Mientras bajo en el ascensor, mi corazón late con fuerza, más de lo que estoy acostumbrada. Luca ha despertado algo en mí, algo que creí muerto hace mucho. Y aunque estoy acostumbrada a manejar situaciones difíciles, esta es diferente.El poder, la ambición, las traiciones, todo eso lo puedo controlar. Pero cuando se trata de amor, de abrirse a alguien, es una batalla completamente nueva.Y ahora, tengo que decidir si estoy dispuesta a librarla. Porque una cosa está clara: con Luca, nada será fácil, pero tal vez... valga la pena.Días después…El eco de mis tacones resuena en las paredes del club, que está vacío a esta hora de la tarde. Es mi santuario, un espacio donde soy reina y verdugo, pero hoy siento que no tengo el control. El encuentro con Luca sigue dando vueltas en mi cabeza. No estoy acostumbrada a dudar, y mucho menos cuando se trata de hombres. Él no debería afectarme así, y sin embargo, lo hace.Me siento en la barra y pido una copa, algo fuerte, aunque sé que ni el lico
—Tienes que elegir, Valeria —me susurra mi conciencia, ese lado que me recuerda que no puedo tenerlo todo.Y ahí está el dilema. Entre el poder y la pasión, entre la seguridad que me ofrece Vicente y la libertad que siento con Luca. No puedo tener a ambos. Lo sé. Y si no elijo pronto, uno de ellos lo hará por mí.Días después, Vicente me invita a cenar en uno de sus restaurantes favoritos. Es su manera de marcar territorio, llevarme a los lugares más exclusivos, donde todos nos ven juntos y saben que nadie se atreve a desafiarlo.—Te ves hermosa —me dice al llegar, con esa sonrisa que en otra vida me hubiera cautivado. Pero ahora solo me recuerda el control que intenta ejercer sobre mí.—Gracias —respondo con una sonrisa que no llega a mis ojos, tomando asiento frente a él.La cena transcurre con la formalidad habitual. Negocios, poder, control. Vicente habla sobre sus últimas movidas, dejando caer nombres y acuerdos que se cierran entre platos caros y copas de vino. Pero yo apenas lo
El aire se vuelve más denso de lo que jamás había sentido. Mi corazón se detiene al ver a Vicente, amordazado y atado como un prisionero. Nunca lo había visto tan vulnerable, tan indefenso. El todopoderoso Vicente, siempre en control, ahora es una sombra de lo que fue, y eso me aterra.—¿Qué has hecho, Luca? —pregunto, sin poder creer lo que ven mis ojos. Mi mente lucha por procesar la escena.Luca da unos pasos hacia mí, sus manos metidas en los bolsillos, relajado como si nada estuviera fuera de lo normal. Su mirada es fría, calculadora, una expresión que jamás le había visto. ¿Dónde está el hombre que me hizo dudar de todo? Este Luca es alguien más, un depredador.—Hice lo que tenía que hacer, Valeria. —Su voz es suave, casi como si estuviéramos teniendo una conversación trivial—. Vicente era un obstáculo. Sabes tan bien como yo que alguien tenía que caer.—Esto no estaba en los planes —murmuro, acercándome con cautela, pero sin apartar la vista de Luca—. No así.Luca me observa de
Mi corazón martillea con fuerza. Vicente, mi enemigo, mi aliado, mi tormento… y ahora, mi víctima.Miro a Vicente de nuevo, y en sus ojos veo la verdad: él haría lo mismo si los papeles estuvieran invertidos. En este mundo, la supervivencia es cruel, despiadada. Y yo he jugado este juego durante demasiado tiempo para fingir que no sé cómo funciona.Luca me tiende una pistola. La sostiene con calma, como si fuera la solución más obvia, como si todo lo que he construido dependiera de este momento.—Hazlo, Valeria —murmura, casi con ternura—. Hazlo por nosotros.Miro la pistola, luego a Vicente, que me observa con una mezcla de desesperación y furia. Nunca imaginé que sería yo quien decidiera su destino. Y tal vez, él tampoco lo vio venir.Tomo el arma. La sensación del metal frío en mi mano es familiar, pero ahora pesa más que nunca.Podría disparar.Podría acabar con todo esto, reclamar mi lugar como la única fuerza en este mundo. Luca a mi lado, Vicente muerto, y el poder absoluto en
