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Ella con lentitud comenzó a quitarle el saco que tenía que llevaba puesto sin dejar de perderse en esa mirada cálida y muy masculina.

Él está tenso por el anhelo y viendo en ella la determinación llevó sus manos a la fornitura donde se encontraba el arma y la placa y con presteza la soltó arrojándola al piso a un lado de la cama.

Los ojos de Marcos brillan con mucha intensidad por el deseo que experimenta e inclinado la cabeza besar aquellos labios entreabiertos que lo invitan a la excitación y a medida que los besos y las caricias toman fuerzas ambos van caminando hacía la cama.

Él la mira con amor.

— ¡Me tienes en tus manos! — ronronea y vuelve atrapar esa boca que solo sigue respondiendo igual de apasionada que él.

Con movimientos algo torpes ella se acuesta sin soltarlo y lo lleva hasta que él se acuesta sobre ella. Las enormes ma

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