Cuando llega el momento de bajar de la lancha, le pregunto a Walter el por qué no nos dejaron en la orilla y así poco a poco uno se adentra en el agua, algo que parece hacerle mucha gracia, me toma de la cintura y me obliga a bajar de la lancha. Lo sorprendente es que Walter no tiene puesto el chaleco salvavidas. Le pregunto si no es peligroso el que se lo haya quitado, a lo que él responde que no lo necesita.A la media hora no me cambio por nadie, ya que lo que estoy viendo es sumamente sorprendente. Llego hasta ver a un barco (uno bastante pequeño) hundido, que está lleno de corales y los peces nadan alrededor de él.Termino hasta quitándome el chaleco salvavidas para poder hundirme con Walter y ver las cosas más de cerca, claro, él siempre está pendiente de mí, hasta cuando por un momento se me llena la careta con un poquito de agua y yo salgo a la superficie temiendo por mi vida. Walter también sale a la superficie y me ayuda a sacar el líquido del plástico y me calma para que no
La piel de Zaideth brilla con las gotas de agua salada. Sumerjo mi rostro en su cuello y comienzo a besarlo mientras acaricio su piel húmeda. Me encanta el contraste que hace mi piel pálida, blanca y un tanto rojiza por el inclemente sol que tuvo que soportar y la suya, trigueña, bronceada. Por algo dicen que las personas de piel opuesta se buscan, como si fuéramos dos polos que se llaman desde la lejanía.Aunque deseo estar sexualmente con Zaideth, quiero que esta vez sea diferente, porque mi corazón está emanando todo tipo de sentimientos que se revuelven en mi pecho.Comienzo a besar los labios de Zaideth, que poco a poco se voltea para estar frente a mí. Mis manos recorren su cuerpo y puedo notar que ella me está deseando, sin embargo, estamos en una playa en la que en cualquier momento nos podrían ver y no me gustaría que nos grabaran, no tanto por mí, sino por ella, por su reputación.Zaideth comienza a besar mi cuello y puedo sentir una de sus manos acariciar mi pecho y poco a
Nunca había comprado un postday, nunca había necesitado hacerlo porque soy de los que saben controlarse. Pero ahora estoy en la droguería y una mujer de edad, con lentes grandes, oscuros y gruesos me examina, después, da un suspiro y se dirige al interior de los pasillos de la drogaría buscando la caja de la pastilla. Cuando ya lo tiene en sus manos vuelve a acercarse al mostrador, examina nuevamente que sean las que he pedido.Entre los dos se ha hecho un silencio incómodo, como si el mismo silencio quisiera decir “ni pienso contar lo que sucedió y… no quiero saber qué pasó, porque el que estés aquí quiere decir que terminó mal”. La farmacéutica se acerca a la caja registradora y comienza a oficializar la compra, me dice el valor y yo saco de mi cartera un billete, se lo paso, ella lo toma con cierta paciencia, mira la cantidad y me pasa el cambio, volviendo a soltar un suspiro que yo interpreto como un “aquí tienes el costo de tu error”.Siento un cierto rubor en mis mejillas, paso
Eso únicamente le pasa a Pablo. Estoy seguro que él no permitiría que Eva aborte, tampoco ella sería capaz de hacerlo, los dos son de corazón blando. Al menos Eva tiene la excusa de haber disfrutado mucho de la vida, pero Pablo no es así, es más parecido a Zaideth, aún están comenzando a disfrutar los placeres de la vida, pero ahí es donde los dos se diferencian: Zaideth es mucho más prevenida que Pablo, no creo que ella cometa un error como este a menos que sea malintencionado, planificado.Dejo a Pablo en la universidad, se ha quedado con una materia y si no la gana en este semestre, no podrá graduarse con su corte; pobre de mi amigo, la está pasando bastante mal.Reviso por la ventanilla del auto si logro contar con la suerte de ver a Zaideth por allí, sería un buen golpe de suerte que no creo que suceda, pero aun así deseo quedarme un rato con la excusa de ver a Pablo adentrarse en la universidad.Contemplo la fachada de la universidad, es enorme, tiene la fama de ser bastante dif
