Amores prohibidos
Amores prohibidos
Por: Manzoni
Prólogo

Amy estaba asegurándose de llevarse todas sus pertenencias, sin olvidar ninguna que fuera importante para ella, tenía que elegir bien que era lo que le importaba porque debía hacer entrar todo en un total de cuatro maletas. Tomaría un viaje sin regreso a Arabia Saudita, donde al llegar olvidaría todo lo que la acecha en su país, y se dedicaría a ella completamente, logrando muchas objetivos que tiene en mente desde hace tiempo.

Quería comenzar una nueva vida para poder superar todo el tormento que vivió en su país natal, y donde creyó que tendría una buena vida, pero fue así, y ahora esta obligada a irse, obligada porque en realidad se va por un motivo que no es el que ella querría.

Amy es muy inteligente, pero eso nadie le valora al quedar encantados con su belleza tan exótica, belleza que le ah traído problemas con hombres peligrosos, por eso debía abandonar el país.

Con solo recordar el como su padre la vendió a un mafioso Ruso a cambio de saldar sus deudas en su casino se le revuelve el estómago, y el como Intentó a llevarla a la fuerza con el hombre y que al ella haberse resistido su padre la golpeó hasta creer que estaba muerta y dejarla tirada fuera de un hospital, una vez se recuperó y salió del hospital el ruso estaba listo para llevársela a su lado por la fuerza si era necesario. Ella trató de ir a la policía, pero era un mafioso con mucho poder y que tenía comprada a la ley, así que poco podía hacer, sus denuncias jamás eran tomadas.

En el mundo y lugar donde creció ella pasaba muy seguido que un mafioso se llevara a una chica y no se volviera a saber de ella, ya sea porque un familiar la vende o la da como pago por una deuda, o simplemente la secuestran, pero siempre la policía hace la vista gorda, se tapan los ojos y oídos con el dinero que le paga la mafia. Muchas de ellas tenían finales trágicos.

Al haber escapado de uno de los mafiosos con más poder, estaba en peligro, podrían matarla si no lograban llevarla con él, y ella prefería irse lejos a un lugar completamente extraño, antes que ser capturada y vivir una miserable y tal vez corta vida.

Por un tiempo se mantuvo oculta y sin saber que hacer, incluso perdió las esperanzas de conseguir salir de ese problema, pero cuando ella ya estaba en lo más profundo de ese hoyo, encontró la oportunidad de su vida, una muy lejos, donde empezar de cero, en una empresa de aerolíneas de Arabia Saudita llamada Flyadeal, como secretaria del mismísimo dueño de la empresa, digamos que unos de los cargos más importantes allí dentro. Ella era perfecta para ese cargo, porque antes de que se padre la vendiera, ella trabaja en una aerolínea, había empezado como azafata de vuelo y fue estudiante y ascendiendo con sacrificio hasta que llegó a ser la vicepresidenta en tan solo seis años.

Se graduó graduó y estudio mientras trabajaba con mucho sacrificio, incluso dos de los seis años en los que trabajó fue secretaria del director y dueño de la aerolínea, tenía muy buenas recomendaciones y debido a eso la aceptaron para el cargo sin siquiera tomarle una entrevista. A ella le pagaban muy bien, pero su padre que era un abogado retirado y alcohólico, que tenia una vida desenfrenada, por no decir que tiro todo a la basura porque el alcohol y las apuestas, que para eso le quitaba el dinero a su hija mediante golpes. Ella cambió debido a todo lo que aguantó de su padre por años, desde recibir a amenazas a palizas, sobrio no era tan malo, pero ebrio era peligroso.

Ella sabía lo que conllevaba el irse a una país con una cultura opuesta a la que estaba acostumbrada, o con la cual creció, pero estaba más que dispuesta a obligarse a quedarse allí a pesar de todo lo que suceda. La ayudaría muchísimo el que hable ruso, árabe, inglés y alemán, cosa que había aprendido para desarrollarse mejor en los vuelos que tenia, ya que cuando era azafata le tocaba los vuelos en los que los pasajeros hablaban esos idiomas y a ella le gustaba entenderlos para ofrecerles un mejor servicio, por eso ascendió tan rápido, era una excelente profesional que podía todo de sí misma.

—Ya esta todo lo que quiero llevar, no dejo nada importante —dijo Amy a su amiga Lindsay y su esposo Kenneth, mientras este último tomaba sus maletas para comenzar a bajarlas.

