Capítulo 94
La vista nocturna del Paseo Marítimo era famosa por su belleza. A ambos lados de la amplia carretera de asfalto, destellaban brillantes luces, como un camino hacia el paraíso, extendiéndose interminablemente hacia el horizonte.

Clara bajó la ventanilla del coche, dejando que la brisa marina entrara.

El fresco viento marino se coló en su cuello, enfriando incluso su corazón.

Paloma controlaba el volante y le recordó: —No te enfríes demasiado.

—Solo por un rato. —Clara apoyó sus manos en la ventana del coche, apoyó la cabeza en sus brazos y cerró los ojos, disfrutando de la libertad que el viento le brindaba.

—Paloma, he decidido que después de que muera, arrojes mis cenizas al mar.

Paloma frenó de repente y detuvo el coche en el lado de la carretera. —Clara, no es el momento de hacer este tipo de bromas en plena noche. No tiene nada de gracioso.

Clara abrió la puerta y salió del coche, respirando el aire con olor a mar. —Originalmente, pensé que si recuperaba la Mansión de los Suárez, t
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