—¡Tú no te vas! —ordenó Carl mientras me veía con aquella mirada dominante que me hacía tambalear.
—Carla, por favor —pedí en un hilo de voz.
—¿Qué te pasa? —gruñó ella—, ¿te vas a quedar con este imbécil para que te siga maltratando?
—¿Eh? —solté confundida.
¿Que me siga maltratando? Fue lo que me pregunté, ¿Carl me estaba maltratando?
Vi a Carla tomar mi bolso, me iba a llevar lejos de Carl, pero él no lo iba a permitir hasta que vio que un chico moreno, más alto que él y bastante fornido se acercó a Carla y le rodeó la cintura. Así que Carl, para no hacer un espectáculo allí, decidió dejar que me llevaran lejos de él.
Maltrato. Carl me maltrataba. O al menos eso era lo que Carla intentaba explicarme.
La policía llegó y se llevó a Carl. Él, claramente puso resistencia y se ganó uno que otro bolillazo por parte de un policía que no se iba con titubeos.Antes de ser subido a la patrulla me gritó:—¡ESTA ME LA VAS A PAGAR, ZORRA!Para ese momento yo estaba acurrucada en brazos de mi madre sollozando.Cuando llegamos a casa, nos reunimos alrededor de la mesa del comedor y todos llegaron a la conclusión más obvia de que yo no podía volver a ver a Carl, que esa relación estaba más que terminada.—¿Te ha golpeado? —preguntó mi padre.—No, claro que no —solté con rapidez.—Clara me dijo que varias veces lo vio gritándote —arguyó mi hermana, que aún seguía pálida por el miedo que recorría por su cuerpo.Mi madre dejó un pocillo de aromática de albahaca y hierba buena frente a mi hermana para estabilizar su presión, ya que podría hacerle daño a su embarazo.—¿Cómo es posible que estuvieras al lado de ese…? —gruñó Pablo. Lo vi hacer silencio y tantear con su lengua la comisura derecha de su l
Mis ojos se llenaron de lágrimas, no sabía qué hacer, tenía mucho miedo. El celular se resbaló de mis manos y me hice bola en el sillón, soltaba las gordas lágrimas son rapidez y el pánico comenzaba a apoderarse de mí.Solté un pequeño salto cuando mi celular comenzó a sonar. No quería responder, me aterraba que fuera a ser él. Sin embargo, con las manos temblorosas, casi imposible de sostener el dispositivo, decidí contestar.Al ver que era un número desconocido lo dudé por un momento, dejé que se perdiera la primera llamada y la segunda, a la tercera decidí contestar y encarar a Carl, decirle que me dejara en paz.—¡Deja de llamarme! —grité exasperada—, ¡¿no lo entiendes?! ¡No te quiero volver a ver más!Solté el llanto, no me importaba que él me escuchara, estaba cansada de esa situación, de ese miedo que ahora reinaba en mí.—Wao, no sabía que me recibirías así —escuché una voz tranquila, pero sonaba algo triste.Mis ojos se abrieron como platos. Ese no era Carl, no, ¡era Walter!
