Las juntas matutinas siempre eran tediosas, por ello, solía evitarlas tanto como le era posible hacerlo. Le fastidiaba escuchar casi los mismos absurdos pendientes que cada lunes se repasaban, aun así, se mantenía atento y daba siempre sus atinados comentarios sobre los diferentes casos. Todos solían escucharlo con atención, por supuesto, era una persona muy lógica e inteligente, por ello, es que siendo tan joven como era, había sido capaz de abrir su propio bufete sin ayuda de su poderoso padre. Andrew Miller era el hijo mayor y heredero del poderoso magnate multimillonario Jacob Miller, sin embargo, jamás alarde de ello, mas bien, despreciaba que se le reconociera como el hijo y heredero de este. Buscaba siempre sobresalir por si mismo, muy por el contrario de su estúpido hermano menor, quien no desaprovechaba ninguna ocasión para presentarse ante el mundo como un Miller.
La junta había terminado, y el apuesto pelinegro se hallaba en solitario dentro de su oficina. Revisaba su celular en busca de algún nuevo mensaje de aquella tonta chiquilla a la que había ayudado a escapar de aquel al que tanto despreciaba.
– Aura… –
Murmuro en el silencio que reinaba en aquel sitio. Caminando hacia los grandes ventanales de aquel moderno edificio, nuevamente pensó en ella. Había sido su prometida, había estado a punto de casarse con ella después de que su tonto hermano la engañara con esa mujer de poco valor. Oh si, Stephen, su necio hermano, había sido el prometido original de Aura, y su infidelidad, provoco una serie de desastres con los que todavía mucha gente estaba lidiando. Aura, conoció y se enamoro de Cedrick Meuric, ese malnacido y arrogante empresario multimillonario, que la había puesto contra una esquina. Su tórrido romance había traído consecuencias, consecuencias tan terribles como devastadoras.
Las gotas de lluvia golpeaban con cierta violencia los cristales, y el ambiente en la ciudad lucia quizás demasiado sombrío, sombrío como sus pensamientos. Durante toda su vida, había sido un hombre recto, de lógica y de pensamiento, nunca de sentimientos, sin embargo, Aura Prince desafiaba todo aquello, lo hacia sentir un tornado de emociones demasiado confusas y demasiado incomodas, sensaciones que rayaban en lo ridículo y que contradecían su fría y analítica manera de ser.
Un recordaba la rabia que sintió cuando la supo en los brazos de Cedrick, el desconsuelo que experimento cuando ella le confeso que lo amaba mas que a nada en el mundo, y mas aun, saberla esperando un hijo de este. Sus puños se apretaron hasta que los nudillos se volvieron blancos, Aura, era todo lo que siempre había querido para si mismo, y la perdió dos veces contra las dos personas que mas despreciaba en el mundo. Había perdido una vez cuando se anuncio que la hermosa chiquilla seria la esposa de su idiota hermano menor. Aquella tarde, se había encerrado en si mismo, era solo un adolescente, 12 años en aquel entonces, y aun cuando Aura era mucho menor, con apenas 7 primaveras contando en su haber, el ya la amaba, y quería ser el quien la protegiera por siempre. Entonces, cuando supo que Stephen la había engañado, supo que aquella era su oportunidad para tenerla consigo, como siempre quiso…sin embargo, ella ya se había enredado con Cedrick, y esta vez, la había perdido completamente.
El sonido de la vibración de su celular, distrajo sus pensamientos. Era ella, su amada Aura, su única debilidad y lo único que quería tener consigo para siempre. Mirando la pantalla, leía con una ansiedad no demostrada, cada palabra escrita por ella.
