El amanecer teñía el cielo de un suave tono anaranjado, pero en el interior de la mansión, las sombras permanecían impenetrables. El eco del enfrentamiento resonaba por los pasillos vacíos, mezclándose con el silencio inquietante. Elise no había terminado su batalla. Estaba más determinada que nunca a tomar lo que, en su mente, le pertenecía: el control del clan y la destrucción de Clara.Clara, aún bajo el choque de lo que acababa de presenciar, se aferró a la mano de Lucien, sintiendo cómo su cuerpo temblaba, pero también una fuerza arrolladora en su presencia. Lucien la envolvió en sus brazos, prometiéndole con cada fibra de su ser que la mantendría a salvo. Pero ambos sabían que lo que enfrentaban iba más allá de sus deseos. Elise era un enemigo formidable y, con la traición de Aldric aún fresca, las probabilidades estaban en su contra.—No puedes escapar para siempre —la voz de Elise resonó a lo lejos, como un trueno que se avecina. Su tono goteaba veneno, segura de su victoria.
El amanecer apenas despuntaba, pero la mansión de Lucien estaba sumida en un silencio cargado de desesperación. Clara, con las manos temblorosas, no se apartaba del cuerpo inmóvil de Lucien. Sus dedos trazaban el contorno de su rostro con una mezcla de angustia y esperanza. Sabía que la naturaleza inmortal de Lucien le daba ventaja sobre la muerte, pero el veneno que corría por sus venas era diferente. Él, un vampiro poderoso, yacía débil, sin apenas respirar. Cada segundo que pasaba, Clara sentía que lo perdía un poco más.Su mente era un torbellino de pensamientos, pero lo único que la mantenía firme era su determinación. No podía dejar que Lucien se desvaneciera. No después de todo lo que habían pasado juntos, y de todo lo que habían sentido el uno por el otro.Con un esfuerzo sobrehumano, Clara se puso de pie. Sus piernas flaquearon, pero logró mantenerse en pie. Debía encontrar ayuda, aunque no sabía exactamente dónde o a quién acudir. Los aliados de Lucien eran escasos, y los qu
El corazón de Lucien resonó débilmente al principio, como si estuviera despertando de un largo sueño. Clara sintió la vibración bajo su palma y, por un momento, se quedó inmóvil, temerosa de que fuera solo una ilusión. Sin embargo, el latido continuó, ganando fuerza con cada segundo. Clara respiró profundamente, aliviada y llena de una extraña mezcla de emociones que la abrumaban.Lucien, el imponente líder del clan, estaba volviendo a la vida gracias a ella. La conexión que habían creado era profunda, mucho más de lo que había imaginado. Se sentía enredada en su esencia, como si cada fibra de su ser estuviera ahora ligada a él. Era un vínculo que la fortalecía, pero también la hacía vulnerable. Cualquier cosa que le sucediera a Lucien ahora repercutiría directamente en ella.Victor, observando desde la distancia, se acercó lentamente. Su rostro, siempre sereno, mostraba una leve sonrisa de satisfacción. El ritual había funcionado.—Lo has hecho, Clara —dijo con un tono suave—. Lucien
Los días posteriores al renacimiento de Lucien transcurrieron con una calma inquietante. Clara podía sentir la tensión en el aire, una sensación que crecía con cada amanecer, y Lucien no era ajeno a ese malestar. Sus movimientos eran precisos, calculados, como si cada paso que diera estuviera planificado en función de lo que vendría. El líder del clan vampírico más poderoso del mundo estaba listo para enfrentar la amenaza inminente, pero también era consciente de que esta vez, la situación era diferente.Lucien había cambiado. La conexión que compartía con Clara no solo le había devuelto la vida, sino que había despertado algo profundo y oscuro dentro de él, una conciencia nueva que lo hacía más fuerte, pero también lo enfrentaba a peligros desconocidos.Sentado en su oficina, revisaba antiguos textos que hablaban de rituales ancestrales y fuerzas más allá de la comprensión común. Su mirada se deslizó por las palabras en lenguas olvidadas mientras su mente trabajaba a toda velocidad.