Palpo la placa de identificación en mi pecho y cierro los ojos. Aún puedo escuchar la dulce y gruesa voz de Walter en aquella llamada, la forma en la que me calmaba y me decía que todo estaría bien.Se dibuja una sonrisa melancólica en mi rostro al recordar que fue justo en ese instante que empecé a enamorarme de Walter, únicamente que yo no lo sabía. Pero, me tranquiliza saber que desde ese momento pasé los mejores días de mi vida gracias a Walter, pude levantarme después de haber sido destrozada física y mentalmente por un mal amor. Conocí lo que era enamorarse de verdad y tener una relación saludable.Mi sonrisa desaparece al darme cuenta de que debí contarle a Walter todo esto, lo mucho que me importa y, lo más importante, que es el amor de mi vida. Nunca se lo dije, nunca le dije que lo amaba.Me acomodo al respaldo de la silla del copiloto e inspiro profundamente. Veo a mi padre con semblante serio manejando después de la conversación seria que acabamos de tener. Cierro los ojos
Y entonces recordé la razón por la que al principio me daba miedo acercarme a Walter, su familia era, bueno, sigue siendo peligrosa; no sólo porque pertenecen a la más alta jerarquía del ejército, sino también por su descendencia, la raza y las personas con las que se relacionan. Pero en ese momento no temí de ellos, sino que me sentí protegida y tranquila.Sabía que Walter no se quedaría tranquilo y haría todo lo posible por protegerme, así que no me sorprendió que, minutos después de haber colgado la llamada, Stela se presentara frente a mi casa. Me conmovió ver aquella amplia sonrisa en su rostro, era como… si para ella, nada hubiera ocurrido.—Stela —solté perpleja y apreté con fuerza el marco de la puerta principal.—¿Cómo estás? —inquirió, alzó las manos y mostr&oacut
—Sí, fue grandioso, porque, cuando me gradué de bachiller, ya era enfermera y entré a estudiar medicina.Me acomodé en la cama con ganas de saber más. Era la primera vez que sabía tanto de la familia de Walter.—¿Y él? ¿Qué cursos hizo cuando estaba en el colegio? —pregunté con mucha curiosidad.—Bueno… mi mamá cuando era niño lo inscribió en piano —contestó—, pero a Walter no le gustó, siempre ha sido malo con temas de arte, es más de números y ciencia como tal. Pero mi papá nunca dejó que se inclinara por esa parte, así que, cuando cumplió nueve años lo hizo estudiar taekwondo; increíble, llegó a ser cinturón negro. Después lo dejó porque mi padre quería que aprendiera más sobre armas, lo inscribió a curs
Un mes después de todo lo sucedido, Walter me pidió que fuéramos novios, pero esta vez de verdad. Fue en medio de una videollamada cuando tuvo algo de tiempo. Habíamos estado recordando viejos tiempos de cuando él estuvo en Santa Marta. Entre tanta nostalgia, Walter, siendo un chico que se deja llevar por sus emociones, me pidió que fuera su novia.No hablábamos mucho, ya que él prácticamente no tenía tiempo y, como yo sabía que terminaba muy cansado, decidía dejarlo tranquilo. Pero, cuando podíamos hablar, nuestras conversaciones siempre eran bastante sustanciosas e intensas.La distancia era algo que se remarcaba mucho en nuestra relación, debía soportarlo llenando mi tiempo libre estudiando, yendo a clases y haciendo trabajos que otros me pagaban. También solía visitar mucho a la señora Liliana, dormir en su casa y charlar en las noches con S
—¡Deja de decir tonterías! —solté entre risitas. Del otro lado de la línea también se podían escuchar carcajadas por parte de Walter.—O sea que yo sí te puedo enviar fotos mías, pero tú no puedes enviarme tuyas —fanfarroneó intentando poner un tono indignado.—Walter… nunca me he tomado ese tipo de fotos —solté mientras sentía mi rostro enrojecerse.—Yo tampoco, pero hice el sacrificio por ti.—¡Ay sí, como no! —comencé a carcajear.—Bueno, está bien, no te tomes las fotos —soltó con resignación.Rodé en la cama con emoción mientras escuchaba la voz de Walter por medio de los auriculares conectados en mi celular.—Te extraño muchísimo —confesó Walter—, por eso quería verte as&iacut
Dejo salir un suspiro, froto mis ojos y siento la pesadez en mis hombros por el estrés acumulado en mis músculos de la espalda.—Hace mucho que tengo una pregunta —suelta mi padre de repente.Volteo y lo observo con los ojos cansados y algo irritados.—Ese tipo… ¿cómo terminó acosándote? —indaga con voz bastante seria.—No lo sé… —respondo con sinceridad—. De un momento a otro, cuando quise reaccionar, él ya estaba siguiéndome, veía su silueta entre las sombras. —Mi voz comienza a helarse y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo—. Era horrible, papi, podía sentir que me seguían los pasos cuando volvía de clases; por eso terminé pidiéndole a Walter que me esperara afuera de la universidad y por eso comenzó a sospechar.—Ya —aceptó—. Pero no