CAPÍTULO 53SOPHIEFinalmente, después de varias semanas, llega el día que tanto espere. En cuanto empezaron las primeras contracciones, Nancy y Vicente me llevaron al hospital. El sitio se ubica a casi una hora del pueblo, por esa razón me apresuraron cuando tuve mi primera contracción.Admito que estoy un poco asustada, no por la manera que va a nacer mi hijo, sino porque tengo miedo de que algo salga mal, que se pueda presentar una complicación mientras nace o incluso yo pueda perder el conocimiento, he escuchado de algunos casos. Ojalá ese no sea el míoPor otro lado, me siento tranquila, ni siquiera el dolor que se acumula en mi vientre y espalda me preocupa, sé que eso es normal. Estoy algo calmada porque el amigo de Vicente, el médico que llevo el proceso de mi embarazo, estará presente en la sala el parto.Con ayuda de mis amigos, bajo del auto, Nancy corre hacia el interior del hospital y vuelve enseguida con una silla de ruedas. —Siéntate con cuidado —me pide Vicente. En c
SOPHIEPercibo un ligero aroma a medicamentos y alcohol flotando en el aire. Lentamente, abro los ojos y tardo unos segundos en darme cuenta dónde estoy.Es una habitación. No se escucha ningún ruido excepto el de una máquina que repite el mismo sonido constantemente, más allá todo está en silencio. Parpadeo un par de veces para aclarar mi vista, es hasta entonces cuando finalmente compruebo que sigo en el hospital.«Recuerdo eso, pero, ¿después qué pasó?»Trato de moverme para levantarme y en ese instante siento un dolor intenso en la parte baja del abdomen y decido quedarme quieta, porque es un dolor que me ha sofocado.—¿Qué pasa, por qué me duele? —murmuro con un ligero quejido, las palabras salen muy apenas.Poco a poco, los recuerdos vienen a mi mente. Había venido al hospital, acompañada de mis amigos, ellos me trajeron a este sitio porque ya iba a nacer mi bebé. Todo paso tan rápido. Recuerdo que Vicente y Nancy fueron detenidos en el mostrador de urgencias, porque no podían a
Las palabras no salen, así que me quedo observándolo. Quiero hacerle muchas preguntas, pero la principal es “¿por qué?”.¿Por qué me sigue haciendo esto, por qué no me deja en paz y por qué me odia tanto?No merezco nada de esto. Pero aun así no lo cuestiono, no digo nada, solamente lo veo con miedo.Me llega el recuerdo de mi bebé a la mente y todas esas dudas se apagan, y sé que ahora lo estoy viendo de otra forma.—¿Qué le hiciste, dónde la tienes? —sin titubear lo cuestiono con lo único relevante.Mi hija me da las fuerzas que antes me hizo falta, «lucharé por ella sin importar qué».El hombre cruel me observa, no responde a mi pregunta, simplemente me lanza dagas de veneno con sus ojos. Sé que odia perseguirme; sin embargo, ni eso lo haré detenerse, si es necesario me buscará todas las veces que yo salga por esa puerta.Esta es mi cárcel, mi tumba, la única forma de salir de aquí sin ser perseguida es, muerta. No me quiere, ni siquiera le importó un mínimo, siempre ha sido para s
No conocía la felicidad hasta hoy que la tengo en mis brazos. Sus ojos me miran, es como si me conociera, ambas sentimos una paz enorme estando juntas.―Desearía que nunca más te apartaran de mí ―susurro, mientras acerco mi cara a la suya y beso su mejilla rozada. ―Eres tan hermosa, mi pequeña.―Ya debo devolverla a su cuna ―interrumpe nuestro vínculo la niñera que le asignaron.Por un momento olvidé que le hablaron a esta joven para que me acompañara, o más bien para que me vigilara mientras amamanto a mi bebé. Cree una pequeña burbuja para preservar este momento, al menos esto no me lo podían quitar.―Solo unos segundos más ―digo, quisiera que ella se pusiera en mi lugar, al menos un instante para que pueda entenderme, no es fácil separarse de un hijo, ahora que soy madre comprendo muy bien eso. ―Todavía no le ayudo con los gases, no se puede dormir así.Siento un apretón en el pecho, de solo pensar que este momento se acabara, me destroza por dentro. Sé que hay normas y que deben s