“Me encuentro bien, perdona por tardar en responderte, estuve ocupada buscando un nuevo trabajo, no te preocupes, lo he encontrado, no es necesario que me dejes dinero, no quiero molestarte, gracias por todo Andrew”
Sus ojos de lluvia releyeron ese mensaje un par de veces más, en verdad, odiaba que fuese tan terca, su situación no era la mejor, estaba sola, embarazada, despreciada por su padre y escapando de Cedrick, sin embargo, a pesar de saberse en medio de un mar de problemas, no estaba dispuesta a aceptar mas ayuda de la que le había brindado…odiaba que no le permitiera poner el mundo a sus píes o ser quien la rescatara.
Andrew nunca se daba cuenta, de lo mucho que cambiaba en el momento en que su mente la dibujaba a ella, Aura era su mundo…y su perdición.
Tomando su fino y elegante saco, salió de las oficinas en su alto edificio para conducir hasta el sintió en donde se hallaba ella. No la dejaría sola en aquel momento, como no la había dejado sola nunca. Aura siempre era así, todo lo opuesto a él, completamente cálida, completamente sentimental, su personalidad chocaba con la fría y analítica suya…quizás era por ello que la amaba con locura, porque Aura Prince representaba todo lo que él nunca podría ser.
La carretera oscura dibujaba nubarrones de tormenta, eran ya 7 meses desde que la alejo de su vida a petición de ella misma, oculta del mundo y pretendiendo construir una vida desde cero, incluso, había decidido comenzar nuevamente a estudiar una carrera, aunque no le había dicho cual, él era el único que sabia en donde estaba, que conocía su secreto, y se sentía de cierta manera reconfortado porque así fuera…él era el único que estaba junto a Aura.
Finalmente, y después de detenerse un momento para comprar algo de cenar para ambos, la pequeña y destartalada casita de la mujer que invadía a diario sus pensamientos, se dibujó a la vista. Realmente, aquel no era un lugar digno para que la joven Prince viviera, había pasado de tener una vida de princesa a vivir casi en la miseria, y, aun así, ella no se quejaba, quizás, la admiraba por ello.
Aura salió a recibirlo, por supuesto, no lo esperaba, se le notaba en su expresión de sorpresa. Sus pequeñas manos protegían su ya abultado vientre, dentro de poco daría a luz, un niño, ella le había confesado que el ultrasonido le había revelado aquello…el hijo de su Aura…y de Cedrick.
– Vuelve adentro, lloverá en cualquier momento y no estas en condiciones de pescar un resfriado – ordeno Andrew con su fría calma habitual mientras bajaba la cena que había comprado en el camino. Aura sonrió.
– No debiste molestarte, apenas iba a prepararme algo – dijo la joven de cabellera cobriza mientras miraba las bolsas con comida que su querido amigo había traído.
– No te caerá mal comer algo diferente, traje ternera y pasta, según recuerdo, realmente te encantaba comer ambos cuando aun eras una mocosa – dijo el apuesto abogado recordando a la pequeña Aura completamente sucia con salsa de tomate y celebrando comer exactamente lo que había comprado.
Aura sonrió. – Es verdad, realmente amaba comer eso cuando era pequeña – dijo la joven con melancolía recordando los buenos tiempos. – Aun así, no debiste molestarte – añadió.
Andrew la miro con aparente indiferencia mientras la miraba entrar en la casucha vieja que rentaba, caminando a duras penas por su evidente embarazo. Dentro del sitio, una vez fue testigo de la precariedad con la cual vivía, su bien, el lugar estaba pulcramente ordenado, este no tenia muchos muebles y la pintura se apreciaba carcomida, era un sitio realmente desolador. –
Vamos a cenar, quiero que me cuentes sobre tus planes – el abogado pidió saber, aunque aquella petición sonaba mas como una orden.
Aura le había contado sobre su nuevo empleo y se sentía gratamente sorprendido con la noticia que la joven acababa de darle.
– Entonces, serás abogada, ¿Cuándo lo decidiste? – le cuestiono.
