Capítulo 353
Aunque no pudiera verlo, Sabrina supo que le ataron una bomba a la cintura.

Sabrina mantenía tranquila, sin atreverse a actuar precipitadamente.

No esperaba que esos bandidos prepararan bombas.

Después de una hora, llegaron a un lugar.

Los bandidos bajaron para investigar los alrededores.

—Jefe, la policía no nos persiguieron.

—¡Vámonos!

Cambiaron de vehículo y continuaron su huida.

Sabrina oyó alejarse el coche, empezó a intentar desatarse las manos y lo consiguió.

Sabrina se quitó la venda de los ojos y encontró a otros rehenes sentados en el coche.

Miró la bomba que llevaba atada a la cintura, que no había sido activada.

«No debería explotar mientras consiga desatascarla.»

Sabrina respiró hondo y dijo a un rehén a su lado: —Los bandidos se han ido, te ayudaré a desatar la cuerda.

Al oír esto, el rehén se acercó a ella inmediatamente.

—¡Despacio! —le recordó Sabrina, temiendo que tocara accidentalmente la bomba.

Poco después, rescató a todos los rehenes.

—¡Dios me ayud
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