¿Esto es una especie de broma no? — dijeron los gemelos, cuando en la noche todos se reunieron de urgencia por pedido de Farrah. Todos estaban presentes, menos Emmanuel que había partido a Rumania por un problema con unas crías de dragón. Eleanor les contó, con lujo de detalles, la charla que había mantenido en la mañana con Carlisle, y las consecuencias de ello. — en verdad él no creerá que nosotros aceptaremos eso ¿o si?— Los cinco Rose y Farrah estaban sentados sin saber qué decir… estaban devastados. Si de algo estaban seguros, era que su hermana nunca aceptaría dejar al amor de su vida, para aceptar semejante disparate. Emerson estaba más meditabundo que los demás. Tenía la mirada perdida en el dorado, como tratando de encontrar una explicación a la actitud de su amigo. Farrah lo observaba y trataba de averiguar qué pasaba por su mente… y conociéndolo, llegó a la conclusión de que no era algo bueno. Más convencida estuvo cuando se levantó de golpe de su asiento con una mirada mez
Esa noche buscó a Sara, como siempre… pero al final terminó por aburrirse y dejarla antes de terminar… no se sentía con ánimos. La respuesta de Eleanor ocupaba su mente. La mujer lo miraba sin entender. Era la primera vez que estaba tan distraído. Carlisle se vistió rápidamente y se marchó. Sin decirle nada.No fue a su casa… tenía que decírselo a alguien, así que tomó la ruta hacia la casa de su amigo, el único que le quedaba de sus antiguos amigos, David Beckett.Era tarde en la noche… casi la una de la madrugada cuando David se levantó presuroso para ver quien era el que tocaba tan insistentemente el timbre de su puerta. Bajó las escaleras y con la frente en alto, observó por la mirilla. Se preocupó. Que Carlisle Stone estuviera a esas horas frente a su puerta… tenía dos opciones: que estuviera totalmente borracho y que no se acordara donde vivía, o que algo malo le haya pasado. Abrió la puerta y allí apoyado en el marco estaba él, que lo miraba. David se sorprendió. Tenía un brill
No se iba a dejar avasallar por esos ojos verdes que la miraban con suficiencia. No iba a dejarse atropellar por la furia de cabellos negros que tenía en frente. Fingiría. Eso es lo que haría. Pretender que ese momento para ella sólo era un trámite, cuando en realidad, se le partía el alma en dos. Pocos minutos faltaban para que ella pusiera la firma en ese papel y con ello, atarse a ese hombre tan desconocido como siniestro. ¡Dios, como lo odiaba! Si hubiera podido, le clavaba la pluma con la que firmaría en el pecho, “De seguro se desintegraría como un vampiro… porque eso parece, un vampiro sin sangre, ni corazón…”Carlisle estaba elegante. No se vistió para la ocasión, él siempre se vestía bien. Había adquirido el vicio de vestirse con los mejores diseñadores del mundo. Tenía un fino traje negro, a rayas, con una corbata gris, y camisa blanca. Zapatos italianos. Eleanor lo miró. Si no fuera por el odio que le tenía podría decirse que le gustó la visión del joven. Carlisle sonrió, p
Eleanor tuvo una semana de licencia en el trabajo, alegando una rara enfermedad. Carlisle le habia prohibido decir algo respecto a la boda. Y todo ese tiempo lo destinó más que nada a llorar… de dolor e impotencia por todo lo que tenía que aguantar. Farrah ya le habia contado de la llegada de Kalem buscándola, y eso la deprimía mas… pero lo mas deprimente y nefasto para ella era soportar los embates de Carlisle. El joven no desperdiciaba momentos para recordarle lo despreciable que era… y la humillaba. Las cenas consistían en comidas fabulosas, la mayoría de ellas que Eleanor nunca en su vida podría degustar… y el se burlaba, poniendo en evidencia la modesta comida que se servía en la casa de mis padres, diciéndole que ella no tenia paladar que para tan fastuosos platillos. Pero a pesar de todas las palabras humillantes, podía estar tranquila en otro aspecto. El no la acosaba constantemente, por cumplir la cláusula y consumar el matrimonio… al menos en eso la dejaba en paz.Se pasaba
