El aire se vuelve más denso de lo que jamás había sentido. Mi corazón se detiene al ver a Vicente, amordazado y atado como un prisionero. Nunca lo había visto tan vulnerable, tan indefenso. El todopoderoso Vicente, siempre en control, ahora es una sombra de lo que fue, y eso me aterra.—¿Qué has hecho, Luca? —pregunto, sin poder creer lo que ven mis ojos. Mi mente lucha por procesar la escena.Luca da unos pasos hacia mí, sus manos metidas en los bolsillos, relajado como si nada estuviera fuera de lo normal. Su mirada es fría, calculadora, una expresión que jamás le había visto. ¿Dónde está el hombre que me hizo dudar de todo? Este Luca es alguien más, un depredador.—Hice lo que tenía que hacer, Valeria. —Su voz es suave, casi como si estuviéramos teniendo una conversación trivial—. Vicente era un obstáculo. Sabes tan bien como yo que alguien tenía que caer.—Esto no estaba en los planes —murmuro, acercándome con cautela, pero sin apartar la vista de Luca—. No así.Luca me observa de
Mi corazón martillea con fuerza. Vicente, mi enemigo, mi aliado, mi tormento… y ahora, mi víctima.Miro a Vicente de nuevo, y en sus ojos veo la verdad: él haría lo mismo si los papeles estuvieran invertidos. En este mundo, la supervivencia es cruel, despiadada. Y yo he jugado este juego durante demasiado tiempo para fingir que no sé cómo funciona.Luca me tiende una pistola. La sostiene con calma, como si fuera la solución más obvia, como si todo lo que he construido dependiera de este momento.—Hazlo, Valeria —murmura, casi con ternura—. Hazlo por nosotros.Miro la pistola, luego a Vicente, que me observa con una mezcla de desesperación y furia. Nunca imaginé que sería yo quien decidiera su destino. Y tal vez, él tampoco lo vio venir.Tomo el arma. La sensación del metal frío en mi mano es familiar, pero ahora pesa más que nunca.Podría disparar.Podría acabar con todo esto, reclamar mi lugar como la única fuerza en este mundo. Luca a mi lado, Vicente muerto, y el poder absoluto en
Subo al taxi.—Solo conduce, —le digo al chofer, que me mira por el retrovisor con una mezcla de curiosidad y cansancio—. Donde sea.Los pensamientos me abruman.Al alejarme del apartamento, la adrenalina que había estado sosteniéndome comienza a desaparecer, y la realidad de lo que acaba de pasar me golpea de lleno. Vicente está vivo, por ahora, pero ¿por cuánto tiempo? Luca no va a detenerse. Eso está claro. Su ambición es demasiado grande para dejar que alguien como Vicente siga respirando. Y ahora, yo estoy atrapada en el medio de su guerra personal.Pero no voy a ser una víctima. No otra vez.Mientras el taxi cruza las calles desiertas de la ciudad, me doy cuenta de algo: ya no hay marcha atrás. Luca no va a perdonarme por rechazar su plan, y Vicente… bueno, Vicente nunca perdona una traición, ni siquiera la que no se ha consumado del todo.Tengo que tomar una decisión rápida, y no puedo esperar que el destino lo haga por mí. Esta vez, soy yo quien tiene que hacer la jugada.Saco
Vicente deja escapar una risa seca.—Sabes que las treguas en este mundo no duran, Valeria.—No tienen que durar para siempre, —respondo—. Solo lo suficiente.Al final, Vicente acepta, pero no sin condiciones. Siempre hay condiciones.—Cuando todo esto termine, —dice mientras se levanta, acercándose para tomar mi rostro entre sus manos—, tú y yo vamos a tener que resolver nuestras diferencias. No creas que he olvidado lo que hiciste esta noche. Tarde o temprano, vas a tener que pagar por ello.—Lo sé, —respondo, mirando directamente a sus ojos—. Pero no será hoy.Y con eso, Vicente se aleja, dejándome sola en el club. El pacto está hecho. Luca está condenado, pero yo también he sellado mi destino.Mientras camino hacia la salida, sé que las cosas nunca volverán a ser iguales. He cruzado una línea, una de la que no hay vuelta atrás. He traicionado a Luca, pero he salvado mi propia vida. Y en este mundo, esa es la única verdad que importa.No hay héroes, solo supervivientes.…………La ciu
