—Riu… —lo llamé cuando lo vi pasando, esquivando a algunas personas mientras sostenía con fuerza mi vestido para poder avanzar hacia él. Al escuchar mi voz, volteó hacia mí, y me dedicó una sonrisa cálida antes de acercarse, caminando con paso firme, su presencia siempre tan segura. Me abrazó con fuerza y yo reí, devolviéndole el gesto. Recuerdo que alguna vez me había dicho que mi nombre significaba "gran belleza", y por eso me llamaba así, con esa dulzura que solo él lograba transmitir.—Bonita —me dijo, mientras sus brazos me rodeaban en un abrazo reconfortante. Me separó de él con suavidad, y mi mente no pudo evitar pensar en el apodo que le había dado yo en respuesta: "Dragón", por el significado de su nombre. Siempre me había parecido un apodo tan acorde a su carácter fuerte y decidido.—¿Entonces tú lo sabías? —pregunté, curiosa. Él asintió lentamente, y luego tomó mi mano, tocando la marca que tenía sobre ella con una delicadeza extraña, como si al tocarla estuviera señalando
"Lo errores tienen tres pasos: aceptarlos, superarlos y no volverlos a cometer..."Oshin ItrequeMi hermana me golpeaba mientras yo intentaba no lastimarla y quitármela de encima, a la vez sin dañarla.Oyuki estaba verdaderamente molesta conmigo. Sus ojos rojos eran los únicos que podía ver entre todos sus gruñidos, zarpazos y mordidas hacia mí. Gruñí al sentir cómo me mordió la mano, enterrando sus colmillos en ella, y me transformé, quitándomela de encima de una vez por todas. Así empezó una pelea entre ambos, ignorando todo a nuestro alrededor.Dai estaba demasiado molesto conmigo, pero aún así me protegía.—¡YA BASTA!— rugió molesto mi padre a los dos. Oyuki se detuvo de atacarme, pero me miró con odio, mientras no dejaba de gruñirme.—¡DESTRANSFÓRMENSE AHORA!— regañó, demasiado molesto, con tono autoritario. Hicimos lo que dijo, solo tenía mi bóxer y mi hermana su ropa interior, pero sus ojos seguían rojos de la ira, mirándome con odio y asco. Mi padre se acercó a mí con paso len
Cuando salió el sol, regresé a la manada con los ojos hinchados de tanto llorar durante esas horas que se hicieron interminables, mientras la madrugada avanzaba lentamente, como si el tiempo se estuviera burlando de mí. Había pasado toda la noche corriendo en círculos, atormentado por mi culpa, sin poder encontrar paz en ninguna parte. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de ella se desvanecía más, y cada vez que despertaba, me encontraba con el mismo dolor punzante en el pecho. Mi alma, mi corazón, todo mi ser estaba destrozado por la ausencia de ella, y lo peor era que sabía que solo yo tenía la culpa. Solo yo.Apenas llegué a la casa, no busqué nada más, solo me dirigí directo a donde estaba mi padre. Mi cuerpo se movía como si tuviera peso muerto, pero mi mente estaba en guerra. Le pedí con desesperación que comenzara una búsqueda de ella. "En cada rincón del mundo, por favor", le supliqué, con la voz quebrada, el corazón desbordado de miedo. Pero todo lo que podía pensar era
"Que difícil es decidir cuando tu cabeza te dice a gritos 'renuncia' y el corazón agonizante te dice en sus últimos susurros 'un ultimo intento' "Fumiko IbarsTodo me daba vueltas. Me sentía adormecida todavía, como si mi cuerpo estuviera atrapado entre el sueño y la vigilia. La luz que entraba desde algún punto de la habitación me obligaba a despertar poco a poco.Parpadeé varias veces, tratando de acostumbrarme a la claridad, y al abrir los ojos, me encontré sobre una enorme cama cubierta con sábanas blancas y almohadas esponjosas. Llevaba puesto el mismo vestido de la fiesta, lo que me indicaba que aún era de día, pues la luz natural iluminaba la estancia. Observé a mi alrededor, confundida. No era mi antiguo cuarto en casa de mis supuestos padres, ni el de Oshin.No entendía nada.Los recuerdos de la noche anterior me golpearon de repente, con tanta fuerza que sentí que me faltaba el aire. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente, y me incorporé de golpe en la cama.—¿O-Oshin...
