EMILYNuestro hogar ahora vibraba con la felicidad que habíamos reconstruido juntos. Cada rincón parecía susurrar nuestras promesas renovadoras y las risas compartidas.Pero conforme pasaban los días, comencé a notar cambios en mi cuerpo. Síntomas que despertaron emociones diversas en mí. Las sospechas se sembraron cuando la fatiga se apoderó de mí, y las náuseas matutinas se convirtieron en un compañero constante. Me sentía emocionalmente vulnerable, y los cambios en mis antojos eran un enigma que solo incrementaban mi curiosidad.Una tarde, decidí abordar el tema con Nicholas. La incertidumbre y la esperanza se mezclaban en mi interior mientras me preparaba para compartir mis sospechas con él.Amor, ¿podemos hablar? Le pregunté con cierta timidez, mientras me acomodaba en el sofá de la sala.Él se sentó a mi lado, con una mirada llena de amor – claro, cariño. Dime ¿Qué pasa?Respire hondo y le explique sobre los síntomas que había estado experimentando. La fatiga, las náuseas, y ese
NICHOLASMe quedé en silencio observando el rostro sereno de Emily mientras dormía. La luz suave de la luna se filtraba por la ventana, iluminando suavemente sus rasgos. Era un cuadro de tranquilidad que contrastaba con la excitación que bullía en mi pecho.Contemple cómo suavemente suspiraba en sueños, y mi mano instintivamente se posó en su vientre, donde crecía nuestro pequeño milagro. Los latidos de mi corazón resonaban en una mezcla de amor y anticipación.Al día siguiente, mientras compartíamos el desayuno, no pude contener la emoción que burbujeaba en mi interior. la noticia de nuestra próxima paternidad se asentaba como una realidad tangible, y la simple visión de Emily me recordaba el milagro que gestaba dentro de ella.Mi amor, dije con una sonrisa juguetona, creo que hoy mereces un día de descanso. Puedo explicar en el trabajo que necesitas descansar un poco más.Sus ojos se iluminaron con gratitud, y su sonrisa fue como el sol iluminando mi día. Aceptó la propuesta, y mien
Al día siguiente, el sol se levantó con un resplandor cálido, invitándonos a escribir un nuevo capitulo en nuestra historia. Sentí la necesidad de compartir nuestra felicidad con alguien que, aunque no estuviera físicamente presente, siempre había ocupado un lugar especial en nuestros corazones: Beatriz, la madre de Emily.Le pedí a Emily que me acompañara, manteniendo en secreto el destino de nuestro paseo. En el camino, nos detuvimos en una encantadora floristería. El aroma embriagador de las flores llenó el aire mientras elegí un hermoso ramo que reflejaba la alegría y la esperanza que sentíamos.Finalmente, llegamos a un lugar que significaba mucho para mí: el cementerio donde descansaba la madre de Emily. Nos dirigimos hacia su tumba, rodeada de serenidad y paz.Sosteniendo el ramo de flores con delicadeza, sentí su fragancia llenar el aire mientr
EMILYAl despertar, me encontré sumida en la penumbra de un lugar desconocido, un rincón desolado donde solo reinaba el silencio interrumpido por el eco de mis propios latidos acelerados. La confusión se apoderó de mis sentidos hasta la cruda realidad emergió: estaba amarrada, vulnerable en las fauces de la oscuridad.Mi primer pensamiento se dirigió a nuestro bebé. Con las manos temblorosas, acaricie con delicadeza mi vientre. Todo estará bien, mi amor. Nada malo nos va a pasar. Tu papito nos estará buscando y nos va a rescatar, susurré en un intento por encontrar consuelo, aunque mis palabras parecían perdida en el vacío.La angustia se mezclaba con la determinación mientras intentaba evaluar mi situación. Mis ojos, aun ajustándose a la penumbra, distinguieron contornos difusos alrededor. Intenté liberar mis manos, pero las cuerdas que me aprisionaban se aferraban con firmeza, como si fueran testigos mudos de mi desesperación.Los recuerdos parecían estirarse en un entorno suspenso,
