Horas más tarde, la fiesta sigue, aunque el ambiente ha cambiado. Dmitri ya no está, su cuerpo fue retirado como si no fuera más que basura. Nadie pregunta, nadie comenta. En el mundo de Vicente, la muerte es solo una parte del negocio. Y yo, ahora, soy su mayor trofeo.Mientras camino por la sala, los ojos de todos se posan en mí, pero nadie se atreve a acercarse. Saben que soy intocable, pero no por las razones que antes creían. Ahora, soy propiedad de Vicente más que nunca, y todos lo ven. Soy su posesión.Cuando la noche finalmente llega a su fin, Vicente se me acerca una última vez, sus manos frías recorriendo mi espalda. Me inclina hacia él, susurrando en mi oído:—Lo has hecho bien, Valeria. Eres exactamente lo que necesito.Y mientras lo miro, con el cuerpo tenso y la mente agotada, sé que acabo de vender mi alma.La madrugada cae sobre nosotros como una manta pesada y sofocante. La mansión de Vicente, normalmente un símbolo de poder y lujo, ahora parece un castillo de sombras
Vicente suspira, como si todo esto fuera un inconveniente menor en su esquema más amplio de poder. Para él, los problemas siempre tienen soluciones sencillas, generalmente implicando balas.—Encárgate de ello. No quiero más sorpresas esta noche —ordena, su tono afilado como un cuchillo.El hombre asiente y se retira rápidamente. La tensión en el aire se siente como una cuerda a punto de romperse. Vicente me mira de nuevo, y sé que lo que viene a continuación no va a ser fácil para ninguno de los dos.—Parece que tu elección de Dmitri no fue tan insignificante después de todo —dice, con una media sonrisa, mientras vuelve a su asiento detrás del escritorio—. Sus hombres aún te ven como un símbolo. Quizás deberíamos usar eso a nuestro favor.No puedo creer lo que está sugiriendo. Quiere que me enfrente a ellos, que sea su emisaria, una cara familiar para calmar las aguas antes de que se conviertan en un baño de sangre.—No me pondré frente a ellos, Vicente. Me matarían al instante —respo
Cuando salgo del baño, Vicente ya está despierto, sentado en el borde de la cama, observándome. Siempre observándome. Hay una sonrisa ligera en su rostro, como si la tensión de la noche anterior hubiera sido solo un mal sueño.—¿Estás lista? —me pregunta, como si lo que estoy a punto de hacer fuera una simple tarea más.Asiento, aunque en el fondo no estoy lista para nada. No hay preparación suficiente para enfrentarse a los hombres de Dmitri, aquellos que lo querían, que lo veían como algo más que una simple pieza en el tablero de Vicente. Para ellos, yo soy la causa de su muerte, el peón traidor que los dejó sin su líder.—Los hombres te estarán esperando en el almacén del puerto —me dice Vicente mientras se levanta, su voz fría como siempre—. Tienes que calmarlos. Convencerlos de que Dmitri fue un traidor, que no merecía su lealtad.La ironía en todo esto es sofocante. Dmitri fue un traidor, sí, pero no a ellos. Fue traidor a Vicente, a mí, al juego que habíamos estado jugando todo
Sergei me mira con desconfianza, sus ojos parecen perforarme. Sabe que hay algo más detrás de todo esto. Sabe que no estoy diciéndolo todo. Pero la pregunta es: ¿le importa?Después de un silencio largo e incómodo, finalmente habla.—Nos vamos a quedar con Vicente —dice lentamente, aunque su tono es de advertencia—, pero si alguna vez descubrimos que estás mintiendo, Valeria… te haremos pagar. Con sangre.Asiento, sabiendo que mi vida está colgando de un hilo cada vez más fino. Salgo del almacén con el corazón acelerado, sabiendo que he ganado algo de tiempo. Pero el reloj sigue corriendo, y en este juego, el tiempo siempre es la verdadera moneda.Al regresar a la mansión, Vicente me espera en su despacho, con una sonrisa satisfecha.—Sabía que lo lograrías —dice mientras se levanta para recibirme—. Eres demasiado valiosa para fallar.Pero lo que él no sabe es que, en el fondo, ya he comenzado a fallar. Porque no sé cuánto tiempo más podré seguir jugando este juego sin destruirme en e
