* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *Luego de haber terminado con algunos pendientes y después de una agotadora reunión con nuevos inversionistas cafeteros, tomé mis cosas y salí de la empresa con el tiempo justo para llegar al aeropuerto a recoger a Pete (quien había hecho énfasis en que iba a llegar antes del mediodía, pero de quien ahora no había rastro y ya llevaba más de 40 minutos esperando.—De no ser porque es mi mejor amigo…«O, mejor dicho, el único», me corrijo en mi mente.—Ya me habría ido —le cuento a mi taza de café (la cual llevaba observando por todo mi tiempo de espera mientras aprovechaba en pensar en toda la situación con mi nuevo trabajador).Debía admitir que me sentí atraída, pero, después de todo, solo es eso.—Atracción —le digo a mi café.«Así que no tengo de qué preocuparme», preciso en silencio y tratando de olvidar el tema.—Pero entonces… ¿por qué no estoy tranquila? —le sigo cuestionando a mi taza de café mientras lo revuelvo con la pequ
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—¿Kansas? —escucho muy cerca de mí—Eh… ¿sí? —pregunto algo distraído.—Te decía que todo está completo en el almacén —dice Oliver.—Ah… sí, gracias —le respondo.—¿Te encuentras bien? —cuestiona curioso.—Sí, sí —respondo rápido—, solo pensaba en unas cuentas —le miento, pero es suficiente para que mi compañero vuelva a sus labores.Mientras tanto, yo sigo pensando en la llamada que mantuve con Austral Foster en la mañana.«Sí está molesta», afirmo en mi mente al tiempo en que sigo sacando unas cuentas.«¿Sino por qué devolvería el café sin probarlo?», cuestiono para mí.—Y la nota —susurro decepcionado al sacarla de uno de mis bolsillos.Ni si quiera sabía por qué había decidido conservarla.«Pero lo que sí sé es que ella está molesta y que debo arreglarlo», concluyo en silencio.—Debo hacerlo —reafirmo en un susurro.—¿Qué cosa debes hacer? —escucho que me hablan nuevamente. Esta vez es Lisa (la encargada de las mesas).—Nada… —s
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * * *—Yo termino de hacer eso —le indico a Lisa—. Ya son las cinco; ve a casa —le pido al acercarme a ella para terminar de ordenar algunos utensilios.—Es parte de mi trabajo —contesta al negarse ir y continuar haciendo su tarea.—Ve a casa; no te preocupes. Yo termino de hacer eso.—¿Estás seguro? —pregunta dudosa.—Sí, no te preocupes —le sonrío al tiempo en que le quito unos platos—. Ve a ver a tu tía —añado; y ella exhala lentamente; y, después, me devuelve la sonrisa.—Muchísimas gracias —responde mientras se quita el delantal—. Eres un buen hombre.—No es nada —contesto a la vez que sigo avanzando con guardar los utensilios.—Prometo que mañana me quedaré más tiempo —señala cuando toma sus cosas.—No tienes que hacer eso. Tu hora de trabajo ya terminó.—Igual que la tuya —menciona seria al acercarse a mí—. Y tú eres el supervisor —aclara al presionar su dedo índice contra mi pecho.—Ve a casa —es lo único que le digo a la joven mu
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Creo que deberías ir a comprar esas semillas —le insisto mientras seguimos esperando a algún taxi, pero él solo sigue sonriendo.—Las compraré mañana —menciona con tranquilidad—. Ángeles entendió.—Pero yo no —refuto al mirarlo de frente—. No tienes por qué cambiar tus planes solo para acompañarme…—Austral…—Te acompañaré a comprarlas —le demando seria—. Podríamos ir a comprarlas y después, podría llamar a George cuando haya terminado de llevar a Pete… —me detengo a pensar en la mentira de mi amigo— a la reunión con los coreanos esos…«Que ni siquiera existen», completo en mi mente.Mientras tanto, él solo sigue mirándome y, luego de unos segundos, sonríe de forma divertida.—¿Te estás riendo de mí? —pregunto un tanto sorprendida y al entrecerrar un poco mis ojos; y aquello provoca que el tipo sonría mucho más—. Un momento… ¿En serio te estás burlando de mí? —vuelvo a preguntar, pero, esta vez, de forma curiosa al ver que alguien
