Capítulo 1037
—Clari, solo quería...

—No me toques, repugnante.

Bajo la luz de la luna, Clara tenía lágrimas en su rostro, como un cuchillo afilado que atravesaba el corazón de Diego.

En ese momento, él pensó que Clara también encontraría algo de placer en ese encuentro, pero solo vio repulsión en su rostro.

La mano de Diego, que quería consolarla, se quedó suspendida en el aire, mientras la observaba.

—Diego, ¿con qué derecho crees que puedes entrar en mi vida y luego irte a tu antojo? ¿Qué crees que soy yo para ti?

—Nos divorciamos hace mucho tiempo, ¿quieres que te explique qué significa eso? Significa que el hombre y la mujer ya no tienen nada que ver el uno con el otro. ¿Y tú, qué estás haciendo ahora?

Diego bajó la cabeza y susurró: —Reconozco los errores que cometí, pero ¿me darías la oportunidad de enmendarlo contigo y con nuestro hijo?

—No es necesario. Hemos estado bien sin ti. Diego, si te alejas de aquí, eso será suficiente reparación para mí.

—Clari, ¿de verdad me odias tanto?

—Sí, te o
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