Aquella noche desató en nosotros algo que ninguno de los dos sabía que podía suceder. Este fue el inicio de algo que era nuevo para los dos. Hicimos un trato, y vaya trato... No sé aun si ha sido para bien o para mal; solo sé que ha sucedido y que las cosas suceden por algo.
***
Observo detenidamente su piso y me asombra los detalles que he pasado por alto anoche cuando lo traje aquí. El lugar es definitivamente increíble, y el verlo de espaldas sirviendo vino en las dos copas que ha apoyado sobre la encimera de la cocina, es un paisaje increíble. Miro detenidamente como esa camisa se ajusta a su tonificada espalda y me imagino las maneras en que se la quitaré. Recorro toda su longitud hasta llegar a la cintura de su pantalón negro y vaya paisaje más sensual, su trasero resalta de manera sensual con esa tela y mi en mi mente hay un parque de diversiones donde la principal atracción es él.
―¿Y sueles hacer mucho esto?― Me interrumpe su voz armónicamente sensual y desearía que comenzara a quitarme este vestido ya mismo.
Se da la vuelta y camina hacia mí con las dos copas de vino en sus manos. Me mira como planeando la manera en que me quitará la ropa y me encanta que lo haga.
―¿El querer pasar la noche con un hombre que apenas conozco?― Pregunto sin rodeos y su media sonrisa debería ser pintada por el mejor artista del mundo; es una obra de arte en toda la extensión de la palabra.
―Digamos que sí, aunque dudo que no sepas quién soy. ― Comenta y ahora soy yo quien sonríe.
―Claro que sé quién eres, pero no es nada que toda España no sepa. Lo único que sé es que ellos no saben que anoche estabas demasiado borracho en un bar. Ahora, si me preguntas a mí, lo que me interesa saber es que hay debajo de esa ropa. Quisiera saber qué tanto oculta el hombre por el que todas las mujeres de España mueren y, respondiendo tu pregunta, no, no suelo hacer esto. En realidad, es la primera vez, pero, yo también estoy harta de sufrir por amor, de que por esa palabra controlen mi vida y quieran que haga lo que no tengo ganas de hacer. Quiero ser libre y pasarla bien.― Le dejo saber y doy dos pasos hacia él ―Y contigo tengo la impresión de que lo haré.― Continuo sin dejar de mirarlo a los ojos y luego bajo su atenta mirada recorro su cuerpo lentamente hasta llegar a su entrepierna. ―Ese pantalón debería ser ilegal para ti.― Comento con una pícara sonrisa y su risa me contagia.
Él acorta la distancia entre los dos y lleva su mano izquierda al final de mi vestido y roza mi pierna ―Y este vestido debería ser ilegal para ti con estas piernas tan sensuales que posees... Serena, creo que tú y yo la pasaremos muy pero muy bien.― Dice firme y bebe un sorbo de vino para luego dejarlo sobre la pequeña mesita que hay a nuestro lado.
Ya con sus dos manos libres, él toma mi rostro y me besa con desesperación haciendo que deba dejar la copa a un lado para seguir su frenético ritmo. Las intenciones son evidentes. Sus manos dejan mi rostro y van directamente a mi trasero para tomarlo con fuerza mientras levanta mi vestido y mis manos van yendo al frente de su camisa para desabrochar esos botones que me impiden apreciar su torso.
No hay restricciones, no hay reglas, y mucho menos hay amor. Mi vestido está prácticamente por mi cintura mientras que su camisa ha desaparecido para caer al suelo. Ahora es su cinturón el que me estorba, pero con él colando sus dedos por el costado de mi tanga y tocándome como lo hace, es muy difícil poder hacer un movimiento correcto.
―No puedo quitarte este puto cinturón― me quejo sobre sus labios y reímos de mi frustración.
―No me pidas que me detenga, pero quítalo que ya no soporto este pantalón― responde y vuelve a besarme mientras que ahora caminamos por su piso chocándonos con las paredes y muebles a nuestro alrededor.
Después de varios minutos su cinturón cae al suelo y ahora el botón de su pantalón y la cremallera son mi próximo objetivo. Mi vestido ya ha volado por el aire y sus manos en estos instantes hacen de mis pechos lo que gustan. Su boca sigue el recorrido de sus manos y joder que me muero de placer aquí mismo.
Finalmente, logro quitar su jodidamente sensual pantalón y con este va su bóxer hasta casi sus rodillas dejando libre su erección y no me equivocaba, su cuerpo es mejor que el parque de diversiones que imaginaba que sería.
