—Lo siento, mi Alpha. Pero no dejaré a Claris sola en estos momentos —dijo Antón de manera tajante, decidido a infringir cualquier reglamento de un lobo hacia su Alpha.Sorien hizo una señal a uno de sus hombres para que avanzara hacia Antón y lo sometiera con un golpe seco y limpio, el cual dejó inconsciente al joven beta.Alannis vio al mismo joven que había intervenido en la batalla contra los demonios rojos para salvarles la vida. La humana se preguntaba si los jóvenes que estaban con ellos seguían vivos.Jonás, aquel joven lobo que con valentía se había encargado de proteger la vida de las humanas, vio a Sai desde donde se encontraba. Las humanas no se percataron de que Claus, el lobo que lideraba el grupo de Sorien, avanzaba hacia el grupo de su líder. Sus ojos se posaron en el lobo que vigilaba a su alrededor. Sai vio que Claus se acercaba a ella para pasar a su lado.Alannis también notó el extraño comportamiento de aquel lobo, por lo que no apartó sus ojos de él. Jonás, al ver
Suki dejó caer la espada, la pateó lejos de Jonás y luego se lanzó a atacar a Sai. Sus movimientos eran feroces; Sai recibió algunos golpes antes de caer a cierta distancia de Claus. Arcelia hizo una señal con la cabeza, indicándole a él y a los demás que no intervinieran.—¡Sai!... Suéltame, Claus. Debo ir a ayudarla o la matarán —suplicó Sereia. Pero Claus no la dejó ir.—No puedes interferir. Ella eligió su destino —dijo Claus con seriedad, mientras las amigas de Sereia dirigían sus miradas hacia él.—¿A qué te refieres con que ella eligió su destino? ¿Qué pasará con ella ahora? —preguntó consternada Alannis.—Si no muere bajo el ataque de Suki, pertenecerá a Jonás. Será su pareja, y por lo tanto, será parte de la manada de los Rime. Su vida como humana desaparecerá por completo —explicó Claus. Tanto Alannis como Sereia no comprendían exactamente a qué se refería Claus con que la vida humana de Sai desaparecería.Sai sentía intensos dolores en todo su cuerpo, resultado de los golpe
—Permiso... A un lado, por favor—, dijo Alannis con determinación, mientras se dirigía hacia Daniel, quien yacía inconsciente. La preocupación y el alivio se reflejaban en sus ojos mientras se acercaba a su amado.Desde la distancia, Zuke observó cómo llevaban al joven al interior de una habitación. De repente, Casius apareció detrás de Zuke y le dijo:—Sigues viva.Ella abrió los ojos, asombrada, sin esperar volver a verlo después de todo lo que había ocurrido en su fuerte. Zuke se dio la vuelta para mirar al responsable de aquella voz. Con sinceridad, la joven humana respondió:—Sí, aún estoy con vida. Lo siento por haber huido de ti... Pero debía hacerlo.Mientras hablaba, Darién se acercó con alegría a la mujer que estaba conversando con su Alpha, dando una cálida bienvenida a Zuke.Con una voz seca y poco amigable, Casius respondió:—Sí, supongo que tuviste que hacerlo.Zuke sintió como si estuviera frente a su peor enemigo una vez más, consciente de que explicar lo sucedido serí
La repentina convulsión de Daniel envió una oleada de pánico a través de la habitación. Alannis, visiblemente alterada, comenzó a gritar pidiendo ayuda mientras observaba impotente a su amigo convulsionar. La situación se volvió aún más angustiante cuando dos lobos adicionales entraron apresuradamente en la habitación.Uno de los lobos se acercó a Alannis y, con suavidad pero con firmeza, la sacó de la habitación, alejándola del joven príncipe que yacía inconsciente en la camilla. Ella resistió momentáneamente, preocupada por el estado de Daniel, pero finalmente cedió y salió de la sala, dejando a los lobos a solas con él.Dentro de la habitación, los lobos se apresuraron a rodear a Daniel, tratando de estabilizarlo y entender lo que estaba sucediendo. La tensión era palpable mientras intentaban encontrar una solución a la crisis que se había desencadenado de repente.Después de varias angustiosas horas de incertidumbre, los lobos lograron estabilizar la salud de Daniel. A pesar de las
