Las palabras de Juliana silenciaron la atmósfera por un momento. Algunas personas miraban la escena con interés, otras con preocupación, y otras parecían confundidas y le preguntaban a las personas a su lado.La cara de Frida se congeló momentáneamente en una sonrisa forzada, pero rápidamente recupe
Frida y Fabio se pusieron serios. Por supuesto, no esperaban que Juliana se arrodillara y les rindiera homenaje, pero tampoco anticipaban que Juliana respondería de manera tan directa. Se quedaron paralizados en su lugar por un momento, sin saber qué decir.Desafortunadamente, no había nadie dispues
—Frida, como te dije antes, no necesitas llamartee mamá.Juliana habló con calma mientras apoyaba el brazo de Mauricio. Vestida con elegancia y con un aspecto mucho más refinado que cuando llevaba un flequillo espeso en la Casa Garza, parecía una heredera mimada de una familia adinerada. En comparac
Juliana sabía exactamente por qué la estaban echando y por qué Frida había sido tan resuelta al presentar la carta de desheredación. Todo se trataba de asegurarse de que no pudiera crear más tumulto explotando su condición de hija adoptiva para reclamar una parte de los activos de casa Garza.Aunque
Emiliano habló, y al mismo tiempo, la mujer cuyo brazo estaba agarrando se inclinó hacia él, como si se hubiera torcido el tobillo y su cuerpo se volviera débil.Juliana alzó una ceja, y muchas personas se volvieron hacia ella debido a esta escena. No había pasado mucho tiempo desde las noticias en
Frida tuvo un breve momento de incomodidad en su rostro, pero rápidamente se recuperó. Negó con la cabeza y respondió, alzando la voz: —¿Qué ha hecho casa Garza? ¿Después de los catorce años, aparte de pedirte que cambiaras de habitación para que Camila pudiera usar la tuya, en qué hemos fallado? Cr
Emiliano dio un paso atrás, aumentando la distancia entre él y Camila. Sus ojos negros parecían un abismo profundo.—Siempre alegas que tu enfermedad es la causa, Camila. Cuando Juliana y yo nos casamos, intentaste suicidarte debido a tu enfermedad, por eso la envié al extranjero. Cuando regresó, co
Mauricio extendió su brazo y rodeó los hombros de su hermana, dándole unas suaves palmaditas. Luego, levantó la mirada y se enfrentó a la desquiciada Camila, su voz clara y fría:—Señorita Camila, le sugiero que piense antes de hablar. Si no ha tenido una educación adecuada, puede volver a estudiar