Me gustaba contemplar la panorámica que daba el balcón del apartamento de Eva, la brisa soplaba con suavidad, me llenaba de paz. Cuando terminaba las clases de la U habituaba ir a aquel lugar para conversar con Eva, ayudarla con la bebé y, por lo general, solíamos preparar la cena.Me gustaba aquella rutina, era bastante buena para los días de semana.—¿Has hablado con Walter? —preguntó Eva sentada en el mecedor a mi lado, estaba durmiendo a la bebé.—Sí, me está diciendo que en vacaciones vaya a pasarme unos días en la capital. De hecho, me dijo que volvería conmigo.—¿Y eso? —inquirió Eva un tanto extrañada.—Parece que ya está sentando cabeza y quiere volver a Santa Marta.—Dios… por fin. Ya te iba a decir que esa relación no iba a ninguna parte si Walter seguía así.Dejé salir un suspiro y cerré los ojos. Yo también estaba aliviada, me sentía feliz porque estaba sintiendo que volvía a recuperar a Walter. Imagino que, ante todo, el tenerle tanta paciencia había surtido efecto.—Oye
—Amor, el primero, ¿qué te parece? —pregunté mientras buscaba en el closet el vestido que tenía preparado para la fiesta de esa noche.—Bien, está bien —escuché un suspiro por parte de Walter.Volteé y vi por la pantalla de la laptop que me observaba pensativo.—¿Qué pasa? —inquirí acercándome con el vestido en una de mis manos.—Que quiero estar allá, contigo, volver a hacer planes a tu lado como la primera vez —desplegó una sonrisa melancólica—. Me gustaría salir esta noche contigo.Ahora era yo quien suspiraba mientras lo contemplaba.—Te extraño, Zai —confesó, algo que me impresionó en gran manera—. No quiero que sigamos así, tú por allá, yo por acá. Quiero que nos formalicemos y seamos una pareja como cualquier otr
A mi mente el recuerdo de estar golpeando a un hombre en la entre pierna se repetía una y otra vez. Ese rostro que me estaba observando me hizo reflexionar que gracias a él fue que conocí a Walter.Nicolás me sonreía como si no se acordara que la última vez que hablamos yo le di un fuerte golpe en su entrepierna que lo hizo doblegarse y tornar su rostro rojo del dolor. Había pasado mucho tiempo desde eso, pero aún se me hacía incómodo el verle. Sin embargo, esa noche volveríamos a estar los dos juntos en Bambam, el mismo lugar donde una vez toda esta historia comenzó.—Señoritas —saludó Jose como si nada, no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando.—Señorito —lo saludé sonriente, dispuesta a que aquel inconveniente no me dañara la noche.Saludé a Nicolás con un saludo
—¿Él era el que me estaba viendo cuando íbamos a Juan Valdés? —inquirí sorprendidísima.—Sí, claro —soltó confundido—, ¿no te habló allí?—No, no, vino porque… el novio de mi prima lo invitó. Además, ya lo conocía.—Humm… eso suena ahora mucho más raro —soltó una pequeña risita—. Vamos, nos están esperando.En ese momento no le dimos importancia, para nosotros lo importante era entrar, divertirnos bailando y beber licor hasta que no recordáramos nuestros apellidos. Si tan sólo hubiera atado cabos con todo lo que estaba pasando, la historia ahora sería diferente.Carl me tomó de una mano y me apretó con fuerza para no perderme entre la multitud de personas que estaban bailando. Mis ojos fueron seducidos por las luces parpade
—Claro que sí, he leído lo que has hecho —siguió insistente—. Todos te recomendaron cuando pregunté en la universidad. Hasta los profesores te recomendaron. La verdad, es que voy muy mal con una clase, la profesora me tiene entre ojos, me va a hacer perder la materia. Según ella, hago a los personajes muy planos.—Ya —solté, pero por dentro estaba ¡ja, tenía razón!—Al principio creía que tenía envidia esa vieja, pero, es mejor no llevarle la contraria y acepté su propuesta de tomar unas clases contigo.—¿De cuál profesora estás hablando?—De la profesora Marta Single.—Ah… la seño Single —solté mientras acentuaba con la cabeza—. Deja de tratarla mal, que es muy buena profesora y una gran escritora —me levanté del mueble, no soportaba aquella conve
—Ay Mateo, creía que eras más inteligente…—¿Por qué dices eso?—¿Cómo se te ocurre tocar a Zaideth? ¿De verdad quieres morir tan tontamente?—Carl, fue un simple beso, no hagas tanto drama.—El beso es inocente, pero su novio no lo es.—No sabía que tenía novio. Y si lo tiene tampoco le tengo miedo: me interesa ella, no su novio.—Te lo advierto porque eres mi amigo y no me gustaría verte tres metros bajo tierra. Aléjate de Zaideth. De por sí ya ella es un problema, te terminará dando una buena lección como te le acerques y si su novio se entera o alguno de la familia de ese hombre, es que…—Gracias por tus consejos, Carl, pero yo no quiero nada serio con esa chica y mucho menos soy un cobarde.
—¡Zaideth! —escuché mientras veía a una silueta acercarse a nosotros.Sentí un fuerte empujón que me hizo tambalear y caer al piso. Estaba tan débil que me quedé tirada tosiendo, intentando respirar, tomando grandes bocanadas de aire. Podía escuchar algunos gritos y forcejeos, pero me sentía tan aturdida con el hecho de que estuve a punto de morir que mi cuerpo se había paralizado y temblaba.—¡Zaideth, Zaideth! —escuché la voz de una mujer, era Stela.Me rodeó con sus brazos y apartó el cabello de mi rostro, sus manos frías palparon mi cara.—¡¿Estás bien?!, ¡¿qué te hizo?!No pude contestar a las preguntas de Stela porque al fondo veía cómo Pablo se acercaba a Carl y comenzaban a forcejear. Observé mejor y vi cómo Carl señalaba a Nicolá
—¿Sabes lo que pasaría si Walter se entera lo que le estás haciendo? —me preguntó Eva.—No pasará nada, porque yo no lo estoy engañando con Carl —objeté—. Él y yo somos amigos, nada más.Eva soltó una sonrisa socarrona y paseó su mirada por Pablo, que estaba sentado en un sillón de la sala mientras recostaba sus brazos sobre sus piernas.—¿Hace cuánto hablas con ese…? —indagó él.—No hace mucho —mentí—. Nos hemos visto un par de veces. La… psiquiatra nos juntó para hacer un careo y así resolver nuestra situación. Él también estaba yendo con ella y pudimos solucionar nuestras diferencias, nada más. Nos encontramos por casualidad en la discoteca y fue gracias a él que pude librarme de ese psicópata. ¡Por Di