Riobela, muelle del cruce del río.El lugar que normalmente estaba lleno de actividad de carga y descarga de mercancías de repente quedó desolado, sin una sola figura a la vista. La tranquilidad que envolvía los alrededores resultaba espeluznante.En lo más profundo del almacén, un haz de luz deslum
—¿Quién te dijo que se trata de mercancía? ¡Estoy hablando de personas!—Diego se irritó al escuchar que este hombre no se centraba en lo importante.Los Román ni siquiera se molestaban con las cosas que encontraron en el almacén; aquellos sin habilidades solo se aventuran en esos negocios sucios.O
Hospital.El olor a desinfectante resultaba un tanto irritante.Santiago abrió lentamente los ojos en la luz algo deslumbrante, frunciendo el ceño por la intensidad. Parecía estar atrapado en ese sueño y no quería despertar. Incluso aunque sus ojos se hubieran adaptado al entorno, seguía acostado en
Emiliano entrecerró los ojos, aunque no respondió directamente, la expresión en su rostro dejaba claro que tenía preguntas.Jaime mantuvo su actitud despreocupada y continuó sonriendo: —No es necesario que me llames abuelo. Todos somos así, especialmente los jóvenes, llevan una rebeldía innata. Me
Montenubes.La azotea de un edificio abandonado, con paredes cubiertas de musgo, indicaba claramente su estado de deterioro.En una parte interna del conjunto de edificios, un garaje subterráneo aparentemente insignificante estaba lleno de gente.El chico con cabello rubio que guardaba la entrada, l
En el instante en que se abrió la puerta de la jaula, la multitud circundante comenzó a gritar a pleno pulmón.Eran como primitivos sin civilizar, lanzando exclamaciones excitadas hacia su presa.A pesar de lo agotada que estaba Juliana, no podía seguir fingiendo dormir en esta situación.Elevó lige
Santiago al principio rechazó con impaciencia las quejas a lo largo del camino, pero a medida que la altitud aumentaba, dejó de hablar.En este momento, la voz de Alexis también se volvía cada vez más débil y finalmente cerró la boca.Cuando el automóvil llegó a su destino, Santiago bajó del vehícul
La conmoción en el estacionamiento subterráneo hizo que todos los presentes detuvieran sus acciones y dirigieran sus miradas hacia la puerta.Al ver que solo estaba Santiago, una expresión de desprecio se dibujó instantáneamente en sus rostros.—Solo es un desecho herido, ¿quién se cree que es? No o