Su boca vuelve a la mía con desespero y cuando su cama está detrás de mí, él me empuja haciendo que caiga de espaldas. Me mira desde el pie de la cama mientras se deshace de sus prendas y el seguir sintiendo la sensación de sus manos en mi me quema. Llevo mis manos donde estaban las de él hace un instante y muerdo mis labios al verlo mirándome como lo hace –Vaya paisaje más divino que eres.― Dice mientras se acomoda sobre mí.
―Deja de hablar y sigue...― Me quejo y muerdo sus labios mientras que una de mis manos toma su intimidad y juega con ella haciendo que su respiración descomedida me altere más.
―Detente que necesito estar en ti.― Me dice al oído y suelto su cuerpo.
Le veo colocarse el condón que no tengo ni idea de donde lo ha sacado, y definitivamente es la imagen más erótica que veré en mi vida. Este hombre es la definición de la perfección y está sobre mí sin ropa.
Cuando finalmente termina con su tarea, él vuelve a mi boca y con sus manos aparta mis piernas para que finalmente mi cuerpo se llene del suyo. No puedo evitar gemir de placer. No puedo evitar aferrarme a su espalda, y mucho menos que se mueva en mí sin compasión. Ha sacado de mí el lado más salvaje y menos romántico que tengo, ha obtenido de mí lo que nadie ha tenido antes; una mujer sin corazón en la cama. Eso es lo que los dos necesitamos. Yo soy su diversión, y él mi pasaporte a dejar de sufrir por amor. Somos exactamente el clavo que el otro necesitaba y se siente riquísimo que este clavo esté haciendo de mí lo que algo tan increíble como esto.
―¡Argh!― Gritamos los dos en sincronía cuando nuestros cuerpos culminan a la par.
Nos desplomamos y simplemente dejamos que el aire llegue de manera normal a nuestros pulmones mientras miramos al techo tumbados en esta cama.
No sé cuántos minutos han pasado, pero llegó la hora de marcharme de aquí.Me siento en el borde de la cama y diviso donde está mi ropa para ponerme de pie y comenzar a recogerla bajo su atenta mirada. ―¿Ya te vas?― Me pregunta cuando me coloco mi ropa interior.
―Ha sido divertido, pero debo marcharme.―Digo con una tímida sonrisa.
―¿Supongo que sabes que no puedes decir nada de esto, no?― Me pregunta sentándose en el borde de la cama.
―Lo tengo claro, no te preocupes.― Digo sonriente y me termino de colocar el vestido.
Salgo de la habitación, busco mi bolso en la sala y me dispongo a salir del piso cuando su mano sujeta mi brazo y me detiene.
―¿Estarías dispuesta a repetirlo algún día? Es que la he pasado increíble.― habla serio y una media sonrisa se dibuja en mi rostro.
―Solo si prometes no enamorarte de mí.― Digo firme y él sonríe ampliamente.
―Ni tú ni yo, ¿vale?― Propone y extiende su mano.
―Trato hecho― respondo y estrecho su mano.
―Dame tu número así te llamo.― Me pide.
―Dame tu móvil y lo marcó.― Propongo y él mira alrededor y al ver su móvil sobre el sofá lo busca y me lo entrega.
Marco mi número rápidamente y dejo que suene –Ahí tienes. Cuando tengas ganas me llamas.― Le digo y él ríe.
―Lo mismo para ti. Si estoy en Madrid o quieres venir aquí me dices.- Propone y solo asiento para finalmente irme de su piso.
***
Me fui de tu piso con una sensación extraña. La Serena que había sido siempre desapareció para darle lugar a esa nueva versión de mí que ni siquiera estoy segura si ha sido la mejor.
