Estaba solo. Pensaba que ahora, su más terrible miedo se convertía en realidad. Estaba en una sucia litera, en una celda, en la prisión de . Todos a los que alguna vez le importara, habían desaparecido. Todos los que alguna vez lo quisieron, hoy lo repudiaban. Y no era para menos. El había cometido una estupidez, una estupidez que le costó la libertad, y el desprecio de todos sus amigos. De nada servía ser el tipo más millonario del mundo empresarial. Allí, en esa fría prisión, solo era un número, un reo más, igual que todos, sin ningún privilegio. Su dinero allí no tenía valor. Ya no vestía los trajes más finos, los zapatos más caros. Su cuerpo atlético hoy se resumía a piel y huesos. Ya no tenía esa mirada ardiente y seductora. Sus ojos habían perdido vida, así como su alma se encontraba destrozada. Ya no sabía de horas, días, meses… solo sabía que un día, iba a morir, encerrado e infeliz. Y ese día, esperaba que llegara pronto. Sentado en la cama, contemplaba el pergamino en blanco
Las llamas verdes, afloraron presurosas en la chimenea de la sala, y David Beckett, quien estaba leyendo el diario vespertino tranquilamente en su casa, se sobresalto, al ver la figura de su amigo Carlisle, parado frente a él. Sonrió un instante, pero al ver las condiciones en las que se encontraba el joven, su rostro se puso serio. Carlisle camino unos pasos, y sin poder más, cayó de rodillas en la alfombra, y comenzó a llorar, con desesperación. David se arrodilló frente al joven que tenía las manos tapándose el rostro y lloraba desconsolado. David lo tomó de los hombros y fue cuando Carlisle levantó a cabeza.¿Carlisle… que sucede? — Preguntó David. Carlisle, trató de articular palabra alguna pero no pudo. Después de unos instantes tragó saliva, y susurró.La maté David…. — dijo y ahogó un sollozo — Yo la maté…¿Qué? Carlisle… dime muchacho… explícate mejor porque no te entiendo…Eleanor… Yo le avisé… yo le advertí que iba a hacerlo… — respiraba entrecortado — La maté, la maté…. ¡L
Lo siento…A mi no debes decirme que lo sientes… Guárdate tus disculpas para cuando la veas…David…Porque cuando ella logre decirte qué pasó esta tarde, te aseguro que querrás enterrarte tu mismo.Ya basta por favor — dijo en un tono lastimero — no me hagas sentir peor de lo que ya me siento…DeberíasEs verdad… — lo miró — mis padres estarían decepcionados de mi… y yo les daría la razón…Carlisle, Carlisle …— dijo tomándolo de los hombros — debes entender que lo que hiciste esta noche, no tiene excusa… levantarle la mano a una mujer, independientemente del hecho que lo mereciera o no… es algo imperdonable… es una mujer indefensa… a pesar de que ella es una mujer extraordinaria y que podría hacerte morder el polvo en dos segundos… Ella estaba en inferioridad de condiciones que tu… Y tu aprovechaste ese poder físico que tienes para imponerte a ella de la peor manera… de la mas vil y cruel…¡Lo se! Se que no tengo excusa, que no tengo perdón, pero… ¡no pude controlarme! Yo… se que mis
Por todos los lugares de su empresa que caminaba, tratando de salir de aquel asfixiante edificio, sentía que alguien lo llamaba, o lo saludaba. Estaba tan aturdido que no sabía si lo nombraban para una o la otra… no le importaba, después de todo, él se había hecho de una reputación, que cualquiera que lo conociera y viera su cara sabría que no estaba pasando un buen momento, y el no responderles, era una buena señal, al menos para las ocasionales victimas. Lo único que quería era salir de allí y perderse en el mundo. Ser anónimo, poder respirar otra vez. Tomó el elevador privado. Nunca lo hacía, pero ese momento agradeció la idea de tenerlo. No podría soportar el descenso, si se encontrara atrapado en uno de esos con alguien más. La mayoría de las personas que trabajaba en su empresa, eran cordiales y amables, y aunque él era extremadamente callado, siempre había alguno que quería sacarle conversación, ya sea cuando llegaba a trabajar o al final de la jornada. Hoy, en ese momento no a