Cuando Lucien y Clara tomaron la mano del guardián, una energía oscura los envolvió, como si el aire mismo se desvaneciera bajo sus pies. Clara sintió un vértigo indescriptible, y durante lo que parecieron interminables segundos, todo lo que conocía desapareció. A su lado, Lucien mantenía su rostro imperturbable, pero incluso él no podía ocultar la tensión en sus ojos. Sabían que estaban cruzando un umbral del que no habría retorno.Finalmente, el vértigo cesó. Cuando Clara abrió los ojos, se encontró en un vasto paisaje surrealista. No era el mundo que conocían; estaban en un plano de existencia diferente, una dimensión donde el tiempo y el espacio parecían maleables. La oscuridad que los rodeaba no era la de la noche, sino una penumbra antigua, densa y palpitante, como si las sombras mismas tuvieran vida.A su alrededor, figuras encapuchadas se desplazaban silenciosamente, susurrando entre ellas en un idioma arcano que Clara no podía entender. La atmósfera era tan espesa que casi se
El tiempo parecía detenerse para Clara y Lucien mientras permanecían abrazados en el suelo del castillo, apenas conscientes de su entorno. Los ecos de las palabras del ancestro aún resonaban en sus mentes. Ambos sabían que lo que acababan de escuchar los había empujado a un abismo sin retorno. Lucien, siempre tan seguro de sí mismo, ahora se encontraba atrapado entre el amor que apenas había comenzado a florecer y el deber implacable hacia su clan, hacia el mundo vampírico, y hacia sí mismo.Cuando se separaron, Clara buscó los ojos de Lucien, esperando encontrar alguna chispa de esperanza, pero todo lo que vio fue una tormenta en su interior. El rostro de Lucien estaba sombrío, su mandíbula tensa, y su mirada perdida en algún lugar lejano, tal vez calculando las consecuencias de cada paso que diera a partir de ese momento.—Lucien… —susurró ella, su voz entrecortada por el miedo y la desesperación—. No puedes hacer esto. No puedes renunciar a lo que tenemos.Lucien no respondió de in
El ambiente en el castillo se tornó más denso y tenso conforme pasaban los días. Clara sentía el peso de los recientes eventos apretando su pecho cada vez con más fuerza. Sabía que algo grande y definitivo estaba por suceder, algo que cambiaría sus vidas para siempre. Lucien estaba cada vez más distante, inmerso en sus pensamientos, calculando el próximo movimiento, consciente de que cualquier error podría significar la ruina total.Clara se había acostumbrado a ver su silueta firme y majestuosa en la oscuridad, de pie frente a la ventana, observando el horizonte con una mirada fría y determinada. Sabía que él estaba lidiando con más de lo que podía expresar, pero la distancia entre ellos comenzaba a dolerle profundamente.Una mañana, mientras el sol apenas comenzaba a teñir el cielo de un tenue gris, Clara se acercó a Lucien en el gran salón. Había pasado la noche entera sin dormir, los pensamientos de la oferta de Elise y el inminente peligro girando en su mente como un torbellino i
El aire estaba cargado con una energía oscura y espesa que parecía impregnar cada rincón del castillo. Lucien había estado preparando a su clan durante semanas para la confrontación que se avecinaba, pero en su interior, algo más profundo lo carcomía: la posibilidad de perder a Clara. Sabía que la batalla con Elise y los otros clanes oscuros no era solo una guerra de poder, sino una lucha por el control total de su destino.El crepúsculo caía sobre las montañas, y el cielo se teñía de un rojo ominoso. Las sombras alargadas parecían bailar en las paredes del castillo mientras los vampiros se reunían en el gran salón para las últimas instrucciones de Lucien. Clara estaba a su lado, sin decir una palabra, pero su mirada firme mostraba que estaba lista para todo lo que vendría.—Esta noche no es como las demás —comenzó Lucien, dirigiéndose a su clan, su voz resonando con la autoridad que lo caracterizaba—. No se trata solo de defender nuestro territorio. Esta batalla determinará el futuro