Todo parecía tan diferente, pensó Amelia llegando al fin a su pequeño apartamento acompañada de Zack. Era la misma línea iluminada que había dejado la noche del accidente, pero, de alguna manera, todo se sentía distinto.
O tal vez se debía a que ella ahora era distinta. Con todas las cosas que había visto y escuchado, con todo lo que le habían hecho vivir en tan corto tiempo, algo había cambiado dentro de ella. Se había ido el temor, en su ser ya no había ni pizca de remordimiento, sólo una increíble y hermosa libertad.
No estaba acostumbrada a esta sensación, así que sentía que el corazón se le hinchaba y casi explotaba. Era felicidad; la felicidad producía esa sensación física como que no te cabe el alma en el cuerpo y quiere volar.
Sonrió mirando a Zack deshaciéndose de las bufandas y chaqueta
La empresa de Zack crecía de manera increíble. Pronto se volvió alguien importante y tenido en cuenta entre los más ricos de la ciudad, sin embargo, no perdía esa humildad que lo caracterizaba, pues reconocía que había jugado con ventaja frente a sus competidores, y que no todo era mérito suyo en exclusiva.Había tenido razón al decir que conocía las crisis por venir y cómo sortearlas, pero ninguno estuvo preparado para recibir la noticia de que Mary estaba enferma, esta vez era algo relacionado con su corazón, y a pesar de los cuidados, de las dietas y los medicamentos, su salud se fue deteriorando poco a poco. Amelia lloró su fallecimiento con desconsuelo. No había podido evitar la muerte de su madre, de todos modos; estaba escrito que se iría y abandonaría la familia siendo bastante joven.—Lograste estar más años con ella &mdash
Al ver que Tommy no dejaba de llorar, fue hasta la cocina y abrió la nevera buscando un biberón, pero estaban todos sucios, así que dejó el niño de nuevo en la cuna, que lloró con más fuerza al verse abandonado, y rápidamente preparó algo para él al tiempo que lavaba y desinfectaba las botellas y las mamilas. En pocos minutos le puso uno en la boca y lo acostó sobre un sofá para cambiarle el pañal y asearlo todo lo posible con las pocas toallitas húmedas que tenía Vivian en su casa. Al terminar esta tarea, lo acunó en sus brazos, aunque él se puso de pie, el sofá le daba asco. Vivian volvió a él y le puso por delante los papeles de la adopción.—Eres su mejor padre, así que, quédate con él.—No puedes hacer eso —dijo Zack—. En unos años te arrepentirás y nos formar&a
Adaptarse de nuevo a la vida, esta vez con tres niños en casa, fue un poco difícil al principio; al ver a Tommy, Isabella de inmediato protestó, pues sus padres habían ido de compras y le habían traído un hermanito, no una hermanita. Hacía pucheros mostrándose terriblemente defraudada. Benjamin lloraba celoso cada vez que Amelia o Zack, o incluso su niñera, alzaban a Tommy y no a él; lloraba con profundo sentimiento, sin poderse creer que alguien le estuviese obligando a compartir su lugar. Tommy, por su parte, lloraba por otras razones; según los médicos, tenía cierto grado de desnutrición que era preocupante y debía combatirse a tiempo, no se le habían aplicado algunas vacunas, su sistema inmunológico no era capaz de luchar contra algunas enfermedades, así que una simple gripa los hacía llevarlo al hospital, pero era un niño dócil y de
—¿Qué elegirías? —le preguntó Amelia a Heather Calahan y a Tess Warden, una noche que salieron juntas a tomarse algunos tragos, sin hijos, sin maridos, sólo chicas.Tess estaba de nuevo con su marido, Heather había parido un niño hacía pocos meses, y ella le había endilgado los tres chiquillos a Zack para poder salir a divertirse con sus nuevas amigas, que ya estaban bastante achispadas por el alcohol.También ella. Hacía tanto tiempo que no bebía de esta manera, que su resistencia era casi nula. Y pensar que en la línea oscura se había burlado de ambas por eso, y ahora ella estaba en el bote de las mujeres felizmente casadas que poco salen a bares para beber, que aunque se esfuercen, sus conversaciones siempre terminan tratándose de niños, el hogar, y sus cuidados; compartiendo las fotografías o los videos de las travesuras d
Zachary Galecki iba tarde, muy tarde.Debió estar en el salón de clases a las ocho en punto de la mañana, y no lo había conseguido. Dios, y era un examen importante, el más importante, el decisivo… ¿Por qué justo hoy? ¿Le creería su profesor cuando le diera su excusa?No le creyó.Se quedó fuera del salón de clases cuando no se le permitió entrar a realizar su examen luego de haber llegado con quince minutos de retraso.Sólo habían sido quince minutos, pero para su estricto profesor era lo mismo que toda una vida.Se sentó en el suelo y dejó salir el aire. Algo tendría que hacer, arrastrarse por una semana implorando compasión, lo que sea, pero no podía perder esta materia. No estaba seguro de poder prescindir de esta nota y confiar en que su trabajo anterior le ayudara a pasar la asignatura. Ademá
Maldita mentirosa, se dijo Amelia entrando de nuevo al bar donde, hasta hacía unos minutos, había estado con un par de amigas.Bueno, lo que ella llamaba amigas. Tess y Heather eran más bien conocidas, la una era su ex secretaria, y la otra la esposa de su jefe. Había pensado que eran mujeres más mundanas, pero poco habían soportado el alcohol, pues muy pronto tuvo que llamar a sus maridos para que las vinieran a buscar. Y era tan temprano todavía…Había venido aquí con el propósito de olvidarse un rato de todo, de tener conversaciones tontas, reírse, y pasarlo bien, pero había sido todo lo contrario. La absurda felicidad de estas mujeres casadas la lastimaba, y no había hecho más que recordarle, una vez más, lo sola que estaba.No siempre le pasaba, salía con mujeres casadas y felices todo el tiempo. Tal vez hoy estaba más sensi
Pero desconfiar se volvió su hábito cuando una chica le dio un beso aun delante de ella, y cuando le pidió que se explicara, él se había enfadado diciéndole que no tenía control sobre lo que hacían los demás.—Te estás volviendo celosa —le decía él—. Y no me gustan las mujeres celosas.—Pero es que te desapareces, y no me dices dónde estás.—Si tanto quieres tenerme a tu lado, ¿por qué no te vienes a vivir conmigo?—¡Tengo que terminar la carrera! —le decía—. Mis padres son los que me la están pagando. Si les digo que me casé contigo, dejarán de darme su apoyo y tú… ahora mismo vives de tus padres, ¿vas a mantenerme? ¿Puedes hacerlo?—Yo podría, si sólo viera un poco de interés en ti.—&iexc
Amelia despertó con los ojos hinchados, otra vez.Ya tenía el remedio para eso, así que fue a la cocina y preparó dos bolsitas de té y se los puso sobre los ojos durante un rato.El teléfono empezó a timbrar, y contestó.—¿Estás en San Francisco? —preguntó una voz muy conocida para ella, y el corazón empezó a latirle con fuerza en el pecho. Era Catherine, la hermana de Damien.—Conseguiste mi número.—Tengo mis métodos —sonrió ella—. Pero contéstame, ¿estás en San Francisco?—¿Para qué quieres saberlo?—Oh, bueno… es sólo que… quisiera pedirte un favor.—Qué será —preguntó Amelia, algo molesta, y quitándose las bolsitas de té de ambos ojos y arrojándolas a un lad