—¡Yo también! —exclamó mi hermano con entusiasmo, uniéndose al abrazo.Sentí su calor envolverme, un calor que no recordaba, pero que de alguna forma me resultaba familiar. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras lo miraba con desconcierto.Cuando sus dedos se deslizaron suavemente por mi cabello en una caricia fraternal, un escalofrío recorrió mi espalda.—Te extrañé, hermanita —susurró con una sonrisa que parecía sincera, pero que no lograba borrar mi confusión.Intenté responderle con una sonrisa, aunque en mi interior una sensación extraña se arremolinaba en mi estómago. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar? Se supone que estaban muertos.Tragué saliva y, sin poder evitarlo, las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas:—¿Por qué no me buscaron?Mi voz sonó rota, apenas un murmullo cargado de súplica. No podía evitarlo. No después de haber crecido con la certeza de que estaba sola en el mundo.Josh suspiró y se separó del abrazo, metiendo las manos en
"Es una metáfora.Te pones el arma entre los dientes pero no le das el poder de matarte"Fumiko IbarsDesde el momento en que abrí los ojos esa mañana en una habitación desconocida, no me había separado de mi supuesto "hermano". Josh caminaba a mi lado en silencio, como si temiera que si se alejaba un poco, simplemente desaparecería.El jardín de la mansión era gigantesco, con senderos de piedra blanca que se extendían entre árboles perfectamente podados, fuentes talladas en mármol y flores de colores vibrantes. Pero no me importaba la belleza del paisaje.Nada de esto me pertenecía.Nada de esto me hacía sentir en casa.Josh me hacía preguntas y yo respondía sin dudar. No tenía motivos para ocultarle nada. Cada palabra que pronunciaba era una pieza más de un rompecabezas roto. A cambio, él también me respondía, compartiendo fragmentos de una historia en la que yo supuestamente encajaba.Pero cuanto más hablábamos, más evidente se volvía que éramos dos extraños.A pesar de compartir u
Ahora sí.Mi paciencia se agotó por completo. Caminé con pasos firmes y decididos hacia la mesa donde descansaba aquel odioso jarrón verde, ese maldito objeto que parecía burlarse de mí cada vez que lo miraba. No entendía por qué me provocaba tanto fastidio, pero ahí estaba, con su color chillón y su forma anticuada, atormentándome. Sin pensarlo dos veces, lo tomé entre mis manos con fuerza, sintiendo el frío de la cerámica contra mis dedos. Lo elevé por encima de mi cabeza, dispuesta a lanzarlo con todas mis fuerzas contra la pared y disfrutar del sonido de su destrucción.—¿Fumiko?La voz masculina me detuvo en seco, paralizándome justo antes de cometer el crimen contra la decoración. Giré la cabeza bruscamente, sintiendo mi cabello moverse con el impulso. Allí estaba él, Lucas Baker, mirándome con una mezcla de emociones que no pude descifrar de inmediato. Había algo de tristeza en sus ojos, pero también molestia, preocupación… y un toque de diversión.—¡Lucas! —exclamé con alivio,
"Tengo 99 problemas, pero un abrazo tuyo arregla 100"Fumiko Ibars—¿E... es una broma, cierto? —dije, sintiendo que mi corazón se encogía en la garganta, como si se me fuera a salir del pecho. Mi mente se llenó de mil pensamientos, cada uno buscando una explicación lógica, una mentira que pudiera desmentir lo que estaba escuchando. Cada vez que intentaba procesar lo que Ai acababa de decir, mi mente se nublaba más. No podía ser cierto. No podía. Pero cuando la vi negar con la cabeza, esa mirada en sus ojos... su rostro tan serio, tan lleno de tristeza, supe que no había vuelta atrás. La horrible verdad me estaba envolviendo.—No lo es, desde hace un par de días está así —dijo Ai, su voz temblando ligeramente, pero cargada con una amargura que caló hondo en mi pecho. Fue como si me hubieran arrancado el aire de los pulmones. Todo en mí se detuvo. Estaba paralizada por el peso de sus palabras, mi mente intentando hacer que todo tuviera sentido. Pero lo único que sentí fue un vacío hela