Una pésima forma de terminar el mes. Todas las semanas de este mes han sido un completo desastre. He tenido la sensación de que, por cada paso que doy para arreglar algo, surge otro problema que desbarata todo lo que había conseguido. Es como si estuviera atrapada en un ciclo interminable de caos. Como lo del bebé de Ai, por ejemplo. Después de tanto esfuerzo, logré conseguir que naciera, aunque no ahora ni en esta línea temporal. Pero, al menos, tendrá esa vida que perdió. Al menos eso era lo que pensaba, hasta que ocurrió lo de Oshin. Ai estaba en la sala, acostada sobre el pecho de Riu. Estaba tranquila, hablando con él, mientras él la abrazaba con ternura y jugueteaba con su cabello, como si todo estuviera bien en el mundo. Pero yo no podía verlo así, como si todo fuera perfecto. Había demasiadas emociones dentro de mí, demasiados recuerdos que no podía dejar de procesar. -Fumiko- me llamó Ai, pero yo la ignoré, como he estado haciendo todo este tiempo. La culpa me carcome y me
-¡Se ven tan tiernos así! -chilló la voz de Garret desde la puerta. Su tono era juguetón, pero había una evidente preocupación en su voz. Estos últimos días había desarrollado la costumbre de quedarme dormida en el cuarto de Roderick después de jugar con él. Siempre terminábamos juntos, él acurrucado en mi regazo, y yo sin fuerzas para regresar a mi cuarto. Abrí los ojos lentamente, bostezando mientras intentaba orientarme en la penumbra de la habitación. Lo primero que hice fue acomodar a Roderick para que no se despertara, colocándolo suavemente sobre mi regazo, dándole la suficiente comodidad para que siguiera durmiendo. -Hola, Garret -murmuré, aún medio adormilada-. ¿Alguna noticia? Él negó con la cabeza, acercándose con cautela y dejando escapar un suspiro de frustración. -Han pasado dos semanas y no ha ocurrido nada relevante. Aunque esa sensación de molestia sigue ahí... es como un nudo en el estómago que no se va. Y cada vez es más latente, más insoportable -respondió, con
"No hace falta nada más, ya se libre. Se feliz. Ya da lo mismo aquí."Fumiko Ibars Los malditos días en el calendario seguían pasando como si nada, y con cada amanecer me sentía más atrapada en una espiral de desesperación que no parecía tener fin. Los minutos se alargaban y, sin embargo, la angustia no disminuía. Cada día se convertía en una carga, y aunque trataba de ignorarlo, la sensación que me invadía se intensificaba. Era como si un fuego comenzara a crecer dentro de mí, una llama que se iba expandiendo poco a poco, acercándome más a su centro, como si quisiera devorarme por completo. La presión era palpable, y cada vez me sentía más cerca de ser consumida. Lo que no lograba entender, y lo que más me desconcertaba, era cómo podría calmar esas llamas antes de que se encendiera algo mucho peor. Eran llamas que quemaban sin consumir, un calor abrasador que me desgarraba por dentro, pero que al mismo tiempo no podía extinguir. Me sentía atrapada en un fuego que no se apagaba, un
" -Sé que no te merezco, que debería estar condenado a tu odio y pasar el resto de mi vida solo. Es más, no merezco que me perdones cada vez que cometo una estupidez, ni que estés aquí conmigo... Soy muy poca cosa para ti. Tú mereces a alguien que te quiera y no te haga daño como yo lo he hecho. Pero soy tan egoísta que me niego a la idea de que no estés a mi lado. Eso me dolería demasiado... Pero lo único que deseo es que seas feliz, porque tú sí te lo mereces. Yo no... Soy una mierda como hermano. Ai estuvo a punto de morir porque no la protegí. Soy una mierda como hijo; mis padres simplemente se decepcionan de mí. Soy una mierda como padre, Roderick fue golpeado por la mujer que era su madre y, a pesar de todos mis esfuerzos para mantenerlo alejado de ella, no logré protegerlo todo el tiempo. Y, lo más importante, soy una mierda como mate, pareja, pre-destino... No sirvo para nada de eso. Ni siquiera se me ocurrió pedirte que fueras mi novia de forma formal. Tú fuiste criada por un