—Ya veras que comenzaras una nueva vida y mucho mejor de la que llevabas aquí —le dijo su amiga, la que la estaba escondiendo junto a su esposo para que no la pudieran encontrar, tanto su padre como el ruso, esa casa era el lugar más seguro donde podía esconderse, y funcionó, su padre no se atrevió a ir y la mafia no sabía dónde buscarla. Su padre sólo era fuerte frente a a hija que se doblegaba, porque jamás se atrevió a nada frente a Kenneth; un agente del FBI.

—Tú y Kenneth son a los únicos que extrañaré de este maldito lugar —dijo Amy.

—A pesar que estaremos en diferentes continentes cuenta conmigo, si necesitas algo y puedo ayudarte no dudes en pedírmelo.

Su amiga junto a su esposo fueron a llevarla personalmente al aeropuerto para que nadie se interponga en su arribo al avión, no querían que nadie arruinara las esperanzas de Amy de una nueva vida. Kenneth la ayudo con sus maletas hasta entregarlas, cuando había llegado el momento de despedirse.

—Lo haces por ti, no lo olvides —le dijo su amiga dándole un último abrazo.

—Pasajeros con destino a Arabia Saudí sin escalas, favor abordar la puerta número ocho para el arribo —se escuchó el aviso por el alto parlante.

Dando una última mirada a las únicas personas que la apoyaron, se dirigió hacia la puerta de embarque correspondiente dejando atrás todas las cosas malas que le sucedieron. Lista y segura entregó sus papeles y fue dirigida a abordar el avión que le llevaría a su nuevo y diferente futuro.

Luego de unas largas catorce horas de viaje ya estaba aterrizando en Arabia Saudita, llegó a las tres y cuarenta de la tarde al aeropuerto, ya en ese lugar se notaba a la legua el choque de culturas, empezando por la vestimenta, las mujeres en su mayoría estaban vestidas con una capa larga negra que se llama abaya y un velo que se llama niqab, a pesar de que ella no vestirá eso allí, se vistió con recaudo, no se la obliga a vestirse como el islam lo ordena, pero puede ser detenida por ir demasiado descubierta. Ella por suerte se había informado muy bien sobre el lugar al que iba, más cuando es tan diferente en leyes y costumbres, quería evitarse ocasionar problemas.

Con ayuda de un muchacho para llevar sus maletas tomó un taxi para dirigirse hacia un departamento que había alquilado con anterioridad.

—Llegamos —aviso el taxista en la inglés una vez estaba frente al edificio.

—Gracias —agradeció cuando bajo del taxi tomando sus maletas con dificultad ya que eran cuatro. Apenas iba a entrar al edificio cuando cuando cruzó con dos mujeres árabes que más miraron y murmuraron desaprovatoriamente.

Cuando decidió viajar sabía que podría ser juzgada, ya que es muy diferente, pero no le fue un impedimento, ella fácilmente podría resistir malos comentarios y malas miradas también, después de todo no seria lo peor del mundo, a no ser que la linchen. 

—Buenas tardes, yo alquile un departamento en éste edificio vía internet y avise que hoy vendría —se dirigió Amy a la recepcionista en la entrada, porque éste era un muy buen edificio y seguro que contaba con seguridad y recepcionista las veinticuatro horas.

—Ah si, me avisaron, tu eres la Americana —dijo la muchacha que parecía de su edad.

—Exacto, necesitaría las llaves. 

—Bien, aquí están —dijo extendiendo unas llaves en su dirección —es el apartamento novecientos cincuenta y siete, en el noveno piso, en ese piso solo está su departamento, así que el ascensor se abrirá directamente en su sala, para que se abra debe ser autorizado desde el interior del departamento o digitando en el tablero junto al número de piso la clave que está en el llavero que le di junto con las llaves, es el mejor departamento del edificio y espero que le guste, y si desea puede dejar sus maletas y le pido a un encargado que las lleve.

—Perfecto, muchas gracias, pero no es necesario yo las llevaré —subió al ascensor con sus maletas y fue hacia el noveno piso digitando la clave. En un principio pensó rentar algo más humilde, pero tenía el dinero para rentar algo lindo y que le guste por primera vez y ya tenia trabajo aquí, así que decidió darse un gusto.

