Capítulo 840
Antes de que Clara pudiera responder, Diego interrumpió una vez más: —Señorita, no se preocupe. Es asunto mío si me gustas. Reduciré mi presencia como solía hacerlo, no me involucraré demasiado en tu vida, solo que...

—También es mi derecho gustarte, puedes matarme, pero no puedes evitar que me gustes.

Clara se ruborizó al escuchar esas palabras. ¿Dónde quedó la honestidad y sencillez de este hombre tan tranquilo y sencillo?

Era como si pudiera leerla por completo, y no sabía cómo responder.

Fue Diego quien rompió el ambiente incómodo una vez más. Se levantó de la cama y dijo: —Está bien, te dije que no te preocuparas. Te llevaré de vuelta. No es tarde, deberías descansar temprano.

—No es necesario, puedo volver sola. No está lejos.

—Es peligroso en el crucero por la noche. Te acompañaré. —Diego se puso el abrigo y notó que ella estaba vestida un poco ligera. Tomó un saco de traje y lo puso sobre sus hombros.

Clara no tuvo tiempo de rechazarlo antes de que él explicara: —Está limpio.

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