La ciudad siempre ha estado en fragmentos, pienso. Vicente simplemente se asegura de que esos fragmentos no se le escapen de las manos.—Y tú seguirás jugando un papel importante —añade—. Ya has demostrado tu lealtad. Pero no te equivoques, aún te necesitaré para negociar, para apaciguar los ánimos. Eres buena en eso.Lo que realmente quiere decir es que soy buena en mentir, en manipular, en sobrevivir a cualquier costo. Pero sé que todo eso es temporal. Nada en este mundo se mantiene intacto por mucho tiempo. Ni siquiera Vicente.—Lo que digas, Vicente —respondo, fingiendo la misma obediencia de siempre—. Haré lo que me pidas.Pero en mi cabeza, un plan empieza a formarse. Uno en el que no hay lugar para Vicente, ni para su control sobre mi vida. He pasado demasiado tiempo sobreviviendo. Es hora de empezar a vivir bajo mis propios términos.Días después...Todo ha cambiado, pero Vicente sigue creyendo que tiene el control. La ciudad está más convulsa que nunca, las facciones están al
El humo del cigarrillo se disipa en el aire frío de la noche mientras mi mente trabaja con la precisión de un reloj. Las piezas están en su lugar. Lo he planeado todo para que Vicente no vea venir su caída, para que, cuando el golpe llegue, sea demasiado tarde para él.Sergei, siempre con su semblante pétreo, me observa en silencio. El hombre que una vez fue la sombra leal de Dmitri ahora está listo para tomar el control, sabiendo que soy la clave para deshacerse de Vicente. Para él, esto no es solo una traición; es una oportunidad de oro.—Vicente estará ocupado con su propia reunión esta noche, ¿verdad? —pregunta Sergei, como si necesitara confirmar lo que ambos ya sabemos.—Así es —respondo—. Piensa que estoy negociando con uno de los líderes rivales, manteniendo la paz. Ironías de la vida, ¿verdad? Estoy manteniendo la paz… pero solo para mí.Sergei suelta una risa breve, como un eco perdido en la noche. No somos amigos, ni siquiera aliados. Solo somos dos personas que se necesita
Días después…La ciudad sigue en pie, aunque todo ha cambiado en las sombras. Sergei ha asumido el control, y yo, por fin, soy libre de hacer lo que quiera. Pero la libertad es más complicada de lo que imaginaba.Puedo irme, desaparecer del mapa, empezar de nuevo en otro lugar. Pero también puedo quedarme, usar lo que he aprendido para tejer mi propio destino, sin estar a la sombra de nadie.Mientras observo la ciudad desde un balcón, el viento fresco acariciando mi piel, me doy cuenta de que, por primera vez, el tablero está vacío, y todas las piezas son mías. El juego ha cambiado.Y esta vez, seré yo quien haga las reglas.Las luces de la ciudad brillan desde el balcón, y cada parpadeo parece un recordatorio de la transformación que ha tenido lugar. Vicente ya no está. Y yo, por fin, estoy en control de mi vida. O al menos, eso me gusta pensar.Sergei ha tomado su lugar como el nuevo rey en las sombras. Ha cumplido con su parte del trato, y ahora, en teoría, soy libre de irme y deja
—No espero que confíes en mí. Solo que entiendas que, en este juego, siempre es mejor tener a alguien a tu lado. Sola, serás un objetivo. Conmigo, serás intocable.Intocable. ¿Qué significa ser intocable en este mundo? Para Vicente, significaba tener todo el poder, pero en el fondo, siempre estuvo rodeado de enemigos. Sergei tiene razón en algo: sola, seré una presa fácil. Pero con él... podría ser más que eso.Sin embargo, he aprendido algo importante. Ninguna alianza es para siempre. Y tarde o temprano, Sergei también intentará jugar su propia partida. Solo que esta vez, estaré más preparada.—Está bien, Sergei —digo finalmente, dejando que las palabras fluyan con una mezcla de frialdad y desafío—. Tal vez podamos trabajar juntos. Pero recuerda una cosa: si alguna vez intentas hacerme lo mismo que le hicimos a Vicente, no dudaré en eliminarte.Sergei suelta una risa breve, sincera. No está ofendido. De hecho, parece que esperaba esa respuesta.—Espero nada menos de ti, Valeria. Así