Termino de lavarme las manos y levanto la mirada, un reflejo mío de desánimo en el espejo es todo lo que percibo. ¿Cómo es que llegue hasta este punto de mi vida? Han cambiado muchas cosas desde que murieron mis padres y todo eso ha sido para mal.Ya no sé si culpar al abuelo de todo lo que me pasa. Si mi madre estuviera viva, ella lo señalaría como el único culpable; sin embargo, no me atrevo a juzgarlo, a pesar de haber cometido actos ruines.Nunca he sido una persona que eche en cara a otros de sus errores, siempre he pensado que uno es responsable de sus acciones. Los errores que cometes son consecuencias de nuestras decisiones. Tal vez el abuelo cometió muchas faltas, sin embargo, es un ser humano que tiene sentimientos y en algún momento de su vida llegara a tener remordimientos, si no es que ya los haya tenido.Cuando Fausto menciono que lo amenazo con lo de la deuda, el abuelo cambio y tuvo que aceptar lo que ese hombre le ordeno que hiciera. Pueda que el gran villano no sea m
No sé si pueda acostumbrarme a esto, creo que nunca ocurrirá. Deseo tanto irme lejos, deseo tanto escapar de nuevo y no ver hacia atrás. Ahora, con Fausto a mi lado, será imposible hacerlo. Desde que el día de la celebración, no se ha apartado de mí. Incluso tuve miedo de que me encontrara con Cristóbal cuando nos quedamos solos hablando. Aunque no duro mucho, pude sentir como si alguien no hubiese vigilado desde lejos.La manera en que Cristóbal se dirigió a mí esa noche, fue una de las cosas más dolorosas que he vivido. Sus duras palabras quedaron clavadas en mi mente, y hasta el día de hoy no las supero.Ese día estuve a punto de contarle de nuestra hija, pero él se adelantó y me comenzó a culpar, por algo que ni yo sabía. Puedo entenderlo, sin embargo, no de la forma que Cristóbal me ha señalado, pues yo ni siquiera estaba enterada del fraude que le acusaban.Quiero averiguar qué ha pasado, pero ni siquiera puedo salir de esta celda. El único momento que aprecio y disfruto, es cua
―La demanda por negligencia que enfrenta le impide poner un pie en cualquier otro hospital. Entonces, ese doctorcito ya no es un problema para nosotros.―Bien, eso es perfecto―, concuerda Fausto. ―Ahora solo tenemos que destruir a Sotiriou. Quiero que ese bastardo se pudra en la cárcel y no vuelva a ver la luz del día.Mi sangre se enfrió cuando lo escuché hablar, la forma en que lo reveló. Ambos son personas malvadas. ¿Qué hago? No puedo dejar que le hagan eso a Cris, no pude evitar que le hicieran daño a Vicente, pero debo hacer algo por el padre de mi hija.Pero atrapada aquí, ¿cómo salgo? Quieren encerrarlo como yo, pero esta vez la ley estará involucrada. Claro, Cristóbal mencionó algo sobre un fraude, así que es eso. Lo sabe, pero no está del todo seguro.Tengo que verlo de nuevo, debo decirle lo que planean hacerle; necesita saber que está en peligro. Sí, puedo hacer algo por Cris; lo haré. ¿Pero cómo saldré de aquí?―Señora ―, salto cuando la niñera me habla.―Oh, Dios mío ―,
Me estoy arriesgando demasiado, eso lo sé, y aun así estoy aquí, siguiendo al amigo de Cristóbal a su oficina. No puedo quedarme mucho tiempo, debo explicarle todo rápido.Al salir del elevador me condujo hacia una de las puertas que había en el corredor, la abre y me invita a pasar primero. Cuando entro, me paralizo en el instante que veo a Cris, parado enfrente de un escritorio. Se gira y cierra la boca antes de pronunciar algo.Se queda observándome por un segundo y después sus ojos se mueven a la parte detrás de mí, supongo que viendo a su amigo.― ¿Qué significa esto? ―exige, directamente, a Héctor.―Tranquilo, ella está aquí porque quería hablar conmigo, pero es bueno que estés aquí, así ambos podemos escucharla.―No me interesa escucharla, ya tuve demasiado de esta mujer ―suelta en un tono disgustado, sin mirarme, como si no estuviera presente. ―Mejor vengo en otro momento.Paso por mi lado, como si no existiera, y llego hasta la puerta; sin embargo, Héctor lo detuvo del brazo.
