Todos los hombres nos dirigimos al despacho donde había enviado a encerrar a Alonso, la verdad estaba muy enojado y decepcionado de él, todo lo que la familia había echo por él no sirvió de nada, el quería destruir a la familia y a la manada y no entendía el porqué.

Cuando entramos lo primero que vimos fue un Alonso totalmente diferente tratando de zafarse de las esposas que tenia, ellas contenían plata y por lo cual no podía ni transformarse ni comunicarse telepáticamente con nadie era algo de precaución para todo lo que venía luego.

—Valla, valla. —El mismísimo Alpha, el gran Austin me complace con su presencia.

—Deja los halagos, la verdad que decepción de ti, te vi como un hermano, mi mano derecha alguien en quien confiar y lo que haces es traicionarnos y lo peor pones en riesgo la vida de mis hijos y los seres que mas amo en esta vida.

—Mi querido Alpha, —¿No reconoces a tus propios hombres? ¡Que decepción! 

—¿De qué carajos hablas Alonso? ¿Acaso