El 31 de octubre llegó, y Eleanor no tenía ninguna intención de asistir a ese maldito baile. Pero tenía una obligación que cumplir, así que de mala gana se vistió, se maquilló, se peinó y al finalizar se miró al espejo para ver el resultado final. Tenía puesto un vestido negro de terciopelo, con un escote en v, algo pronunciado, todo bordado al frente con cristales hasta la cintura, y con una falda amplia y larga hasta los tobillos. Farrah le había ayudado a comprarlo. Quizás en otra ocasión, ese mismo atuendo le habría resultado de ensueño. Estilizaba su figura y la hacían verse sofisticada. Pero sabiendo el motivo, a Eleanor le parecía “el traje más impersonal” que haya comprado. No lo había adquirido con ganas, sólo por cumplir con ese infeliz. El cabello lo había recogido en una torzada simple, algo al descuido, que hacía caer unos finos mechones en la cara. Completó el atuendo con unos zapatos negros, forrados con el mismo género del vestido. El maquillaje, escaso, delineó los oj
No entendía su reacción…No podía comprender como había actuado de esa manera… restregarles el anillo a esas mujeres desconocidas, de alta sociedad, dándoles a entender que era un honor estar con él, cuando en realidad lo aborrecía con todas las ganas del mundo. Había, en cierta manera, manifestado unos celos terribles por esas mujeres que, en algún momento de su vida, habían tenido que ver con su marido, sexualmente hablando, y no tenían reparo de decírselo en sus propias narices. Es mas, esa mujer en particular, parecía orgullosa de haber pertenecido al lote de amantes, de Carlisle Stone. Pero era esa actitud, de mujer celosa y ofendida, lo que más le molestaba. Ella a Kalem nunca le había hecho una escena de celos, y a Carlisle por poco le salta a los ojos cuando salió del tocador y lo vió ahí tan tranquilo. Se sentó en la mesa y continuó comiendo dulces. Lo único bueno en esa fiesta para ver de Eleanor, era la rebosante cantidad de platillos que ofrecieron de postre. Ella acostumbr
Se levantó temprano y decidió darse una ducha. Se sentía sucia, después de la noche pasada. Es que sin ningún tipo de resquemor, se había entregado a un desgraciado… Carlisle había vencido cada una de las barreras de defensa que ella había levantado, de una manera tan fácil… Mientras el agua caía por su cuerpo, restregaba cada parte de su piel, tratando de borrar las sensaciones que le causaron los besos y las caricias de Carlisle. Se sentía acalorada, cada vez que recordaba su lengua en esa zona tan íntima, y jadeó de solo revivirlo mentalmente. Veinte minutos tardó en salir del baño y una vez que estuvo seca, se puso su pijama de algodón, de dos piezas, un short, no muy corto y una camisa de mangas cortas. No quería volver a la cama. Aun estaba con las sábanas de la noche. La cama, mudo testigo de la pasión, estaba toda desarreglada. Ella, se acercó a una banqueta larga que había justo frente al ventanal, y sin ganas de hacer nada, levantó los pies, que tenían puestos sus pantuflas
Los días en Inglaterra eran fríos… Eleanor pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, y como si fuera un ritual al que estaba acostumbrada, siempre llegaba a Grimmauld Place antes de las seis. Aunque a veces se negaba a hacerlo, se veía todos los días renegando porque cuando el reloj daba las seis, ella le entregaba el abrigo a Arnold. La casa se sentía tan extraña. Algunas veces pasaba por ahí Farrah… Emerson nunca quiso entrar. Sus otros hermanos, se mostraban reticentes a querer visitarla. Se sentía sola… La casa era demasiado grande para ella. “Si al menos me hubiera dado permiso para redecorarla… es tan fría, y oscura…” Solía pensar cada vez que se quedaba sola en la sala. Y si contamos las personas que la habitaban en ese momento, dos sirvientes y una mujer joven, la casa parecía desierta. Si por ella fuera, hubiera tirado todo a la basura y comenzado a decorarla a su gusto. Lo primero que se le vino a la cabeza fue cambiar esas pesadas y enmohecidas cortinas, por unas de géne