Bien… — El hombre se acercó lentamente y apoyó suavemente la palma de su nudosa mano, donde el hematoma era más evidente. Eleanor se sobresaltó un segundo, pero luego sintió que el dolor en esa zona desaparecía…Ya no se notará tanto señora… se verá hermosa en unos días… — Eleanor, tomó rápidamente el pequeño espejo y se miró. La hinchazón y el color amarillo verdoso de la zona ya casi eran un recuerdo. Miró a su sirviente, que sonreía tímidamente.Como…Nosotros los sirvientes domésticos, hemos sufrido muchos castigos, mas fuertes y feos que eso — dijo señalando la cara de su ama — cuando estaba en la casa de los Green… — Arnold se estremeció al decir el nombre de su antigua familia — aprendí a curarme solo, señora — Eleanor se sintió tan mal por él y por la vida de golpes que habría sufrido en manos de ellos.Gracias… — volvió a tomar el té, pero por costumbre mas que por ganas de hacerlo —No… — suspiró — ¿no llamó nadie?No señora…El señor…Está en casa del amo Beckett… y no regre
Creo que en estos últimos días la he dejado de lado, pero ya está aquí, volvió¡y te aseguro que no dejaré que nadie, nunca mas se meta conmigo!Bien… pero de todas maneras, quiero que sepas que aun tienes hermanos mayores… — ella sonrió — que están dispuestos a todo por ti…¡Lo sé, loco! — lo abrazó nuevamente — te quiero mucho Emerson…Debería haberte cuidado mas, Eleanor — dijo suspirando — siento que no te he cuidado como corresponde…Lo de Carlisle…No hablo solo de Carlisle — Ella lo miró sin entender — Estoy hablando de Kalem Green — Ella se puso pálida de repente.¿Qué dices?Digo que debería haberte cuidado de ese infeliz… Si tu supieras lo que dijo de ti en frente mío… — se separó un poco y pasó sus manos por el rubio cabello de su hermana — No pude defenderte como merecías, en ese momento.Emerson…El fue cruel con Carlisle, pero peor contigo… te trató como una vulgar zorra… te menospreció como mujer, en frente mío y yo estaba tan conmocionado por lo que escuchaba que ni siq
Sé que has hecho un buen trabajo… solo te pido que canceles las citas de la tarde… no me siento con ánimo de atender a nadie…Bien señor… — lo miró — Eh…Por lo de ayer…Descuide señor… — dijo serena — yo, entiendo… y seré discretaGracias… —Tomó la agenda. — ¿y Beckett?El dijo que tenía que hablar con el señor Rose y luego vendría a verlo…Trata de que no venga… dile que no he llegado aun…Bien señor…Puedes retirarte Jane… y nuevamente gracias…Estaba a punto de partir, cuando la puerta e su oficina se abrió estrepitosamente, y un David Beckett entró hecho una fiera. Carlisle levantó la vista para mirarlo, y sonrió. David parecía haber tenido una de sus antiguas transformaciones, antes de la medicina matalobos que había descubierto Neville Moore. Luego bajó la vista para terminar de ordenar sus papeles y apagar el ordenador, cuando su amigo, se acercó y sin mediar palabra dio un fuerte golpe en su escritorio para llamar su atención.¿Se puede saber, dónde diablos has estado¿Por qué
Sábado… Habían pasado tres días de aquella fatídica noche, y ya los golpes no se notaban a simple vista. Lo único que le dejaba marcas eran los dedos de Kalem, alrededor de sus muñecas… era casi imposible que aun no se esfumaran. Esos particularmente. Al menos tenía el fin de semana para recuperarse del todo y el lunes iría a Trabajar. Ya había pasado demasiado tiempo, en casa, y ahora ya no soportaba el encierro. Lo peor es que Carlisle había cumplido su promesa y no la había molestado en absoluto. Si al menos lo hubiera visto… Se preguntó mientras se cepillaba el cabello, cómo estaría, si de verdad se sentía mortificado, o por el contrario se lamentaba no haber terminado con su cometido. Si bien Emerson le había asegurado que él le había pedido perdón, Beckett le comentara que estaba arrepentido, y Farrah le asegurara que hasta lloró cuando se enteró de la verdad por boca de su cuñada, a pesar de que esa actitud podría interpretarla como una pequeñita luz de esperanza, que hacía vis