Capítulo 799
El rostro del niño tenía varias raspaduras, sus dedos estaban llenos de marcas, y esa pequeña mano estaba manchada de sangre, lo cual resultaba desgarrador de ver.

Cuando le aplicaba el ungüento, él permanecía inmóvil, con lágrimas dando vueltas en sus ojos, pero se contenía y no lloraba.

El tío Mendoza miró al niño fijamente durante un buen rato, tenía la sensación de que le resultaba familiar, se parecía mucho a una persona conocida.

Después de limpiarlos, el tío Mendoza hizo algunas preguntas, pero aún no obtuvo respuesta.

La niña se llenó el estómago y su cabeza se movía como un pollito picoteando el maíz, se quedó dormida en cuestión de minutos. El niño parecía estar agotado, pero mantenía los ojos fijos en él.

—No tienes que temerme, no te haré daño. ¿Cómo te llamas? ¿Te has perdido de tus papás?

El niño seguía sin hablar, sin revelar ni una sola palabra.

El tío Mendoza se sintió impotente. —Nunca he visto a un niño tan desconfiado. Está bien, no preguntaré más. Descansa si estás
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