La tensión en el aire era insoportable, y todos los lobos presentes se dieron cuenta de que estaban al borde de una confrontación que podría cambiar el curso de sus vidas en el fuerte.Carri, decidida a poner fin a la confrontación que se había desatado entre Zander y Jair, se puso de pie frente a Zander y lo miró directamente a los ojos. Su expresión era una mezcla de preocupación y determinación mientras intentaba calmar la situación.—Zander... no vale la pena —le dijo Carri con firmeza, buscando mantener la paz en el fuerte —Tenemos problemas más serios que un abrazo de Jair —terminò diciendo.Zander, aunque inicialmente estaba enfocado en Jair, desvió su mirada hacia Carri, considerando sus palabras. Sabía que tenía razón, que la amenaza del demonio rojo era mucho más grave que cualquier disputa entre ellos.Sin embargo, en ese momento, Jair se acercó con la intención de corresponder al empujón que Zander le había dado previamente. Zander, actuando por instinto protector, empujó a
Sin embargo, la desconfianza de Zuke era comprensible dadas las circunstancias inciertas en las que se encontraba. Temerosa de que el agua pudiera estar envenenada o contener algún peligro, Zuke golpeó el vaso con fuerza, haciendo que el agua se derramara en el suelo de la mazmorra. Sus ojos se llenaron de aprensión mientras miraba al guardia con cautela.El guardia, por su parte, sintió una oleada de ira ante el gesto de desprecio de Zuke. Había intentado mostrar un acto de bondad y consideración, y la humana lo había rechazado de manera evidente. Sus cejas se fruncieron, y su mirada se volvió más intensa mientras observaba el agua derramada en el suelo. Era evidente que se sentía insultado y frustrado por la reacción de Zuke, lo que complicaba aún más la ya tensa relación entre ellos.El guardia, abrumado por la ira y la frustración debido al rechazo de Zuke hacia su acto de bondad, perdió la paciencia. Sin previo aviso, agarró con fuerza el rostro de la humana, apretando sus dedos
Hans no pudo soportar más la brutalidad de la situación. Con una rapidez asombrosa, se abalanzó sobre el primer lobo que se atrevió a lastimar a Zuke. Su golpe fue tan poderoso que el lobo salió expulsado hacia la otra pared de la mazmorra, estrellándose a una distancia considerable de ellos. La fuerza de Hans dejó a todos en la mazmorra atónitos, y Zuke, que había estado a punto de ser víctima de la violencia, quedó sin aliento por un segundo.Levantó su mirada aturdida para ver quién era su inesperado salvador, y la sorpresa invadió su rostro al reconocer a Hans, el mismo lobo que la había puesto en esa posición precaria. —Tú... ¿Qué haces aquí? ¿Vienes a ver cómo me tratan de matar después de todo?— espetó Zuke con molestia, su voz cargada de desilusión al pensar que el lobo al que había ayudado le había traicionado. —No, he venido a protegerte —respondió Hans con calma, mientras se preparaba para enfrentar al lobo que se acercaba a él, listo para continuar la pelea —Pero de nada
La sorpresa lo invadió cuando comprendió que este dardo había logrado atravesar el espacio de vínculo que compartía con Zuke, su aliado de confianza.Karios extrajo cuidadosamente el dardo de la pared, y sus ojos se clavaron en él con un reconocimiento inquietante. Era un arma que conocía muy bien, y su rostro se tornó serio mientras sopesaba las implicaciones de lo que acababa de ocurrir. Su guerrero, quien lo acompañaba en ese momento, estaba atónito ante la audacia de quien se atrevió a dañar a su señor. En un tono firme, Karios pronunció las palabras que resonarían en el castillo.—Arcelia... ¿Acaso no es su arma? Toma, averigua si ella es la responsable de mi herida —La intriga y la determinación se apoderaron de ellos mientras comenzaban a desentrañar el misterio detrás de este sorprendente ataque.—Mi señor, hemos avanzado y logramos someter a los pocos humanos, también hemos matado algunos lobos que se han resistido a rendirse —dijo uno de sus guerreros. Su tono era serio y re