No sé cuánto tiempo llevamos solos, sin embargo, ninguno de los dos ha dicho nada. Cris ni siquiera me miro ya, desde que se fue su amigo ha parecido estar perdido en sus pensamientos, tal vez lo que le dije antes, lo dejo pensando. Miro la hora en mi reloj y me doy cuenta de que ya paso de la media hora que había estipulado, debo volver lo más pronto posible si no la niñera estará en un aprieto por mi culpa. ―Me tengo que ir ―digo, al tiempo que me giro para ir hacia la puerta. ―Espera ―. Me detengo cunado lo oigo. Sin volverme, me quedo ahí plantada, esperando a que añada algo más. Se toma su tiempo y se aclara la garganta. ― ¿Tenías algo más que decirme? Él lo sabe o sospecha que algo le oculto. Bueno, no le estoy escondiendo nada, solamente no he tenido el momento adecuado para aclararle las cosas y hablarle de nuestra hija. ―Si ―. Me vuelvo y lo miro desde a cierta distancia. ―Quiero aclarar algo que Fausto menciono en el evento y que tú malinterpretaste. No quería hacer e
CRISTÓBAL―Están buscando testigos para que declaren a tu favor, ya que las pruebas que presentamos no fueron suficientes. Pero dudo que eso funcione, porque hay muchas trabas, y no tengo duda de que Charlie y su socio están detrás de este asunto.Apenas escucho la voz de mi amigo, no le presto atención en absoluto, mi mente está absorta en cualquier argumento. Ni siquiera he tenido la cabeza para lidiar con el tema de la demanda.Respiro lentamente y lo miro.―Está bien ―digo, tratando de mantener la calma.― ¿Qué pasa? ¿Por qué te noto tan relajado? ―pregunta. Si tan solo supiera lo desesperado que me siento por dentro. ―O tal vez estás muy tenso y no quieres que me dé cuenta ―añade con tono de certeza.―Ya te dije que todo está bien.― ¿Cómo puedes decir eso cuando allá afuera es un caos y luego está Sophie…? ―Guarda silencio un momento. ―Ah, ya veo, eso es lo que te tiene así. Se trata de ella.Da en el blanco sin darse cuenta. Conozco a Héctor desde hace años, pero no quiero habl
SOPHIECamino de un lado a otro, ya no sé cuántas vueltas he dado en el mismo lugar. El corsé del vestido me está asfixiando, porque me hace sentir, por momentos, sin aliento, supongo que debido a los nervios. Me hicieron ponerme la prenda que compré en la tienda de bodas, otra vez estoy vestida de blanco, solo que el diseño es distinto.Pero eso no me incomoda, sino el acontecimiento, el casarme con otro hombre. Respiro hondo, trato de relajarme y luego expulso todo el aire de mis pulmones.Esto lo estoy haciendo por mi hija, solo por ella.Eso lo he repetido varias veces en mi mente; necesito aferrarme a algo para no salir corriendo como aquel día que escapé de la capilla. Ahora no puedo hacer eso. Cleo aparece después de varios minutos, me indica que esta vez vendrá el abuelo y me acompañará hasta el altar. Era de suponer, esta vez no va a arriesgarse a que me escape.―El señor no tarda en venir, ― anuncia ella.No pensé que me informara, suponía que harían las cosas como el abuelo
SOPHIEMientras analizo todo lo que Cris me va diciendo en el camino, no logro comprender para qué ese desgraciado necesita a mi pequeña. ¿Por qué ella? Trato de calmarme, pero resulta imposible hacerlo. Mi hija se encuentra en quién sabe qué lugar, en manos de un lunático resentido.Cris menciona lo que Héctor sabe y prometió que lo llamaría en cuanto tuviera alguna información. Solo espero que no tarde mucho, porque estos minutos que han transcurrido ya se sienten como los más largos de mi vida.De repente, el teléfono de Cris suena, y él lo toma de inmediato para responder.―Dime ―exclama en la bocina.Puedo percibir la angustia en su tono de voz, aunque hace un esfuerzo por ocultarlo. Ambos estamos angustiados y desesperados por la seguridad nuestra hija. La llamada no dura mucho, pero después de finalizar, él me explica todo: la niñera también se encuentra con ellos, Fausto se la había llevado a la fuerza para que mantuviera a Alisa callada. Es evidente que necesita ayuda, ya que