Capítulo 1668
Elio lo describió con tal ligereza que Gerardo sintió un escalofrío al imaginarse la clase de vida que llevaba su hijo en el pasado.

Barrios marginales, medios viles, sin haber recibido nada en su vida... esas palabras le partían el corazón.

Desde que su esposa falleció, Gerardo en realidad no había prestado demasiada atención a Fabián, aunque siempre se había ocupado de satisfacer sus necesidades materiales.

Pero ahora que había encontrado a su propio hijo, sentía una profunda compasión por él.

Si ese era el único deseo de su hijo, haría lo que fuera para ayudarlo a cumplirlo.

Clara observaba el atardecer en la orilla del mar.

Aunque Luna debía de haber perecido en lo profundo del océano, su corazón no albergaba ni un ápice de satisfacción.

¿De qué servía que el culpable hubiera muerto? La familia Suárez seguía deshecha, y su madre seguía sin paradero conocido.

Clara suspiró con suavidad.

—¿Por qué estás suspirando? —Ezequiel se había acercado a ella sin que se diera cuenta.

Se sentó
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