Aura guardo silencio por un momento, y luego hablo. – Me gusta ayudar a las personas, después de todo lo que paso entre las mentiras de Cedrick y las de mi padre, entendí que es importante saber defenderse…yo, fui una tonta, fui una tonta por permitir que el me engañara, que hiciera todo lo que hizo casi rayando en la ilegalidad…además, dentro de poco nacerá mi hijo, y no permitiré que el me lo arrebate, me asegurare de no pueda hacer nada contra el o contra mi – dijo con un deje de ferocidad la joven que nunca antes le había visto.
Andrew medito las palabras de Aura, ella, había huido sin decirle a aquel malnacido que estaba encinta, en realidad, sin decírselo a nadie, y estaba mas que decidida a convertirse en abogada para defenderse. Sonrió.
– Muy bien, será mejor que te prepares, esta carrera no es tan sencilla como piensas – dijo Andrew con seriedad.
Aura se levanto de su lugar y camino hacia Andrew, del cual se abrazo con melancolía. Andrew, se sintió paralizado durante un momento, su corazón latió de prisa, y entonces, tuvo el rostro de aquella cobriza frente al suyo.
– Gracias por todo Andrew, realmente, eres tú el único en quien yo confió – dijo con sinceridad Aura.
Un impulso eléctrico lo recorrió, un impulso imprudente, carente de lógica. Ella era joven, aun siendo ya mayor de edad, era joven, había vivido un infierno de mentiras del que tuvo que escapar. El era mayor, mayor que ella, un hombre de lógica y pensamiento, un hombre que no se dejaba llevar por sentimentalismos baratos, y, aun así, miro sus labios. Quería besarla, quería tener a Aura consigo para siempre, y aun cuando su mente le gritaba que se detuviera, que obedeciera a la razón y no a las palpitaciones de su corazón…la beso.
Aura se sorprendió, a su mente solo llegaron recuerdos de aquel rubio arrogante al que aun amaba…sin embargo, no lo rechazo, se dejo besar por Andrew Miller, decidiendo dejar atrás su pasado, dejar atrás al hombre que siempre le mintió…y lo beso. Un beso lento, necesitado, un beso en el que ambos buscaban consuelo, en el que ambos querían ahogar pensamientos.
Andrew sabia que aquello no era sensato, que quizás, estaba marcando su propia ruina, pero, aun así, no pudo detenerse. Aquella joven a la que amaba, a la que había amado siempre, no lo necesitaba, eso ya lo sabía, así como tambien, que quizás, ella no lo amaría nunca, y aun así, fuera de toda lógica, la siguió besando, no dispuesto a dejarla irse…no dispuesto a volver a perderla.
Lejos de allí, en otro país mucho mas lejano, Cedrick Meuric miraba las nubes de tormenta que se formaban sobre el océano desde su alto departamento. Aura lo había dejado atrás, había huido sin que nadie supiera a donde…y el, no quería dejar de buscarla, ella era suya, como el era de ella, y no la dejaría marchar para siempre, sin importar el precio, la recuperaría.
