Ambos se dirigieron al balcón, alejándose del bullicio familiar. Lucas, con un gesto de preocupación, le dijo: “No tengo noticias de Isabela. Ella estaba a cargo de un proyecto y luego desapareció. Siempre dice dónde está, pero esta vez, nadie sabe.”Diego sintió un nudo en el estómago. “¿Qué quieres decir con que desapareció?” preguntó, su voz temblando. “¿Desde cuándo?”“Desde después de la graduación,” respondió Lucas, su mirada sombría. “Quería ir al extranjero, pero no sabemos si se fue. Si ella se hubiera ido, nosotros lo sabríamos. Isabela es una chica muy prometedora, amaba con el corazón y su futuro era brillante. Pero ahora, nadie sabe dónde está.”Diego sintió que el mundo se le venía encima. “¿Has hablado con sus amigas?” preguntó, sintiendo la angustia crecer en su interior.“Sí, pero no saben nada,” respondió Lucas, frunciendo el ceño. “Es como si estuviera, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo. Le he preguntado a su detestable hermana Clara, pero no dice nada como que
Cuando llegó a su casa, el lugar que Isabela había decorado con tanto amor, sintió que el aire se volvía pesado. Cada rincón de esa casa era un recordatorio de ella: los colores cálidos, los muebles elegantes pero acogedores, los pequeños detalles que reflejaban su personalidad creativa. Diego se dejó caer en el sofá, cubriéndose el rostro con las manos. “Isabela… mi Bella…”, murmuró, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con brotar. Su corazón estaba roto.Sin embargo, sabía que debía ser fuerte. Por ella. Por la mujer que había soportado tanto dolor, que había sido traicionada y abandonada por aquellos que debían protegerla. Clara, su hermana, era una de las culpables principales. Había hecho lo posible por estar cerca de él últimamente, pero Diego ya no le permitía entrar a su oficina sin aviso. No podía soportar verla, sabiendo que había sido ella quien había causado tanto sufrimiento a Isabela.Un día, mientras Diego trabajaba, escuchó a Clara insinuar cosas sobre Isabela a algu
Ambas estallaron en carcajadas, y por primera vez en mucho tiempo, Isabela sintió que podía sonreír sin que las lágrimas la siguieran al segundo. Fue un momento pequeño, pero significativo. Nadia estaba logrando algo que nadie más había logrado en meses: devolverle a Isabela un poco de alegría.Con el tiempo, Nadia comenzó a involucrar más a Isabela en su vida diaria. La acompañaba a hacer sus compras en el mercado local, donde los colores vibrantes de las especias, las telas y las frutas frescas llenaban el aire de vida. Nadia convenció a Isabela de comprar telas tradicionales marroquíes, y juntas eligieron colores y patrones que reflejaban la cultura del lugar. Luego, Nadia la ayudó a vestirse como una marroquí, mostrándole cómo envolver un caftán y cómo usar un pañuelo con gracia. Isabela, al mirarse al espejo, apenas se reconoció, pero por primera vez en mucho tiempo, no le desagradó lo que veía.Nadia también la llevó a pequeñas celebraciones locales, fiestas menos concurridas do
El doctor terminó de examinar a Isabela, quien yacía en la cama del hospital, con el rostro pálido y una venda alrededor de su cabeza. Khalid estaba de pie junto a la puerta, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, observando cada movimiento del médico. Nadia, sentada al lado de la cama, sostenía la mano de Isabela, tratando de calmar sus propios nervios. Cuando el doctor le preguntó su nombre, Isabela frunció el ceño, confundida.“¿Mi nombre?” repitió, como si fuera una pregunta extraña. Miró a su alrededor, buscando algo que le diera una pista, pero su mente estaba completamente en blanco. “No lo sé… no lo recuerdo.”Nadia sintió un nudo en el estómago. “Isabela,” dijo suavemente, apretando su mano. “Te llamas Isabela Montoya.”Isabela la miró, pero sus ojos estaban llenos de confusión. “¿Isabela?” repitió, como si la palabra no tuviera ningún significado para ella. Luego, su rostro cambió, y una expresión de pánico apareció en sus ojos. “El niño,” murmuró, su voz quebrándose. “
Rami, por su parte, no se separaba de Isabela. Pasaba gran parte del día en su habitación, jugando a su lado o simplemente observándola con sus grandes ojos oscuros. Para él, Bella era el centro de su pequeño mundo. Su niñera, que solía tener problemas para mantenerlo tranquilo, ahora se sorprendía de lo bien que se portaba.“Es como si ella fuera su madre,” comentó la niñera un día, mientras observaba a Rami jugar con Isabela en el jardín del palacio.Khalid, que estaba cerca, escuchó el comentario y asintió en silencio. Aunque no lo decía en voz alta, sentía lo mismo. Desde que su esposa lo había abandonado, dejando a Rami atrás, Khalid había hecho todo lo posible por ser un buen padre. Pero ver a Rami tan feliz con Isabela le hacía darse cuenta de cuánto necesitaba una figura materna en su vida.Aunque Isabela seguía sin recordar quién era, Khalid estaba decidido a ayudarla a recuperar su identidad. Después de investigar sobre su pasado, descubrió que era diseñadora de interiores.