Antes de que pueda responder, la puerta del penthouse se abre de golpe. Luca se gira justo a tiempo para ver entrar a tres hombres. Mis hombres. Ellos no necesitan presentaciones, ni disculpas. Vienen a cumplir una orden.—Valeria, ¿qué estás haciendo? —pregunta Luca, pero ya sabe la respuesta.—Lo que tenía que hacer desde el principio, —respondo, alejándome de él mientras mis hombres lo rodean—. Elegí mi bando. Y no eres tú.Luca intenta resistirse, pero sabe que está acabado. Los hombres que me rodean son profesionales. Sin más palabras, se lo llevan, mientras él lucha por mantener la dignidad que le queda.—No me hagas esto, Valeria, —son sus últimas palabras antes de que lo saquen del lugar. No hay gritos ni ruegos desesperados. Solo silencio. Su destino está sellado, y no habrá vuelta atrás.Más tarde, recibo la confirmación. Luca ya no es una amenaza. Está muerto, y con él, se fue el último pedazo de mi antigua vida. Vicente y yo seguimos de pie, pero ahora, yo tengo la ventaja
Llego a su villa esa misma noche. El lugar está rodeado de una belleza imponente, pero en su corazón late un peligro constante. Las luces, los guardias, el lujo desmedido... todo habla del poder de Vicente, pero también de su aislamiento. Es un rey en su castillo, y yo, al parecer, soy su reina... aunque aún no lo sepa.Me recibe con una sonrisa que no llega a sus ojos.—Valeria, qué bella estás esta noche. —Su voz es suave, peligrosa.—Gracias, Vicente. —Sonrío con la misma falsedad—. Sabía que esta noche debía ser especial.Caminamos hacia el salón principal, donde una mesa elegantemente servida nos espera. Este no es un simple encuentro. Esto es un juego de poder, y ambos lo sabemos.—Luca ya no es un problema, —dice Vicente, sirviéndome una copa de vino tinto—. Ahora el mundo es nuestro.Levanto mi copa en un gesto educado, pero las palabras "nuestro" me resuenan como un eco vacío. Lo que Vicente no entiende es que el mundo no pertenece a ninguno de nosotros dos. Pertenece a quien
Salgo de la villa de Vicente con una calma inquietante.El aire frío de la noche golpea mi rostro, pero no me afecta. Lo he hecho. Vicente, el hombre que creía controlar mi vida, ya no es más que un cadáver en el suelo de su opulento castillo. La oscuridad se cierne sobre mí, pero en lugar de sentir miedo, siento una peligrosa libertad.El poder es mío ahora, pero el peligro sigue acechando. Todavía hay enemigos que no conozco, aliados que aún no han mostrado su verdadera cara, y la ciudad… la ciudad nunca duerme.Mientras camino hacia el coche que me espera, mi celular vibra en mi bolsillo. Al principio, pienso que es uno de mis hombres, confirmando que todo ha salido como lo planeamos. Pero el nombre que aparece en la pantalla me hace detenerme en seco. Luca.—No puede ser.Luca está muerto. Vi cómo lo sacaban de esa habitación. No puede estar llamándome. Sin embargo, el número es el suyo, y el mensaje que aparece en la pantalla es corto, pero cargado de significado: "Nos vemos pron
Sus ojos me recorren de arriba abajo, y siento una mezcla peligrosa de atracción y temor. Siempre hubo algo en Vicente, algo que me atraía, pero también me repelía. Un hombre que no juega según las reglas de nadie, y eso lo hace impredecible.—Luca dejó una puerta abierta para ti, Valeria. —Su tono cambia, volviéndose más suave, casi seductor—. Una puerta que ahora tienes la opción de cruzar, o puedes intentar mantenerte sola en este juego y... bueno, ya sabes cómo terminan los que creen que pueden sobrevivir sin aliados.Doy un paso atrás, dejando que las palabras de Vicente se asienten. La atracción entre nosotros es innegable, pero también lo es el riesgo que representa. Luca ya no está, o al menos eso creía, pero Vicente trae consigo el olor del peligro. Una parte de mí quiere saber más, quiere dejarse llevar por la tensión entre nosotros, pero la otra parte… la parte que quiere sobrevivir, duda.—¿Y qué me ofreces tú, Vicente? —pregunto, sin dejar que mi voz tiemble—. Porque, por