Ella sintió que las náuseas le envolvían como un velo. Su cabeza se mareo y es cuando decidió dar un paso hacia atrás. Una sensación de escapar con urgencia de aquel lugar la lleno.
De repente de la nada una mano con un pañuelo le tapó la boca y la nariz.
Ella abrió los ojos sorprendida y trató de quitarse aquella mano que se aferraba a ella con una fuerza brutal que la dominaba de manera inhumana, subyugando.
Su mente se revelaba a caer y trató de liberarse, pero aquel agarre era más fuerte que ella. La presión ejercida en boca y nariz la sofocaba y con cada movimiento se ahogaba más. El aire con un químico le quemaba los pulmones y de pronto todo se tornó negro y poco a poco perdió aquella lucha. Sus manos dejaron de luchar y cayeron al lado de su cuerpo y fue ahí cuando perdió el sentido.
Las horas pasaron y pasaron y la mujer dormida no se percataba de nada. De cómo la trasladaban de un lugar más alejado de Nuevo Horizonte.
Poco a poco la joven fue despertando de aquel oscuro y amargo sueño.
—¡Qué dolor! – murmuró Susana. Sentía que todo le daba vueltas y que el estómago le giraba y giraba.
Trató de moverse y fue cuando se percató de que sus manos estaban atadas a su espalda y no le permitía moverse. Estaba dolorida y acalambrada. Su respiración era dificultosa y el extraño aroma que impregnaba el lugar le provocaba asco. Abrió sus ojos, pero todo estaba tan oscuro que no lograba ver nada. El cuerpo de ella temblaba al verse en aquel estado.
—¡Ay! ¡Qué dolor, mi cabeza! – gimió. Sin previo aviso lo que tenía en su estómago, el desayuno y todo lo que comió durante aquella mañana fue expulsado, con una rapidez espantosa. Mientras vomitaba su cuerpo frágil convulsionaba.
—¡Ag! ¿Dónde estoy? — El terror la llenó. Sus pies estaban atados, ya consciente de su situación, trató de soltarse, desesperada hacia movimientos violentos. Su cuerpo estaba en el suelo, con la espalda recargada en la pared. Sus piernas extendidas, le faltaba un zapato y sus medias se encontraban sucias. Ella no podía verse ni siquiera lo más próximo a ella.
—¡Auxilio! — gritaba desesperada. Se encuentra llena de pánico por aquella situación — ¡Ayúdenme! – vuelve a gritar.
Sus lágrimas comenzaron a salir mojando su sucio rostro de tierra y de su propio vómito. El terror llena el corazón de la joven y su cuerpo tiembla a pesar de estar maniatado y arrojado en el suelo.
—¡Auxilio! — vuelve a gritar aún más fuerte.
—¡Cállate! — dijo una voz tan asustada como la joven Susana —¡Por favor no grites! Vendrán y nos lastimaran— gimió la voz femenina que se escuchaba en la penumbra de aquel lugar.
Susana atizó su oído y trataba de localizar a la dueña de esa voz, pero el lugar estaba en total oscuridad, no podía ni verse sus propias piernas.
—¡Auxilio! — gritaba con todas sus fuerzas, tenía que salir de ese espantoso lugar, pero... ¿Dónde estaba?
Ella trataba de escuchar lo que pasaba a su alrededor y sus ojos luchaban por encontrar a la persona que estaba con ella ahí.
—¡Maldita sea! — se oyó una voz que gritó furiosa. El dueño de la voz se encontraba a las afueras del lugar— ¡Callen a esa m*****a vieja! – el hombre iracundo daba órdenes.
Ella temblaba, pero estaba atenta a lo que pasaba.
Se escuchó cuando unos cerrojos se deslizaban, y al abrir una puerta, la luz del portentoso sol entró iluminando el lugar.
—¡Ayúdeme, señor se lo suplico! — rogaba Susana.
El hombre frunció el ceño molesto al verla sin mordaza.
—¿Por qué no le taparon la boca a esta vieja? — dijo un hombre bastante regordete y que lucía unas gafas gruesas y negras, partidas en el centro, pero unida con cinta que en otro tiempo fue blanca.
Susana miró rápidamente el lugar, eran paredes de madera viejas, era asqueroso, había basura por todos lados, un sofá roto sin fondo también logró ver a dos mujeres muy jóvenes atadas igual que ella, y cuando Susana comprendió que ella era víctima de una de las extrañas desapariciones que estaban sucediendo en el pueblo, su mente solo pensaba en gritar para que alguien la oyera.
—¡Auxilio, que alguien me ayude! — gritaba y pataleaba— ¡Déjenme ir!
El hombre regordete se acercó a ella y le dio una bofetada, haciéndole sangrar la boca.
—¡Cállate! — le dijo con cierta malicia.
Ella abrió los ojos como plato sorprendida por aquel golpe injusto.
—¡Auxilio! — gritaba con más fuerza y escupía la sangre que el golpe le provocó. Ella comprendió que estaba en serios problemas. Unas jóvenes aparecieron desmembradas y otras desaparecidas y ella iba a engrosar aquella escalofriante lista de desaparecidas— Por favor déjame ir— suplicó la ingenua mujer.
