Después de un prolongado silencio, se escuchó un desprecio seguido de una risa burlona.—Realmente eres ingenua hasta cierto punto. Santiago inclinó la cabeza, y una sonrisa pálida se dibujó en su rostro.Una gota de agua se deslizó lentamente desde su frente; no estaba claro si era sudor o una got
—Eso es lo que dijiste, yo no lo dije.Juliana le sonrió, bajó la mirada hacia el pequeño cuchillo en su mano e incluso levantó la mano para probar el filo del cuchillo.El puñal reflejaba destellos fríos bajo la luz de la hoguera, y la sonrisa en el rostro de Juliana parecía un tanto siniestra.—Se
Riobela, muelle del cruce del río.El lugar que normalmente estaba lleno de actividad de carga y descarga de mercancías de repente quedó desolado, sin una sola figura a la vista. La tranquilidad que envolvía los alrededores resultaba espeluznante.En lo más profundo del almacén, un haz de luz deslum
—¿Quién te dijo que se trata de mercancía? ¡Estoy hablando de personas!—Diego se irritó al escuchar que este hombre no se centraba en lo importante.Los Román ni siquiera se molestaban con las cosas que encontraron en el almacén; aquellos sin habilidades solo se aventuran en esos negocios sucios.O
Hospital.El olor a desinfectante resultaba un tanto irritante.Santiago abrió lentamente los ojos en la luz algo deslumbrante, frunciendo el ceño por la intensidad. Parecía estar atrapado en ese sueño y no quería despertar. Incluso aunque sus ojos se hubieran adaptado al entorno, seguía acostado en
Emiliano entrecerró los ojos, aunque no respondió directamente, la expresión en su rostro dejaba claro que tenía preguntas.Jaime mantuvo su actitud despreocupada y continuó sonriendo: —No es necesario que me llames abuelo. Todos somos así, especialmente los jóvenes, llevan una rebeldía innata. Me
Montenubes.La azotea de un edificio abandonado, con paredes cubiertas de musgo, indicaba claramente su estado de deterioro.En una parte interna del conjunto de edificios, un garaje subterráneo aparentemente insignificante estaba lleno de gente.El chico con cabello rubio que guardaba la entrada, l
En el instante en que se abrió la puerta de la jaula, la multitud circundante comenzó a gritar a pleno pulmón.Eran como primitivos sin civilizar, lanzando exclamaciones excitadas hacia su presa.A pesar de lo agotada que estaba Juliana, no podía seguir fingiendo dormir en esta situación.Elevó lige