Juliana sabía exactamente por qué la estaban echando y por qué Frida había sido tan resuelta al presentar la carta de desheredación. Todo se trataba de asegurarse de que no pudiera crear más tumulto explotando su condición de hija adoptiva para reclamar una parte de los activos de casa Garza.Aunque
Emiliano habló, y al mismo tiempo, la mujer cuyo brazo estaba agarrando se inclinó hacia él, como si se hubiera torcido el tobillo y su cuerpo se volviera débil.Juliana alzó una ceja, y muchas personas se volvieron hacia ella debido a esta escena. No había pasado mucho tiempo desde las noticias en
Frida tuvo un breve momento de incomodidad en su rostro, pero rápidamente se recuperó. Negó con la cabeza y respondió, alzando la voz: —¿Qué ha hecho casa Garza? ¿Después de los catorce años, aparte de pedirte que cambiaras de habitación para que Camila pudiera usar la tuya, en qué hemos fallado? Cr
Emiliano dio un paso atrás, aumentando la distancia entre él y Camila. Sus ojos negros parecían un abismo profundo.—Siempre alegas que tu enfermedad es la causa, Camila. Cuando Juliana y yo nos casamos, intentaste suicidarte debido a tu enfermedad, por eso la envié al extranjero. Cuando regresó, co
Mauricio extendió su brazo y rodeó los hombros de su hermana, dándole unas suaves palmaditas. Luego, levantó la mirada y se enfrentó a la desquiciada Camila, su voz clara y fría:—Señorita Camila, le sugiero que piense antes de hablar. Si no ha tenido una educación adecuada, puede volver a estudiar
Camila se movió demasiado rápido, tomando por sorpresa a todos.Incluso Juliana y Mauricio, quienes estaban más cerca, no reaccionaron a tiempo y, casi de manera instintiva, Mauricio apartó a Juliana.A pesar de que la acción no fue lenta, el filo de la navaja rozó el brazo de Mauricio, dejando una
Mauricio no pareció notar la sorprendente reacción de la señorita Valdés y simplemente miró a Juliana. Luego, se dirigió a Diego: —Me voy por ahora. Mantén la situación bajo control y encárgate de lo que sigue.Diego asintió con firmeza. Mauricio se dio la vuelta y le dijo a la señorita Valdés:
—Emiliano...—Camila también lo siguió apresuradamente. No le importaba lo que Juliana dijera acerca de la policía; ella solo lamentaba que el cuchillo no hubiera alcanzado a Juliana y, en cambio, hubiera herido a Emiliano.—Fabio, Frida, ¿ustedes dos no se dan cuenta de que han fallado en educar a s