¿Qué ánimos puedo tener? Se han llevado a la persona que quiero tener a mi lado y me han dejado sola otra vez. Sigo parada enfrente del guardarropa, ni siquiera le presto atención a la ropa colgada que hace allí, mi mirada está perdida en la nada.Sumida en esta profunda tristeza que me invade el pecho. ¿Cuándo será el día que la felicidad perdure a mi alrededor? Creo que el día que el abuelo muera, solamente así podre avanzar y tener la vida que quiero.No le deseo la muerte, a pesar de que él ha sido malo conmigo, jamás le desearía algo como eso.El pequeño y dulce rostro de Alisa, se viene a mi mente. ¿Seguirá dormida? O ¿Ha despertado y estará llorando? Muero de ansias por salir de esta celda y correr entre los pasillos, en busca de su habitación. Ni siquiera sé en donde queda, donde la han puesto.Recuerdo que la niñera menciono algo de una cuna, debieron haberle hecho un espacio en algún dormitorio, me imagino que muy apartado de los oídos del abuelo.¿Entonces puedo merodean po
Realmente no sé cuantos minutos pasan, ambos nos quedamos viéndonos. Es entonces cuando su expresión discreta desaparece y me hace ver un reflejo de tristeza y pesar en su rostro. Debe estar confundido viéndome aquí, debe estarse haciendo muchas preguntas en la cabeza; y yo debo explicarle todo.Estoy por dar un paso, cuando en ese instante alguien a mi lado se coloca y rodea mi cintura con un brazo para mantenerme en mi sitio.― ¿Qué pretendías hacer? ―La voz hostil de Fausto susurra en mi oído, ―si tu movimiento es correr a sus brazos para pedirle consuelo, déjame decirte que con solo apretar el botón de mi celular puedo conseguir que desaparezca tu hija, y eso hará que nunca más la vuelvas a ver.Mi corazón late desbocado por el miedo que se apodera de mí. Imágenes terribles se instalan en mi mente, estoy segura de que el abuelo puede causarle un mal a mi inocente hija; sin embargo, no me detengo, algo dentro de mí me impulsa.―No dejaré que el abuelo le toque un solo cabello a mi
Termino de lavarme las manos y levanto la mirada, un reflejo mío de desánimo en el espejo es todo lo que percibo. ¿Cómo es que llegue hasta este punto de mi vida? Han cambiado muchas cosas desde que murieron mis padres y todo eso ha sido para mal.Ya no sé si culpar al abuelo de todo lo que me pasa. Si mi madre estuviera viva, ella lo señalaría como el único culpable; sin embargo, no me atrevo a juzgarlo, a pesar de haber cometido actos ruines.Nunca he sido una persona que eche en cara a otros de sus errores, siempre he pensado que uno es responsable de sus acciones. Los errores que cometes son consecuencias de nuestras decisiones. Tal vez el abuelo cometió muchas faltas, sin embargo, es un ser humano que tiene sentimientos y en algún momento de su vida llegara a tener remordimientos, si no es que ya los haya tenido.Cuando Fausto menciono que lo amenazo con lo de la deuda, el abuelo cambio y tuvo que aceptar lo que ese hombre le ordeno que hiciera. Pueda que el gran villano no sea m
No sé si pueda acostumbrarme a esto, creo que nunca ocurrirá. Deseo tanto irme lejos, deseo tanto escapar de nuevo y no ver hacia atrás. Ahora, con Fausto a mi lado, será imposible hacerlo. Desde que el día de la celebración, no se ha apartado de mí. Incluso tuve miedo de que me encontrara con Cristóbal cuando nos quedamos solos hablando. Aunque no duro mucho, pude sentir como si alguien no hubiese vigilado desde lejos.La manera en que Cristóbal se dirigió a mí esa noche, fue una de las cosas más dolorosas que he vivido. Sus duras palabras quedaron clavadas en mi mente, y hasta el día de hoy no las supero.Ese día estuve a punto de contarle de nuestra hija, pero él se adelantó y me comenzó a culpar, por algo que ni yo sabía. Puedo entenderlo, sin embargo, no de la forma que Cristóbal me ha señalado, pues yo ni siquiera estaba enterada del fraude que le acusaban.Quiero averiguar qué ha pasado, pero ni siquiera puedo salir de esta celda. El único momento que aprecio y disfruto, es cua