El departamento no era tan grande como uno imaginaba, una especie de loft con estilo abierto y todo en color blanco, tenía un dormitorio con un baño privado y un gran armario, una cocina bien equipada, un comedor abierto que divide la cocina y la enorme sala, y un baño general, todo con lindos muebles en colores blancos y grises.

—Bueno, a partir de aquí comienza una vida nueva —susurró ella adentrándose en el departamento. 

Quería estar lista para cuando tuviera que ir a la empresa, así que dirigió inmediatamente a desempacar y acomodar todo a su gusto, no sin antes llamar a su amiga para comentarle que ya se estaba instalando.

A las seis de la tarde ella tenía que ir a la oficina de su jefe a presentarse y ponerse de acuerdo acuerdo algunos detalles para mañana comenzar a trabajar. Ya que todas las mujeres eran muy recetadas ahí, no quiso arriesgarse a ponerse falda o vestido, opto por un pantalón ajustado negro, con una blusa sin escote color beige y una chaqueta formal blanca encima, y unos tacones formales beige, su pelo castaño se lo dejo suelto en ondas y se maquillo muy discreta.

Trató de ponerse algo que llame lo menos posible la atención.

Lo bueno era que no tenía que tomar ningún tipo de transporte para llegar a su trabajo ya que él edificio quedaba a tan solo una cuadra de allí, eso fue lo que más le interesó de él a ella, después de todo no era bueno andar recorriendo a quien sabe que hora largos trayectos en un lugar tan extraño. No tardó más de diez minutos en llegar al lugar, no había manera de perderse ya que resaltaba mucho en el entorno.

Amy se acercó a la recepción tratando de hablar con la ocupada recepcionista.

—Buenas, me citaron hoy porque yo fui contratada como asistente del señor Eryildiz Demir, tenía que venir a hablar a las seis con él para mañana comenzar mi trabajo.

—Si, tengo esa cita agendada, pero no esperaba que fuera una Americana, de todas maneras el señor Demir esta ocupado y no podrá atenderla —dijo la recepcionista algo a la ofensiva.

Otra vez la estaban juzgando por su apariencia, ¿acaso no la dejarían trabaja o la echarían al verla?.

—Esperaré —dijo Amy dando una forzada so risa a la chica que la juzgó. 

Al minuto que Amy había tomado asiento en la recepción recibiendo una mala mirada de la recepcionista, llegó un hombre alto y musculosa, con un portero elegante e intimidante.

—Nos reuniremos en dos días con el príncipe Bay Olca Duran —le venía hablando un abogado al hombre— ¿Está bien para usted?. 

—Si, esta bien —dijo pasando de golpe al ver en su recepcion a una chica con la mirada baja, que era muy hermosa, tanto que logro desequilibrarlo como si lo hubieran golpeado, nunca una mujer lo había llamado de esa manera la atención.

Tenía que saber quien era y porque estaba allí esperando aparentemente algo o alguien, así que le preguntó a la recepcionista quién era la chica.

—¿Quién es la señorita?. 

—Fue contratada como su asistente señor, la han citado para la seis, pero usted no se encontraba.

—Cierto, lo había olvidado, pero no la hagas esperar más, la veré en mi oficina inmediatamente —dijo el árabe para después dirigirse a su oficina a esperar a esa chica que lo había cautivado. Justo antes de entrar a su oficina le dio una mirada justo cuando ella levantó la vista cruzándose con su mirada, dejándolo sorprendido por enigmática y sorprendente mirada diferente, en ese momento supo que quería cortejarla, nadie en su vida lo había dejado tan maravillado como esa castaña de ojos desiguales. Por su cama jamás había pasado semejante belleza, y aunque él jamás había siquiera coqueteado con una empleada, esta vez rompería las reglas e intentaría algo con su secretaria.

La Americana de igual manera que el empresario, quedó maravillada con el espécimen de hombre que topo su vista, hasta ese momento no había conocido a un hombre que fuera así de atractivo, formal e intimidante. Aunque el choque de sus miradas la sorprendió y la puso nerviosa, ella no podía romper el contacto visual con semejante belleza frente a ella, solo podía pensar que si era su jefe no tendría concentración en ningún momento del día en el trabajo, sino en el espécimen de hombre que es su jefe.

—Señorita Crawford, el jefe la recibirá en su oficina en este momento —llamó su atención la recepcionista haciendo que rompa el contacto visual con el hombre.

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