Más tarde ese día, 1:30 pm. Vladimir se inclinó y miró fijamente a Tatianna que se encontraba sentada en el interior del automóvil oscuro frente a la mansión de donde recién él había salido tras ingresar a solas una hora atrás. La mirada azul clara de esa mujer castaña reflejaba una mezcla de preocupación y determinación. Ella seguía con la idea de verse con Yulian Miranova, ahora que sabía que ese hombre estaba ligado a ella y que se encontraba en la misma ciudad. ¡No podía perder tal oportunidad! —Tatianna, escúchame bien. Este asunto con Yulian es peligroso. No puedo arriesgarte —le dijo él fríamente, después de haber salido de esa mansión donde se reunió con un conocido suyo que le informó que Yulian llevaba casi 5 días en la ciudad y que su objetivo parecía ser específicamente Tatianna—. Tú ere su objetivo y no sé qué intenciones pueda tener él, pero no voy a permitir que te pongas en riesgo. Tatianna frunció el ceño, sintiendo una oleada de frustración. —Vlad
La elegante mansión se alzaba imponente en medio de la lluvia esa noche, con sus altas torres y ventanas oscuras que parecían observar inquietantemente desde lo alto. El frío viento azotaba los árboles sin hojas que rodeaban la mansión, haciendo que las ramas crujieran. Las hojas caídas formaban una alfombra húmeda y resbaladiza en el suelo, añadiendo un toque de melancolía al ambiente. El automóvil del guarda que trabajaba para Vladimir, mismo que le entregó sus llaves a Tatianna. Se estacionó frente a esa mansión. Bastó una llamada a uno de sus contactos para Tatianna dar con otro de los de Yulian Miranova y organizar una rápida reunión con ese hombre. Sabía que Vladimir no estaría de acuerdo pero aún así. Ella no podía quedarse sin hacer nada a la espera de las indicaciones de su esposo. ¿Podría ser una trampa? ¡Por supuesto que podría! Tatianna tragó en seco. Si era verdad que ella era la hija de una amante de Sergei Miranova. ¿No significaba eso que era un estorbo
Esa tarde en el cementerio de Moscú que se extendía en silencio bajo el cielo gris y melancólico del otoño. Las hojas marchitas crujían bajo los pies de los visitantes, y el suave sonido de la lluvia creaba una atmósfera de paz y tristeza. Tatianna Korovin caminaba con paso lento, sosteniendo un ramo de flores blancas en su mano enguantada temblorosa. A su lado, Yulian Miranova, su medio hermano, que la protegía de la llovizna con una sombrilla negra, su rostro serio y frío se posaba en Tatianna. Las tumbas que se alzaban de la tierra, tenían una cubierta con una fina capa de lluvia. Las lápidas de mármol y granito parecían más sombrías bajo la luz apagada del día, y las flores marchitas sobre algunas tumbas añadían un toque melancólico al paisaje. Finalmente, Tatianna se detuvo frente a la tumba de su padre, su corazón latiendo con fuerza en su pecho… Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas. Tanto tiempo lo había estado buscando. Jamás imaginó que ese día en qu
La tarde de otoño se deslizaba lentamente sobre la mansión, envolviendo el lugar en un manto gris frío de quietud y misterio. Las hojas caídas crujían bajo los zapatos de Vladimir Korovin, mientras ese alto hombre rubio, se acercaba a la imponente puerta de la mansión en ese sendero boscoso. Sentía el frío aún con lo abrigado que él se encontraba, pero su determinación lo mantenía en pie. Él tocó el aldabón de hierro y esperó. La puerta se abrió lentamente, revelando a un anciano de aspecto imponente. —Bienvenido. Soy Boris Nekrásov —se presentó el hombre de edad avanzada y cabello totalmente canoso. Vladimir entró en la mansión, impresionado por la elegancia del lugar. Mientras caminaban por pasillos adornados con retratos de antepasados, Boris le explicó su relación con Gregori Nekrásov, el anterior líder de la organización de Nekravskaya. Vladimir sabía que debía retomar los contactos de Gregori, para terminar de poseer todo lo que Kristy perdió debido a A.K, pero no es
