Capítulo 21

Entraron a la casa, todo estaba pulcro y limpio, la estancia principal estaba adornada por enormes cuadros de pinturas rústicas, jarrones con plantas exóticas y un olor a Menta inundaba el sitio.

—Bienvenida, Kayla —dijo la rubia sentándose en uno de los sillones de manera desenfadada—. Ponte cómoda, enseguida llegará él.

Kayla quiso lanzar su vómito verbal, pero prefirió callar y sentarse.

—¡Dios, llegué a tiempo, ese hijo de puta casi te la mete! —La rubia arrugó la nariz—. Presiento que se enojará cuando se enteré lo que estuvo a punto de hacerte ese imbécil.

—¿De quién hablas? &md

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