Separándose de él, Aura no supo cómo se sintió en ese momento. Había sido besada por Andrew, y ella, no se había resistido, aunque no entendía muy bien el porqué. Quizás, era porque no quería seguir pensando en aquel rubio al que amo…y al que aun amaba, quizás, era porque quería seguir adelante como Cedrick había hecho. Mirándolo a los ojos, se levanto de puntitas y volvió a besarlo, Andrew siempre había sido mucho mas alto que el, y siempre había sido esa figura protectora a la cual acudía cuando algo iba a mal, había sido de esa manera desde que solo eran unos niños…por ello es que se sintió realmente miserable al dibujar el rostro del rubio en su mente mientras besaba al pelinegro.– No tienes que fingir Aura, se que aun piensas en el – dijo Andrew logrando sorprenderla. Por supuesto, Andrew no era ningún ingenuo, de hecho, era el hombre mas astuto e inteligente que conocía, siempre iba tres pasos delante de cualquiera en el mundo.– No, no sé qué…Andrew poso uno de sus dedos sobr
Detestaba que lo hicieran esperar, en realidad, la impuntualidad en las personas era de las cosas que mas despreciaba en cualquiera. Mirando el reloj, contaba ya diez minutos de retraso de parte de su “clienta”, y, siendo el ocupado hombre que era, no la esperaría mucho más.Había tomado un vuelo a Nueva York a donde había arribado horas atrás para llegar a tiempo y cumplir con ese tedioso compromiso. Nuevamente se preguntaba, ¿Por qué razón había tomado el caso? Era casi imposible de lograrse. Emily Young, esa mujer era todo un caso, lo reconocía, la ex novia de su estúpido hermano menor y la mujer por la cual, Stephen había abandonado a Aura, estaba muriendo de un agresivo cáncer, por el cual, ya había sido desahuciada, sin embargo, se había encariñado de una pequeña que, al igual que ella, estaba sufriendo por la enfermedad, una leucemia que había entrado en retroceso y de la cual se estaba recuperando satisfactoriamente. Por alguna razón que su mente lógica no terminaba de compren
El brillo de la pantalla en medio de la oscuridad, iluminaba el pequeño espacio en donde actualmente vivía. Aquella sonrisa que se dibujaba en viejas fotografías dentro de su red social, le apuñalaba el corazón, trayendo a su mente diversas memorias que en realidad no eran demasiado lejanas, mas bien, solo eran de meses atrás. Su vida había cambiado radicalmente, de ser una niña rica de papi y mami, ahora vivía en la miseria, y lo peor era, que realmente los problemas económicos no le suponían realmente un problema…era la ruina emocional en que Cedrick Meuric la había dejado, lo que la mantenía completamente derrotada y destruida.Sintiendo un pequeño movimiento de su vientre, se sintió aún más miserable, había escapado de todo aquello que alguna vez fue lo mas importante en su vida. Había huido de Cedrick, de su padre, amigos…de ella misma. No quería regresar, no quería volver a sufrir y ser herida como lo había sido. Cedrick, el hombre que juro amarla y que la forzó a mantener una r
La larga carretera que ya los recibía se apreciaba casi vacía a esas horas de las madrugada, la oscuridad lo cubría todo a su paso y los nubarrones de lluvia que se divisaban a lo lejos presagiaban una gran tormenta, mirando por el espejo retrovisor miraba la ciudad quedarse cada vez más atrás, Andrew Miller se preguntaba cómo es que había terminado enredado en tal lio, se consideraba a si mismo como una persona sensata y de pensamiento lógico, aunque en esa situación no estaba siendo ninguna de las cosas, pero, ¿Cómo negarse cuando ella se lo había pedido de manera tan dolorosamente desesperada?“Todo hombre comete, aunque sea una sola, locuras por una mujer”Aquella frase casi le hizo mostrar una desapercibida sonrisa de ironía, siempre había considerado que su padre no era una persona sensata, siempre dominado por tontos sentimentalismos al igual que la mujer a la que se consideraba una madre y su estúpido medio hermano menor, todos eran iguales en ese aspecto…y ahora mismo el tamb
La luz del amanecer les molestaba un poco a sus ojos cansados; era lógico, no había dormido mas que un par de horas en un motel de paso antes de llegar a su destino, sin embargo, finalmente llegaba a California; había decidido tomar la carretera y no un avión porque necesitaba algo de tiempo para analizar la situación y terminar de asimilar lo que estaba ocurriendo.La ciudad parecía casi desierta a esas horas de la mañana; era de esperarse, California solía ser una ciudad muy viva pero solo de noche, por ello no gustaba demasiado; demasiado ruido para su gusto y demasiados ebrios para tolerarse, era como estar en una noche eterna de fiesta y para alguien como el, eso era bastante tedioso; para nadie era un secreto que Andrew Miller no era un hombre de juergas, fiestas o excesos, por eso era que muchas personas, entre ellas su estúpido medio hermano menor, le consideraban un “tipo” aburrido; solo Aura siempre lo había encontrado extrañamente divertido y fascinante.Toda la noche habí