Capítulo 1042
En un instante de miradas encontradas, Clara se levantó de repente del suelo y abrazó fuertemente a Diego, como lo hizo en la cueva de las serpientes.

—¡Maldito, ¿por qué te fuiste?! ¿Sabes cuánto me preocupaste?

Diego se arrodilló en el suelo, con los ojos completamente abiertos de asombro.

Anoche, Clara había sido tan contundente al decir que lo odiaba y que le resultaba repugnante.

Él pensó que no tendría otra oportunidad, que para evitar que ella llorara y para no ser una molestia frente a ella, eligió irse.

Pero el abrazo de Clara fue como si las cenizas muertas en una estufa se encendieran de nuevo, haciendo que su corazón comenzara a latir sin razón aparente, y las emociones reprimidas resurgieron poco a poco.

—Clari, ¿qué estás diciendo...?

Clara salió de sus brazos y, apretando los dientes, dijo: —Dije que estaba muy preocupada por ti, ¿lo escuchaste?

Tomó su cuello con fuerza y lo besó apasionadamente en los labios.

La cabeza de Diego estalló.

¿...Qué estaba viendo?

Clara lo
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