NICHOLASEsa noche, mi corazón estaba lleno de alegría mientras regresaba del trabajo. Había tenido un día muy productivo y estaba ansioso por recoger a Emily en el restaurante donde se suponía que se encontraría con Sarah. La expectativa de compartir nuestras alegrías y sueños me envolvía en una burbuja de felicidad.El teléfono sonó, interrumpiendo mis pensamientos jubilosos. La pantalla mostraba el nombre de Sarah. No dude en contestar, pero una extraña inquietud se apoderó de mi antes de pulsar el botón verde.Hola Nicholas, ¿Emily esta contigo’, la estoy esperando en el restaurante, pero no contesta su teléfono, dijo Sarah con voz preocupada. Una sombra de temor se instaló en mi pecho.No, no está conmigo, respondí rápidamente, la inquietud convirtiéndose en un nudo en mi garganta. El tiempo pareció detenerse mientras una serie de pensamientos aterradores se precipitaban en mi mente.Prometí que iría lo más rápido posible a la casa para ver si ella estaba ahí, antes de colgar, se
El agotamiento se apoderaba de mí mientras la desesperación me consumía. La falta de noticias sobre Emily me estaba sumiendo en una oscuridad insondable. Fue entonces cuando mi madre, con sus sabias palabras maternales, insistió en que debía descansar. Nicholas, Emily te necesita fuerte. Descansa un momento, hijo susurró, tratando de infundir algo se serenidad en mi alma destrozada.Siguiendo el consejo, regresé a casa en busca de un breve respiro. La ducha, aunque reconfortante, no lograba lavar la ansiedad que me carcomía. Me sumí en un sueño profundo, buscando refugio temporal de la angustia que me atormentaba.En el sueño, una figura femenina envuelta en luz, se materializó frente a mí. Su rostro irradiaba paz y gratitud. Nicholas, siempre quise conocerte. Gracias por cuidar de mi hija, expresó con una voz etérea. Mis emociones se entrelazaron, y su siguiente declaración resonó en mi corazón. No te preocupes, Nicholas. las estoy cuidando. Pronto las encontrarás.Desperté con un se
Nicholas, con determinación tallada en cada rasgo se mantenía firme frente a Alexia. La pistola, como un testigo mudo, se aferraba a su mano temblorosa. La policía al acecho, se preparaba para intervenir.Alexia, esto debe detenerse. No ganarás nada con más violencia- imploro Nicholas, su voz resonando en el silencio tenso que se había apoderado del lugar.Alexia, en su delirio de venganza, esbozó una risa desquiciada, como si el sonido estridente fuera una respuesta a la cordura que se le ofrecía. Que no ganare nada, dices; perdí todo por culpa de ella. Y ahora es momento de recuperarlo. La mirada desafiante y los gestos decididos revelaban una obsesión sin frenos, como si estuviera dispuesta a arriesgarlo todo en busca de una redención distorsionada.el primer disparo cortó el aire en un retumbar amenazante, creando una onda expansiva de temor que reverberó en el espacio. El sonido metálico y penetrante resonó como una advertencia de peligro inminente. En ese instante, el tiempo par
El suave murmullo de las maquinas resonaba en la habitación del hospital, y mis ojos, pesados por la reciente inconciencia, parpadeaban para ajustarse a la luz tenue. Mi primera preocupación, como siempre.Nicholas, ¿está bien? – pregunté, mi voz apenas un susurro preocupado.El doctor, un hombre de aspecto calmado, se adelantó para tranquilizarme. Me explico que Nicholas estaba en la habitación contigua, recuperándose de la herida en su hombro. Mi corazón dio un vuelco al saber que estaba a salvo. Agradecí en silencio por ese alivio.Pero, ¿y mi bebé? ¿Cómo esta nuestro bebe? – pregunté ansiosa, instintiva coloqué una mano sobre mi barriga. El doctor sonrió, y sus palabras se convirtieron en una sinfonía de consuelo.Ambos están bien. Emily. No hay razón para preocuparse. Pero es crucial que te tomes las cosas con calma.En ese momento, la puerta se abrió suavemente, y allí estaba él, Nicholas, con una bata de hospital que no lograba ocultar su determinación. Corrió hacia mí, y nos a