—Carl, ¿por qué no buscamos ayuda profesional? —le comenté.
Él me miró con ojos llorosos.
—Mateo, yo… —soltó con voz rota—. Por favor, no te vuelvas a acercar a ella.
—No lo haré —le tranquilicé.
—Ella te va a hacer lo mismo que a mí…
—No, porque yo no me volveré a acercar a ella. Vamos a sacar una cita con psiquiatría, ¿qué te parece?
—Cuando estés en la universidad, ¿te acuerdas que me dijiste que ibas a tener materias donde la ibas a ver? —no me estaba prestando nada de atención.
—Si me doy cuenta que tenemos materias juntos, las voy a cancelar —dije—. Pero, préstame atención, ¿me vas a dejar sacarte una cita con un psiquiatra?
Me observó con atención. Yo tuve que inspirar profundo pa
Mateo: decisionesSiempre he creído que no es buena idea hacerse amigo de sus exnovios, yo no creo que se pueda sacar algo bueno a eso. Pero Carl dice que todo depende de cómo terminaron, de la situación.Yo nunca he tenido una novia, no me gusta tener títulos con las personas, siento que eso es un peso de responsabilidad y una salida para justificar muchas cosas que las personas pueden hacer.Pero, ¿cómo te puedes hacer mejor amigo de tu exnovio que te acosó y te trató mal y hasta te deseó la muerte? ¿Eso no es algo muy retorcido?—Zaideth no es mala persona —me dijo Carl cuando me contó que había hablado con Zaideth e hicieron las pases—. Ella también la pasó muy mal, demasiado mal —bajó la mirada a su cerveza—. Si la hubieras visto llorar, temblaba y no quería que yo me le acercara. Después,
Tuve que prestar mucha atención para saber qué lugares le gustaba frecuentar y así acercarme a ella para poder hablar.A ella le gustaban mucho las granizadas de Coffe Days, siempre llegaba ahí para hablar con sus pocos amigos y, por lo general, los días viernes se quedaba más tiempo allí. Así que yo programé el llegar a esa cafetería y así crear nuestro primer encuentro e incluirme en su vida.—Entonces le dije a Esteban que podría venir este fin de semana, tenemos puente festivo —me contaba animado—, pero me dijo que no podía. ¿Crees que me está sacando excusa? —me miró—. Oye, Mateo.Yo estaba embobado viendo que Zaideth había llegado a la cafetería y hablaba con Clara, reían y conversaban muy animadamente. Se veía relajada, feliz, que le iba muy bien en su vida: estaba creciendo bien.
Zaideth: ojos de ángel 2Valentina se había calmado y había ido a darse un baño para poder arreglarse. Ese tiempo yo lo aproveché para ir a terminar el almuerzo y pensar un poco en lo que había pasado con ella, además, mi mente rebuscaba en dónde había dejado el número de la psiquiatra que muchos años atrás me había ayudado o al menos recordar el nombre.—¿Cómo era que se llamaba? —me preguntaba mientras condimentaba la sopa—. Centro de… ¿Sanar?Oí unos pasos acercarse a la cocina, alcé la mirada y encontré a Mateo con rostro sombrío.—¿Tienes hambre? —pregunté.—¿Cómo hiciste eso? —indagó.—¿Hacer qué?—Lo de Valentina, ¿cómo la pudiste calmar?—Solo tení
Zaideth: vida de parejaValentina terminó teniendo gustos parecidos a los míos, así que, terminamos yendo a un centro comercial y se compró mucha ropa. Ella estaba tan metidísima en sus compras que nos guiaba a qué tienda quería ir. Algunas veces se probaba la ropa y se tomaba fotos en el espejo, seguramente para presumirlo en sus redes sociales.A veces me sentía incómoda, porque Mateo no tenía muy buena cara y me preguntaba si después, cuando estuviéramos solos, me regañaría.Nos hospedamos en un hotel frente al mar, donde, desde nuestros cuartos, teníamos una grandiosa vista de la ciudad nocturna y el océano iluminado por el faro de la bahía.Fue grato el poder acurrucarme en el pecho de Mateo y sentir su aroma fresco llenar mis pulmones. Afortunadamente, cuando vio que su hermana se encerró en su habitación con muy buen
—Me gusta lo discreta que es la calle —dijo Mateo—, además, tiene un gran patio, con piscina —señaló a su hermana con la copa—; no tienes el mar cerca, pero sí una piscina. Además, te quedaría cerca del colegio. Volteé a ver el bar, intentando no opinar sobre la casa y esperar a ver qué tanto le gustaba a Mateo.—Ese colegio es horrible, ¿viste lo atontadas que son esas chicas? ¿Qué le pasa a esa gente? Además, el uniforme es horrible, con todos esos cuadros, qué horror…—Vas a estudiar allí, Valentina, tiene una buena reputación —insistió Mateo con voz demandante—. No tiene discusión.Mateo había ido a ver algunos colegios de alto renombre en la ciudad, yo le recomendé algunos tantos que eran populares por ser estrictos y en donde a Valentina la educar&iacu
—Zaideth está viviendo con Mateo —dice Walter a Pablo.—¿Cómo? —Pablo se acoda sobre sus rodillas—, ¿Mateo está en Santa Marta?, ¿desde cuándo?—No lo sé, los vi en el supermercado, después me encontré con Zaideth en la clínica —explica—. Me contó que está viviendo con él.Entra Eva al patio de la casa y escucha la conversación.—¿Qué pasó?, ¿cómo es eso?Walter la mira.—¿No sabías nada? —le pregunta—, ¿será que es muy reciente?Ella se cruza de brazos.—Por lo que tengo entendido, Mateo se fue a vivir a España. Ella está viviendo en su apartamento y trabaja como profesora.—Lo del trabajo no sé —aclara Mateo—, tampoco si est&
Ojalá le hubiera dicho en ese momento que yo estaba viendo lugares a los que podríamos ir en la noche, haberle prestado más atención a su rostro de “no quiero ir a esa reunión”. Así… esa noche ella no habría llorado por todos los secretos de los que se enteró.Y es que todo comenzó bastante mal, porque, al llegar a la casa (Eva ya no vivía en un apartamento), nos encontramos con la sorpresa de que Walter estaba entre los presentes. Tomaba cervezas con su mejor amigo en la terraza de la casa, cada uno sentado en un mecedor y, al vernos bajar del auto, nos vieron como si fuéramos unos extraterrestres.Más que por mi incomodidad, me preocupaba Zaideth y el hecho de tener que soportar a un exnovio en su cumpleaños.La miré por un momento y me di cuenta que estaba un poco enojada, pero disimulaba mientras saludaba al esposo de su hermana mayor y a Walt
Carl: mi mayor secretoMeses antes de la separación de Walter y Zaideth:Observaba con detenimiento el cómo Zaideth leía un libro. Esa misma mirada que ella tenía al leer solo la veía en Mateo; era como si se perdieran en un mundo en el que yo no tenía acceso.Se suponía que íbamos a tener una tarde juntos de amigos, pero ella tomó un libro y comenzó a leer, reduciéndome en un espacio de aburrición y pensamientos de que debí tomar mi preciado domingo para hacer algo diferente a verme con ella.Había comprado mascarillas para cuidarnos la piel (siempre quise hacer eso con una amiga). Preparé bocadillos y los dejé en la mesita de centro de la sala. La esperé con emoción y después pensé en que debía ponerme una pijama para estar más cómodo.Cuando llegó, Zaideth se acom