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Austral, ¿estás bien? —me pregunta (con suma preocupación) mi acompañante.—Sí… —siseo y… sonrío—, sí; sí… estoy bien —le digo emocionada por haber revivido uno de los momentos más especiales que tuve con mi abuelo.—Austral —me nombra al acortar la distancia y llevar una mano hacia mi mejilla— ¿por qué lloras?—Vamos —le digo de repente…—¿Qué?—Vamos —le repito—. Quiero ir a ese subterráneo —le aclaro al verlo a sus ojos—. La reunión puede esperar —le digo firme.—¿Estás segura? —cuestiona dudoso—Quiero ir —respondo tajante; y él sonríe.—Entonces será como tú digas —sentencia a la vez que termina de limpiar cualquier rastro de lágrima alguna—. ¿Estás segura que estás bien?—Sí, lo estoy —contesto con seguridad—. Vamos a ese subterráneo —le pido y le sonrío, acto al que me veo correspondida de la misma manera.—Está bien —menciona al suspirar profundo—. Bueno, vamos —me dice al extender su mano hacia a mí.—Vamos —es lo único q
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * *—Así que pasaste buena noche con tu jefa, eh —me habla Margaret, de forma sugerente, al llegar a nuestra mesa y tomar asiento a mi lado—. Llegaste muy tarde —puntualiza.—Solo nos subimos a un tren —le respondo al seguir leyendo un libro.—Mmmm… ya me imagino a qué tren —responde pícara al sonreír y golpear suavemente mi hombro con su mano.—No lo puedo creer —sonrío al dejar a un lado mi libro y levantar mi mirada hacia mi mejor amiga—. Veo que a ti también te agrada —añado al quitarme mis lentes de lectura y dejarlos sobre mi libro.—Te lo dije la primera vez que ella pisó esta casa —me recuerda.—Sí… ya lo recuerdo —murmuro sonriente.—Entonces… ¿me contarás qué pasó? —cuestiona sonriente.—Ya te lo dije —le digo—; solo tomamos un subterráneo y viajamos hasta llegar al último parado.—Es una cita extraña —precisa ella.—Es que no empezó siendo una cita —le informo sonriente al recordar la noche.—Uuuuh… esas citas sin planear son l
* * * * * * * * * * * Kansas * * * * * * * * * * *Después de varios minutos en los que me dediqué a analizar la actitud de la mujer (que tenía que admitir, al menos, me atraía), se abre la puerta de la oficina de su mejor amigo y lo primero que veo es salir a la mujer que me había estado acosando (tenía que llamarlo por su nombre). Fue bastante incómodo.Aquella sale de la oficina, se dirige a su escritorio y empieza a guardar sus cosas. Para decir verdad, la escena no me agradó, ya que sabía lo que era quedarse desempleado y desesperarse por tener que encontrar otro trabajo pronto; así que, después de todo, aquel momento fue muy incómodo.—Kansas White —escucho de repente; y giro en dirección de la voz que me llamaba—, a mi oficina por favor —demanda serio; y, ante su orden, solo decido obedecer, no sin antes acercarme a la mujer.—Yo, de verdad, lo lamento —le digo sincero.—Ya estaba harta de este lugar —es lo que me responde con mucha molestia—; así que, después de todo, creo que
* * * * * * * * * * * Austral * * * * * * * * * * * *—Gracias, George —le digo a mi chofer, gran amigo y familia; al bajarme de la camioneta.—¿Hoy la vengo a buscar, señorita Austral? —me pregunta.—Sí, por favor —le pido sonriente al acercarme a la puerta del copiloto para observarlo por la pequeña ventana.—Entonces la espero en el estacionamiento a las 5 —me sonrío.—Gracias, George —es lo único que le digo para después sonreírle y despedirme de él; y así poder entrar a la empresa—. Nos vemos, cuídate —le digo; y veo cómo se marcha del lugar.Después de eso, recompongo un poco mi seriedad y oculto mi notable buen ánimo para entrar a la empresa.Subo los pequeños escalones de la entrada principal para así llegar a la puerta y el personal de seguridad me saluda.—Señorita Foster, buena tarde.—Buena tarde —saludo seria; y sigo caminando rumbo al ascensor sin prestar mucha atención a los demás hasta que… lo que parece ser una voz familiar, me detiene antes de introducirme en el elev