De hecho, todo este restaurante estaba reservado.Reservado por los hermanos Román.El camarero no sabía que Juliana también era cliente, y cuando vio a Juliana entrar con su bolso, iba a pedirle que se fuera.—Lo siento, señorita, nuestro restaurante estaba reservado hoy, si necesita algo, vaya al
—Lo siento.No sabía por qué se había olvidado de sus familias.La madre, que abrazandola, se preocupaba mucho por ella, definitivamente amaba a Juliana muchísimo.Pero la chica no sabía nada.Aparte de estas dos palabras, Juliana no sabía qué deber decirle a su madre, que lloraba tristemente frente
—Hermanita, ¿todavía recuerdas?Era Adrián quien hablaba, con voz suave.Le sirvió a Juliana un vaso de limonada tibia y dijo: —Cuando estuvimos en ese restaurante, nos preocupaba que te olvidaras de nosotros, así que no nos atrevimos a molestarte demasiado, ¿no te asustaste hoy?Juliana negó con la
Anoche se apresuró a venir a Marea, y luego apareció en el restaurante hoy.Era obvio el propósito de Antonia.Juliana no tenía ningún problema con su cerebro, y supo de inmediato que Antonia se desamayó por la culpa de ella.Al ver que estaba aún más trsite Juliana, inmediatamente Diego se dio en c
—¿Soy… soy una molestia para ustedes? Lo siento.Juliana inclinó la cabeza para mirarlo.El rostro perfil del hermano era más hermoso que el de los chicos guapos en la industria del entretenimiento.Pero ahora no era el momento de apreciar el rostro de Diego, con el remordimiento, Juliana comenzó a
Al escuchar esto, Santiago soltó un suspiro de alivio. Fue en ese momento que se dio cuenta de la razón por la cual le habían llamado.Los guardaespaldas de Juliana, quienes la cuidaban con esmero, no tenían su información de contacto. Su responsabilidad era asegurarse de que estuviera segura y sana
Al escuchar esto, Juliana apretó ligeramente la palma de su mano que sostenía el teléfono, y su rostro reveló una leve incomodidad.Al mismo tiempo, Diego, que estaba sentado a su lado, giró ligeramente la cabeza para mirarla. Aunque la llamada se realizaba a través del auricular, no había otras per
—¡Por supuesto que voy a regresar! ¿Cómo podrías pensar eso? —preguntó Juliana sin comprender.—Y además, ¿no dijiste eso? Mi cuñada está a punto de dar a luz, y dijiste que me llevarías a ver a mi sobrino. Si no vuelvo, ¿cómo vamos a ir juntos? —agregó con un tono inocente, revelando cierta sorpres