El jardín exterior, donde se serviría la comida, era igual de impresionante. Isabela había transformado el espacio en un lugar cálido y acogedor, ideal para una reunión familiar. Las mesas estaban cubiertas con manteles de lino blanco, decorados con bordados dorados que combinaban con los tonos de la sala principal. Cada mesa tenía un centro de mesa hecho con flores frescas y velas flotantes en pequeños recipientes de vidrio.Isabela también había creado un rincón especial con cojines y alfombras bereberes, donde los invitados podían sentarse cómodamente para disfrutar del té de menta y los dulces tradicionales. Las luces colgantes de hierro forjado, adornadas con cristales de colores, iluminaban el espacio con una luz cálida y suave, creando un ambiente mágico.Mientras Isabela daba las últimas instrucciones a los empleados en el jardín, Samira la observaba desde lejos. Aunque no lo admitiera, estaba intrigada por la joven. Decidió acercarse a uno de los sirvientes para obtener más i
Más tarde, cuando Khalid se enteró del incidente, se acercó a Isabela para agradecerle.“Gracias por devolver el anillo de mi madre,” dijo, con una sonrisa cálida. “Es un objeto muy valioso para ella.”“No fue nada, señor Khalid,” respondió Isabela, con humildad. “Solo hice lo que cualquier persona debería hacer.”El padre de Khalid, Abdul, también expresó su gratitud. “Eres una mujer honesta, Isabela,” dijo, con una sonrisa amable. “Y parece que Rami te adora. Eso dice mucho de ti.”Sin embargo, Samira permaneció en silencio. Aunque no podía negar que Isabela había actuado correctamente, aún no estaba dispuesta a confiar completamente en ella. En su mente, seguía convencida de que debía vigilarla de cerca.Mientras tanto, la relación entre Rami e Isabela seguía fortaleciéndose. Cada día, el pequeño aprendía algo nuevo de ella, ya fuera cómo pintar, cómo identificar los colores o simplemente cómo disfrutar de los pequeños momentos de la vida. Para
Esa misma tarde, Samira organizó una pequeña reunión en el salón principal, asegurándose de que Khalid y Nour tuvieran tiempo para interactuar. Khalid, vestido con un caftán blanco impecable, estaba sentado en uno de los sofás, con su postura relajada pero elegante. Su rostro, de rasgos marcados y barba perfectamente recortada, mostraba una mezcla de serenidad y cansancio, como si estuviera acostumbrado a lidiar con situaciones similares. Sus ojos oscuros, profundos y serios, se movían con atención entre los invitados, pero sin mostrar un interés particular en nadie.Nour se sentó a su lado, inclinándose ligeramente hacia él mientras hablaba. Su tono era suave y coqueto, y sus palabras estaban llenas de insinuaciones sobre su cercanía con la familia Al-Fassi.“Tu madre siempre ha sido como una segunda madre para mí,” dijo Nour, tocando ligeramente el brazo de Khalid. “Siempre he admirado a tu familia… y, por supuesto, a ti.”Khalid sonrió educadamente, pero su e