La agonía que se apodero de Ariel en ese momento era aún más extrema que el mismo deseo de venganza de parte de Rubí, sin embargo el Duque exclamo.

— ¡No te llevare a ese lugar! ¿Acaso deseas que Rubí muera de verdad? Aun así, lo que mencionas es algo de grande preocupación, por lo que daré inmediatamente la orden que no le permitan ingresar a esa finca sola, girare instrucciones de inmediato, ¡Te juro que Rubí permanecerá con vida!

A pesar de la promesa y juramento del Duque, parecía que no era suficiente para Ariel, era más que obvio que ese juramento no le diera la paz que necesitaba, pero aun así y sin una clara manera de actuar por su parte, decidió esperar, ¡No sin antes! Solicitar algo a cambio de no intervenir.

— Deseo que nos informen cada segundo de lo que Rubí con las escoltas se encuentran atravesando en esa maldita finca.

— ¡Así será Ariel! Mientras tanto vístete y marchémonos de este lugar.

La enfermera libero sus ataduras y Ariel se vistió de inmediato, lo que provoco