Subo al taxi.—Solo conduce, —le digo al chofer, que me mira por el retrovisor con una mezcla de curiosidad y cansancio—. Donde sea.Los pensamientos me abruman.Al alejarme del apartamento, la adrenalina que había estado sosteniéndome comienza a desaparecer, y la realidad de lo que acaba de pasar me golpea de lleno. Vicente está vivo, por ahora, pero ¿por cuánto tiempo? Luca no va a detenerse. Eso está claro. Su ambición es demasiado grande para dejar que alguien como Vicente siga respirando. Y ahora, yo estoy atrapada en el medio de su guerra personal.Pero no voy a ser una víctima. No otra vez.Mientras el taxi cruza las calles desiertas de la ciudad, me doy cuenta de algo: ya no hay marcha atrás. Luca no va a perdonarme por rechazar su plan, y Vicente… bueno, Vicente nunca perdona una traición, ni siquiera la que no se ha consumado del todo.Tengo que tomar una decisión rápida, y no puedo esperar que el destino lo haga por mí. Esta vez, soy yo quien tiene que hacer la jugada.Saco
Vicente deja escapar una risa seca.—Sabes que las treguas en este mundo no duran, Valeria.—No tienen que durar para siempre, —respondo—. Solo lo suficiente.Al final, Vicente acepta, pero no sin condiciones. Siempre hay condiciones.—Cuando todo esto termine, —dice mientras se levanta, acercándose para tomar mi rostro entre sus manos—, tú y yo vamos a tener que resolver nuestras diferencias. No creas que he olvidado lo que hiciste esta noche. Tarde o temprano, vas a tener que pagar por ello.—Lo sé, —respondo, mirando directamente a sus ojos—. Pero no será hoy.Y con eso, Vicente se aleja, dejándome sola en el club. El pacto está hecho. Luca está condenado, pero yo también he sellado mi destino.Mientras camino hacia la salida, sé que las cosas nunca volverán a ser iguales. He cruzado una línea, una de la que no hay vuelta atrás. He traicionado a Luca, pero he salvado mi propia vida. Y en este mundo, esa es la única verdad que importa.No hay héroes, solo supervivientes.…………La ciu
Antes de que pueda responder, la puerta del penthouse se abre de golpe. Luca se gira justo a tiempo para ver entrar a tres hombres. Mis hombres. Ellos no necesitan presentaciones, ni disculpas. Vienen a cumplir una orden.—Valeria, ¿qué estás haciendo? —pregunta Luca, pero ya sabe la respuesta.—Lo que tenía que hacer desde el principio, —respondo, alejándome de él mientras mis hombres lo rodean—. Elegí mi bando. Y no eres tú.Luca intenta resistirse, pero sabe que está acabado. Los hombres que me rodean son profesionales. Sin más palabras, se lo llevan, mientras él lucha por mantener la dignidad que le queda.—No me hagas esto, Valeria, —son sus últimas palabras antes de que lo saquen del lugar. No hay gritos ni ruegos desesperados. Solo silencio. Su destino está sellado, y no habrá vuelta atrás.Más tarde, recibo la confirmación. Luca ya no es una amenaza. Está muerto, y con él, se fue el último pedazo de mi antigua vida. Vicente y yo seguimos de pie, pero ahora, yo tengo la ventaja
Llego a su villa esa misma noche. El lugar está rodeado de una belleza imponente, pero en su corazón late un peligro constante. Las luces, los guardias, el lujo desmedido... todo habla del poder de Vicente, pero también de su aislamiento. Es un rey en su castillo, y yo, al parecer, soy su reina... aunque aún no lo sepa.Me recibe con una sonrisa que no llega a sus ojos.—Valeria, qué bella estás esta noche. —Su voz es suave, peligrosa.—Gracias, Vicente. —Sonrío con la misma falsedad—. Sabía que esta noche debía ser especial.Caminamos hacia el salón principal, donde una mesa elegantemente servida nos espera. Este no es un simple encuentro. Esto es un juego de poder, y ambos lo sabemos.—Luca ya no es un problema, —dice Vicente, sirviéndome una copa de vino tinto—. Ahora el mundo es nuestro.Levanto mi copa en un gesto educado, pero las palabras "nuestro" me resuenan como un eco vacío. Lo que Vicente no entiende es que el mundo no pertenece a ninguno de nosotros dos. Pertenece a quien