✧✧✧ 20 años atrás ✧✧✧ La lluvia caía con fuerza en las afueras de la ciudad de Moscú, Rusia. En ese viejo complejo de departamentos de un barrio peligroso casi dando en las afueras de la ciudad, la claridad apenas e ingresaba por las viejas ventanas. Un olor a humedad, polvo y moho se percibía, pronto el manto oscuro de la noche se apoderaría de todo. Pero eso era lo de menos… El adolescente sentado en el piso frío de madera temblaba viendo la escalofriante escena de frente a él. En un pegajoso charco de sangre yacía muerta una mujer rubia que era muy hermosa, una que desgraciadamente estaba con el cuerpo lleno de golpes y cortadas. Usando un vestido que apenas la cubría por debajo de su trasero bastante pegado al cuerpo, ella bañada en sangre ya no se movía más, ya no gritaba de dolor y súplicas… Había muerto finalmente, después años de tortuoso matrimonio con ese demonio que estaba de pie frente a ella sosteniendo una botella rota de vodka. El hombre volvió a ve
Antes de que Vladimir saliera esa madrugada de dicha casa en la ciudad, recibió una llamada. No era otro que… Yulian Miranova. —¿Tienes tiempo para una charla? —le preguntó ese líder de una organización que siempre fue enemiga de la Nekravskaya. —Envía el punto de encuentro —respondió Vladimir fríamente, aceptando. …… La madrugada fría envolvía la ciudad cuando Vladimir y Yulian se encontraron en un club exclusivo de Ivan Petrov. Adentrándose en un elegante salón de reuniones, Yulian le explicó a Vladimir que los Miranova habían intervenido en los asuntos de la Nekravskaya para ayudar a su media hermana, Tatianna. No fue un acto de amor o hermandad dejó Yulian en claro. A cambio, buscaban la posesión de lo que una vez les fue arrebatado por la organización de Vladimir, entonces bajo el mando de Don Gregori. —Me sorprende que hayas recuperado la Nekravskaya causando que todos le den la espalda a Mikhail —preguntó Yulian. Por supuesto, para muchos podía ser una sorpresa
—¡No! ¡No se escapará!, por esa ruta sigue otro pueblo. Hay una célula de la Nekravskaya en esa zona, le diré a Vladimir —pidió Tatianna a Yuri su teléfono móvil. —Yo no tengo el número actual de tu esposo. Solo mi hermano, se dice que cambia cada semana. —No. Hay una línea que no cambia, la conozco de memoria~ —sonrió Tatianna. —Eres una esposa que da miedo, hermanita~ —le entregó Yuri su teléfono móvil y Tatianna llamó a su esposo. —¿Es usted mi querido muñeco?~ —le preguntó Tatianna cuando la llamada fue atendida pero aún no había escuchado a nadie hablar. —Es bueno volver a escuchar tu voz, niña~ ¿dónde estás? —En las afueras de Krasnogorsk, en las cercanías del río; contacta a tu gente, Alexei irá por ahí, causó un caos aquí que pronto llamará la atención de las personas —avisó Tatianna alerta a su esposo. —Perfecto. Lo haré. —¿Yulian ya te contactó y habló del trato? —Lo hizo. —¿Qué le dijiste? —Que por ti haría todo~ —le respondió Vladimir a Tati
—¿Te irás ya…? —preguntó con esa gruesa voz masculina, un hombre alto, musculoso y sin nada de ropa, que se encontraba recostado en una cama matrimonial—, acabamos de terminar de hacerlo. La mujer que le daba la espalda, sentada al borde de la cama, volvió a ver hacia atrás, posando sus hermosos ojos azules claros en él.Una risita altiva se mostró en el rostro de esa belleza rusa. Seguidamente ella se puso de pie mostrando su figura ejercitada y sin ni una prenda encima. El hombre de cabello oscuro semi largo exhaló con un poco de molestía, mientras a su vez alizaba hacia atrás su cabellera con su mano. —Estamos lejos del pueblo más cercano. Deberías quedarte, es noche —decía él en un intento por retenerla entre sus brazos hasta el amanecer. —No puedo perder mi tiempo aquí contigo, Alexei —le respondió ella, poniéndose su ropa interior de tonalidades negras. La chimenea cercana así como las luces de esas lámparas a batería, iluminaban el interior de la acojedora cabaña del la