El hombre gruño molesto.
—¡Cállate desgraciada! — al momento de hablar le propinó una patada en las piernas a la joven.
—No, por favor no me pegues— gimió de dolor.
En el quicio de la puerta apareció otro hombre que vino hacia el otro y lo increpó.
—¡Estúpido vas a estropear la mercancía! – el hombre lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza a un lado. El regordete tropezó y cayó contra una de las paredes de maderas.
El segundo hombre se acercó a ella y la miraba como un lobo mira a su presa entre sus garras y se saboreaba. Con un movimiento rápido se bajó quedando frente a ella y tomó la barbilla de la joven con fuerza para que lo mirara a la cara.
—¡Realmente está bien linda! — la miraba. Una sonrisa desdentada se asomó en el rostro sucio y marcado por unas arrugas y cicatrices — Un par de días a mi cargo y amanso a esta zorrita.
Ella asqueada por el aliento fétido de aquel hombre quitó su cara con violencia, para evitar el contacto.
—¡Déjame salir de aquí, maldito desgraciado! — decía a todo pulmón. La adrenalina recorría todo su sistema y no se dejaba amedrentar por aquella situación tan mala.
El hombre que estaba inclinado delante de ella río a carcajadas.
—¿Salir? — la miraba de manera codiciosa.
Él recorría con su mirada las piernas desnudas, porque la pequeña falda del colegio era muy corta y en la posición en la que se encontraba, se le veían hasta la ropa interior. Sus blusas estaban abiertas y todas sucias de tierra y vómito, porque debido al forcejeo los botones salieron expulsados dejando su blanca piel desnuda, mostrando los virginales pechos protegidos solamente por el brasier. Él con un dedo sucio con las uñas manchadas de tierra y grasa recorría con lentitud la pierna y perezosamente subía hasta el borde de la falda y la levantaba con la intención de meter la mano dentro de ella. Él respiraba conteniendo su malsano deseo.
Él volvió a reír excitado.
—No mi reinita— colocó su mano en el tobillo y lo agarró con fuerza y le abrió la pierna. No dejaba de verla como ella se retorcía para evitar que él la tocara. Los ojos de aquel hombre brillaban con una intensidad que estremeció de terror a la joven. Él la miraba con deseo — aquí te vamos a enseñar tu paraíso.
—No— gritó ella llena de pavor.
—¡No puedes tocarla! — dijo el regordete hombre con la voz algo quebrada por el temor— son órdenes además tú mismo me lo dijiste.
En ese instante el teléfono del regordete sonó y rápidamente respondió.
—Joel, Leo que vayamos con él de inmediato — lo miró con insistencia — ¡Joel! — le grito para llamar la atención del matón que estaba dispuesto a violar a la joven.
—Maldita zorra— dijo mientras saco un pedazo de tela y comenzó a amordazarla— pronto tendremos un tiempito para los dos. Solo espérame.
Ella pudo ver que el hombre tenía un gran bulto en sus pantalones. De no haber sido por aquella llamada ella estaría mucho más perdida.
Él frustrado por aquella excitación sin ser satisfecha se levantó dejándole aquella promesa y se marchó riendo a carcajada.
Joel mira a la joven que esta en el suelo y acomoda su virilidad porque esta tan duro que el pantalón le causa dolor y por eso lo arregla acomodando el miembro.Sale de aquel asqueroso lugar furioso con el compañero quien lo obligo a salir antes de cumplir sus insanos deseos.Su pensamiento está en aquella joven de cabellos miel y ojos marrones que lo miraron con desprecio. Si había algo que lo molestara en la vida era que una mujer lo despreciara.Sonrió.Eran muchas las mujeres que lo despreciaba y esto lo excitaba en gran manera y a muchas les había cobrado bien caro su desfachatez. Rio al recordar a la última que tuvo avasallada por él.Los dos hombres se encontraban en la parte de afuera de la cabaña.Molesto con su compañero por haber interrumpido aquel hermoso momento de deseo así que lo miro con odio y lo increpó.–Pepe, ¿Qué
Un hombre se encontraba en una de las casas rodantes y los observaba en un silencio sepulcral mientras miraba su reloj de pulso. Este fumaba y al tenerlos cerca arrojó al suelo el cigarrillo y lo pisó. Y se les dirigió a ellos con el ceño fruncido.–¿Qué les pasó? ¿Por qué tanta tardanza? – La voz del hombre se sentía grave y muy enojada– saben que manejamos tiempo sincronizado.Susana trataba de ver al hombre que parecía el jefe de los hombres malvados. El estómago la torturaba por el hambre y el cansancio, mas no logro identificar el rostro, pero su voz le parecía conocida. Tragó en seco y se mojó los labios que tenía resecos.El que los esperaba los miró con furia por la tardanza y sin esperar respuesta de ellos siguió impartiendo órdenes.–Agarren a esas dos y la llev
