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La joven salió temprano del trabajo y solo se limitó a recordar el evento de la cafetería.

–Estoy segura de que era él– se repite una y otra vez – él para mí no está muerto.

La joven se afirma en este concepto porque ella nunca lo vio muerto y por eso se le hace difícil aceptar su muerte. Aún puede recordar cuando se abrazaba a él, todavía recuerda su olor, sus caricias.

La psicóloga le dijo que visitara su tumba y allá expresara todo lo que sentía por él.

Ella jamás lo hizo porque sencillamente para ella él aún estaba vivo en su corazón.

El teléfono sonó haciéndola sobresaltar. Solo sus padres y Richard eran los que la llamaban. Ella se mantenía al margen de las personas. Daba poca confianza para evitar ser dañada otra vez. El teléfono insistió en son

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