordar la noche.—Uuuuh… esas citas sin planear son l
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * *Después de varios minutos en los que me dediqué a analizar la actitud de la mujer (que tenía que admitir, al menos, me atraía), se abre la puerta de la oficina de su mejor amigo y lo primero que veo es salir a la mujer que me había estado acosando (tenía que llamarlo por su nombre). Fue bastante incómodo.Aquella sale de la oficina, se dirige a su escritorio y empieza a guardar sus cosas. Para decir verdad, la escena no me agradó, ya que sabía lo que era quedarse desempleado y desesperarse por tener que encontrar otro trabajo pronto; así que, después de todo, aquel momento fue muy incómodo.—Kansas White —escucho de repente; y giro en dirección de la voz que me llamaba—, a mi oficina por favor —demanda serio; y, ante su orden, solo decido obedecer, no sin antes acercarme a la mujer.—Yo, de verdad, lo lamento —le digo sincero.—Ya estaba harta de este lugar —es lo que me responde con mucha molestia—; así que, después de todo, creo que
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Gracias, George —le digo a mi chofer, gran amigo y familia; al bajarme de la camioneta.—¿Hoy la vengo a buscar, señorita Austral? —me pregunta.—Sí, por favor —le pido sonriente al acercarme a la puerta del copiloto para observarlo por la pequeña ventana.—Entonces la espero en el estacionamiento a las 5 —me sonrío.—Gracias, George —es lo único que le digo para después sonreírle y despedirme de él; y así poder entrar a la empresa—. Nos vemos, cuídate —le digo; y veo cómo se marcha del lugar.Después de eso, recompongo un poco mi seriedad y oculto mi notable buen ánimo para entrar a la empresa.Subo los pequeños escalones de la entrada principal para así llegar a la puerta y el personal de seguridad me saluda.—Señorita Foster, buena tarde.—Buena tarde —saludo seria; y sigo caminando rumbo al ascensor sin prestar mucha atención a los demás hasta que… lo que parece ser una voz familiar, me detiene antes de introducirme en el elev
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *Salgo del ascensor y voy directo a la cafetería para revisar si todo estaba en orden. Cuando entro en ella y camino hacia la barra, puedo notar que varios de mis compañeros y compañeras de trabajo me ven un poco, lo cual me hace fruncir un poco mi entrecejo al no entender a qué se debía.«Esto es extraño», sentencio mientras me voy acercando y veo que ninguno disimula en mirarme.«Esto no es solo extraño», me digo.«Es bastante extraño», enfatizo en mi mente.Termino de acortar la distancia y voy rumbo a la entrada de la cocina; sin embargo, cuando pretendo entrar, Oliver me lo impide.—¿Qué pasa? —le pregunto un poco confundido por no dejarme entrar.—Tienes visita —me dice de pronto.—¿Visita? —le pregunto extrañado, ya que eso era imposible.—Sí, visita —confirma—, pero ya está siendo atendida por la mejor anfitriona de este lugar —precisa al tiempo en el que empieza a sonreír; y no entendía a qué se debía.—No entiendo a qué te
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—¿Cuál quieres para hoy? —me pregunta Pete al estar en mi bodega personal de vinos.—Cualquiera está bien —le digo completamente relajada mientras camino hacia el sofá de mi sala a la vez que voy secando mi cabellera con una pequeña toalla, ya que recién había terminado de bañarme.—Creo que tengo al indicado para compartir esas papas fritas —señala divertido; y después, viene hacia la sala y se sienta en el mismo sofá en el que yo estaba sentada.—Por algo extraño, siento que este día ha sido muy cansado —comenta al abrir la botella de vino.—Opino igual —respondo al bostezar ligeramente.—¿Papas fritas? —me pregunta al mostrarme algunas que estaba en sus manos.—Sí —respondo sin dudar al abrir mi boca.—Están demasiado buenas —comenta al darme de comer algunas para luego comer algunas él.—Están deliciosas —diga muy emocionada al mirar a mi mejor amigo (quien me sonríe).—Nuestro favorito por siempre y para siempre —determina él