"Espero haber muerto, porque solo asi tendría asegurado que estaré contigo"Fumiko Ibars Corría de un lado a otro, haciendo volteretas en el aire mientras esquivaba los ataques de los vampiros y demonios. El sonido de las garras rasgando el aire y los gruñidos guturales de las criaturas eran ensordecedores, pero yo no me detenía. Los guerreros de la manada les estaban dando pelea, pero aun así no me confiaba, así que hice aparecer más de mis espectros. Algunos ya estaban siendo desintegrados por los vampiros híbridos, esos malditos monstruos que no solo poseían fuerza, sino también una resistencia que los hacía peligrosos. "Maldita Rubi, te juro que saber esto me hubiese ayudado," me quejé mentalmente mientras esquivaba un demonio enorme, de piel completamente negra y unas garras desmesuradas, que intentaba desgarrarme con movimientos rápidos y certeros. -¡Mierda! -me quejé, sintiendo un golpe seco en la espalda que me tumbó directo al suelo. La presión me dejó sin aliento por u
Lara se encontraba rodeada de los cuatro Krichtesh a lo lejos, luchando con ferocidad, y viéndola en serios problemas, decidí ir en su ayuda de inmediato. Podía ver la intensidad de la batalla a medida que la rodeaban, cada uno de esos monstruos creando un caos a su alrededor. Con una determinación implacable, di un salto hacia el aire, impulsándome con mis piernas y alcanzando la altura de uno de los Krichtesh. Con un giro de cadera, lancé una patada con toda mi fuerza hacia su rostro, el impacto resonó como un trueno, y la extraña cara del monstruo se deformó bajo mi golpe. El golpe fue tan fuerte que lo dejé momentáneamente atónito, pero al mismo tiempo, los otros tres Krichtesh me gruñeron furiosos, volviendo su atención hacia mí. Lara, al ver lo que sucedía, salió disparada de la rama de un árbol cercano, sus ojos se tornaron de un rojo intenso, como si la sangre misma hubiera tomado control de su alma. -He dejado de jugar -gruñó, sus palabras llenas de furia. En un movimiento
-¡Suéltalo! -me gruñó Lucifer, la voz rasposa de furia, los ojos como brasas ardiendo en su rostro. Los lobos que habían estado rodeándome, avanzando hacia mí con sus ojos brillantes como lunas llenas, se detuvieron de repente. Sus miradas se quedaron clavadas en mí, observándonos, observándome con una mezcla de desconcierto y miedo. No era por la amenaza de Lucifer, sino por el caos palpable que yo irradiaba, una fuerza oscura que les helaba la sangre. -¡Ahora! -ordenó Lucifer, su tono grave y autoritario como una condena. La presión de su voz me atravesó, pero la respuesta que le di fue una risa amarga, sin gracia, cargada de furia contenida. -¿Y qué pasa si no me apetece? -gruñí, mi voz rasgando mi garganta mientras mis manos ardían de nuevo, el mismo picor que me había dominado la vez que aquellos malditos llegaron a la manada, destruyéndolo todo. El recuerdo me quemó, pero esta vez algo dentro de mí se rompió aún más. Mis manos palpitaban, me exigían algo más, algo mucho más gr
"Quiero ya no amarte y enterrar este dolor, quiero que mi corazom te olvide..."Fumiko Ibars Desperté con pesadez, sintiendo mi cuerpo agotado. La luz que se colaba a través de las rendijas de la ventana me quemaba los ojos, y un dolor punzante en mi cabeza me obligó a llevarme la mano a la frente. Mis dedos recorrieron mi rostro, buscando algún alivio. Estaba confundida, aturdida, y lo único que quería era volver a cerrar los ojos y descansar, pero algo dentro de mí me decía que no debía hacerlo. Me tomé unos segundos más para recuperar el aliento, y cuando finalmente pude abrir los ojos, me di cuenta de que no estaba en mi habitación, sino en el cuarto de Oshin. Todo estaba en silencio, y solo el suave murmullo del viento entrando por la ventana me acompañaba. A pesar de mi confusión, no podía evitar preguntarme qué había sucedido. De repente, un movimiento rápido me hizo abrir los ojos nuevamente. Cuando lo hice, vi a Roderick frente a mí, con una gran sonrisa en su rostro, aunq