El sol que ilumina el Nuevo Amanecer brilla con gran intensidad, pero aún no hace el calor tan abrumador que caracteriza a esa zona de la región. Para los pobladores que no se percatan de los secuestros de las jóvenes siguen sin importarle lo que pasa en sus alrededores, pero para las jóvenes secuestradas solo es sufrimiento y desolación sin saber lo que realmente lo que les va a suceder a cada una de ellas.Los ojos de Susana se abren con cierta dificultad debido al brillo que entra por la pequeña ventanilla de la habitación. Deja salir un largo suspiro.Ella se despereza y sonríe al recordar una terrible pesadilla.—¡Que sueño tan horrible! — exclamó aun adormilada en medio de la pequeña habitación.Sus ojos recorrieron aquella habitación que no conocía y fue cuando comprendió que aquel sueño era sólo su triste realida
Leo analizaba a la joven que lloraba delante de él por el dolor en sus manos. Sus ojos cayeron sobre las manos atadas a la cadena y estaba algo amoratada.- «Si la suelto lo más seguro que tratara de escapar»- meditaba mientras miraba las manos de la joven - «Este pequeño monstruo tiene mucho brío y hará hasta lo imposible para escapar»- Leo no dejaba de mirar aquella mujer que lloraba como una niñita.—Te voy a soltar, para que descanses un poco tus manos — sus ojos marrones la miraron fijamente, y puso su mano en la pistola que tenía en el cinto, sabía de antemano que se iba a arrepentir por tomar la decisión que de soltarla — pero si tratas de escapar, ya sabes que te mato— la amenazó.Él la soltó, pero en esos momento escucho un ruido y por estar alerta se distrajo por unos segundos, lo que aprovechó la joven cautiv
Después del altercado con el delincuente llamado Leo la joven se mantuvo calmada, debía darle a entender a él que ella había desistido de su huida. Estuvo analizando los movimientos del hombre y cayó en cuenta que el auto solo se movía durante la noche. Tal vez para no llamar la atención de ningún policía.Susana solo pensaba en como escapar. Y sus pensamientos estaban dirigidos a la preocupación de sus padres. La tristeza y la desazón de que ellos debería estar buscándola por todas partes o que estaría escondida con alguna amiga, pero nunca se imaginaron que ella sería vendida en las próximas horas como una prostituta o tal vez algo peor.Ahora arrepentida por su desfachatez y rebeldía que solo logro fue dañarse a sí misma— «¿Que estaría pensando su novio Richard?»— se preguntaba mientr
Un hombre taciturno y concentrado va en su auto viajando. Él se ha forjado en la dureza de la vida y esta lo ha llenado de golpe. Golpes que lo han hecho fuerte y muy decidido. Sus ojos no se apartan de la carretera que va saliendo de Nuevo horizonte hacia el lugar donde él la cual le gusta y que tiene días que no ha podido estar.Leo manejo durante horas, es necesario mantener el bajo perfil y evitar sospechas o cuestionamiento Entre menos sepa de él es mejor.El campamento donde escondía a Susana estaba a más de tres horas de camino al lugar donde él se dirigía. Manejo en un total silencio, porque sus pensamientos están en la mujer que dejó al cuidado de cómplice Pepe.Él es desconfiado por naturaleza, y no le gustaba dejar su trabajo tirado ni a medias es demasiado responsable, pero el asunto que tiene pendiente lo obligaba a salir de su escondite y tal vez ponerse en riesgo d
Marcos observaba con detenimiento la mujer que tenía frente a él. Ella no era cualquier mujer ni cualquier policía. era una mujer que tenía muy desarrollada sus capacidades tenía una perseverancia daban frutos en su carrera, lo que la hacía sagaz para entender situaciones entre líneas.Su mirada fría y calculadora se convertía en esos momentos en un escáner, tratando de leer las extrañas reacciones que él en esos momentos había realizado por perder el control.así que se acercó con una enorme sonrisa en el rostro a ella que lo analizaba en silencio.— ¡Solo es una expresión, amor! — dijo besándola.Él comprendió su error monumental delante la policía. Ella lo podría descubrir y entonces estaría perdido. Por eso disimuló besándola de manera apasionada.Ella sus
La mañana llegó y el trinar de los pájaros llenó el lugar dándole la bienvenida al nuevo día. Dentro de la casa rodante que está ubicada en un pequeño claro todo está en total silencio.Desde muy temprano Leo se levantó preocupado y preparó café y espera con paciencia que la joven que está aún dormida despierte para poder atender aquel golpe que tiene en la cara. Un rostro que no debía ser mancillado ni maltratado, algo que les va a salir muy caro a ambos delincuentes. Esa banda se caracteriza por buscar jóvenes hermosas y exóticas para hacer diferentes negocios en el mercado negro.Los ojos de aquel hombre viran para ver aquel cuerpo que yace aun dormido.Dejó escapar un suspiro de frustración.En la cama Susana aun con el somnífero circulando en el torrente sanguíneo va despertando muy lento. El medicamento l