Estoy en la cafetería comprando una botella de agua cuando oigo zumbar mi celular, pero lo tengo guardado en el bolso y me da pereza sacarlo de allí. Me siento estresada porque debo terminar muchos trabajos, incluyendo los de Carl, que se los quiero entregar y no volver a hablar con él nunca más.Saco de un bolsillo un sobre de Panelita, abro la botella de agua y hecho el polvillo de panela, cierro la botella y comienzo a agitarla mientras camino hacia la entrada. Escucho que el celular sigue zumbando, así que decido sacarlo del bolsillo para ver quién me molesta tanto.Mis ojos se congelan viendo la pantalla del celular al ver que se trata de Carl. Esta vez no me podrá confundir, sé que es para saber acerca de sus trabajos, no seré tan idiota, le voy a cobrar por estos trabajos; mi esfuerzo merece ser recompensado, y le sacaré una buena pasta por ello.Me siento reconfortada por este pensamiento y sonrío mientras apago la pantalla, ignorando los mensajes de Carl.Me acerco al andén d
Me encanta ver el cuerpo de Zaideth bañado por el agua, enjabonarlo y masajearlo mientras la espuma corre por su piel sedosa. El contraste de mis besos mezclados con el agua que recorre nuestro rostro.Recuesto su espalda a los azulejos y sus piernas se enrollan en mi cintura, puedo sentir su busto hacer presión en mi pecho. Me fascina su rostro excitado y bañado por el agua, saber que su placer es gracias a mí. Deseo que más momentos como estos se repitan en el futuro, que no queden en un simple recuerdo de vacaciones.Mientras la penetro, sus gemidos se vuelven eco en el baño. La agarro con fuerza del cuello y después le planto un beso en los labios. Las uñas de Zaideth se encarnan en la piel de mi espalda. Me corro dentro de ella y por un momento tengo el obsesivo pensamiento de querer hacerla completamente mía, dejarla embarazada, pero recuerdo que eso es imposible, ella se cuida con pastillas anticonceptivas.Esta mujer me está sacando de quicio. Quiero poseerla por completo.Me
No puedo creer que Walter me esté pidiendo explicaciones del por qué no podemos ser novios. Creía que estaba más que claro, ya que, lo nuestro únicamente es un pasatiempo que ha surgido mientras está de vacaciones en la ciudad.—A lo que me refiero es que no tienes tiempo como un chico normal —trato de explicar.Pero parece que he dicho más imprudencias que argumentos válidos. Suelto un suspiro para tranquilizarme.—Walter… la cosa es que entre los dos no puede pasar nada más —confieso—. Ya sabes, esto es algo de unas vacaciones.—Lo sé —suelta con tono serio mientras se levanta—. Mejor bajemos, tus padres nos están esperando.Walter sale de la habitación y decido seguirlo en silencio. Me sorprendo al sentirme triste por lo que acabo de decirle, ya que vi en sus ojos un destello de tristeza al enterarse que entre los dos nunca podrá haber un noviazgo, pero… ¿cómo puede pensar en ello si no llevamos ni un mes de conocernos? Si Walter está creyendo que siente amor por mí, es un ingenuo.
Me agrada el padre de Zaideth, se nota que, si de verdad fuera mi suegro, la pasaría bastante bien a su lado cuando tuviera que hacer las visitas a la familia. Su madre, es un poco más difícil de ganar, se nota que no le gusta el hecho de que sea militar, pero sé que, si pasara un poco más de tiempo conversando con ella, podríamos llegar a congeniar mucho más.Zaideth es mala, ¿por qué nos ha puesto a todos en esta difícil situación? Siento que está jugando conmigo; me quiero largar de esta casa y no volver más.Una vez finalizada la reunión, me despido de “mis suegros”, no sin antes ser recordado del almuerzo que tendré con ellos el fin de semana antes de volver a Bogotá.Zaideth me acompaña hasta el parqueadero, en el camino un gran silencio nos invade, uno bastante incómodo que yo no deseo irrumpir.—Lo siento