El regresar a casa después de haber estado con él ha sido difícil por llamarlo de alguna manera. La ciudad me había encantado, la gente me parecía encantadora, y claro; la pasé increíble con Gael. Lo sucedido con él fue mi mejor secreto. Ni Sara, ni Lucca, al que he vuelto a ver antes de marcharme, se habían enterado de lo que sucedió ni con quien. El entrar a mi solitario piso en Madrid me hizo querer regresar a Benalmádena de inmediato, pero me era imposible; yo tenía una misión, convertirme en la mejor publicista.***24 de julioMañana es la fecha límite para entregar mi propuesta, de ganarla; tendré un contrato muy bueno con una de las grandes empresas de telefonía celular del país. Solo espero que mis bosquejos de publicidad sean
Yo no sabía lo que iba a ocurrir en aquel encuentro en ese bar. Creo que tú tampoco te lo imaginabas. Lo único que los dos sabíamos es que nos urgía volver a vernos. En aquel encuentro quedaron al descubierto nuestros pasados y con ello nuestras heridas.***Entiendo perfectamente por qué me ha citado en este bar. Es un sitio solitario, oscuro, y donde nadie podría imaginarse que Gael Martí podría estar. El suelo de madera, las mesas del mismo material, y los cuadros colgando en las paredes de épocas antiguas me hacen sentir en una película de los cincuenta.El camarero viene con la taza de café y la deja sobre la mesa sin decir palabra alguna y apenas se marcha Gael se cruza con él en el camino.
Ese día fue la primera vez que entraste a mi casa y todo aquello fue una locura. En realidad, tú lo hacías así. Aquel día tú confesaste tu verdad; una que no querías aceptar y que te dolía. Aquel día hicimos un trato; uno que probablemente cambiaría las cosas.***Sentir sus pasos detrás de mí me pone nerviosa. Abro la puerta y al entrar sus brazos rodean mi cintura haciendo que su cuerpo quede pegado al mío. Siento sus perfectos músculos sobre mí y su intimidad roza con mis glúteos.―¿Vives sola aquí?― Me pregunta al oído y el sonido de su voz provoca una corriente eléctrica en todo mi cuerpo.―Sí. ―Me limito a responder y con é
**Descifré muy bien tus sentimientos, pero no los míos. Supe que la seguías amando a pesar de todo, pero no supe cómo había cambiado yo después de conocerte a ti.**25 de julioSus besos en mi espalda hacen que abra los ojos para encontrarme con la luz del sol entrando por el ventanal que hay en la habitación. Sus manos recorren mi silueta a lo largo por todo el costado de mi cuerpo y no puedo dejar de pensar en todo lo que hicimos anoche.―Creí que después de la noche de anoche dormirías hasta tarde.― Comento y escucho su risa leve mientras sus labios siguen recorriéndome.―Aún me queda energía para ti.― Bromea y soy yo quien ríe.―¿Qui&eacu
**Llegó aquel día en el que nos volvimos a ver y fue en ese preciso momento donde comprendí todo lo que hasta ahora había evitado reconocer. **22 de agostoEstoy demasiado nerviosa. No sé si es porque volveré a verlo, o porque debo demostrar mi mejor faceta profesional frente a él. Lo único que tengo claro en este instante es que faltan apenas minutos para que el reloj marque la hora acordada. Me miro en el espejo ubicado frente al lavamanos del baño de mi oficina y apruebo el maquillaje que llevo puesto. Labial color caramelo, sombra natural, y mi cabello en ondas. Observo el pantalón negro ajustado, la camiseta del mismo color, mis brazaletes. Todo se ve bien.Me dispongo a salir del baño cuando escucho que golpean la puerta de mi oficina y de inmediato salgo. —¡
—¡Está me gusta bebe!— Le dice y mis ojos se abren de par en par.«¿Le ha dicho bebe? ¿Es broma?»—Delfina, por favor... Serena que es quien sabe de esto, y ha dicho que la camiseta azul es la adecuada. — Le explica mientras quita sus brazos de encima de sus hombros.—Es más que nada por el color del móvil. — Intercedo y ella me mira seria.—Vale, los dejaré entonces que hagan lo suyo y yo me iré por un café. — Habla de manera prepotente y de verdad no imaginaba que Gael estuviese enamorado de una mujer como esta.—No te tardes, ¿sí? — Le pide a él y le planta un beso que no es digno de ser dado en pú
Después de aquella sesión de fotos, la realidad cayó en mí como las gotas de lluvia caen sobre el pavimento en una tarde gris. Mi corazón se había deshecho de su coraza y lo hizo con quien menos convenía.***Reviso una vez más las fotografías que le he tomado a Gael y creo que tengo las necesarias y las de mejor calidad posible para lo que necesito. —¿Alguna foto más señorita Hausser?— Me interrumpe su voz y al apartar mi mirada de la pantalla de la cámara, me doy cuenta de que está demasiado cerca de mí.—Creo que no señor Martin.— Respondo siguiendo su juego y él ríe.Suelto mi cabello, ya que no es necesario que siga teniéndolo recogido y antes
**Lo que sentía por él iba creciendo día a día. Sabía que no era correspondida, sabía que no debía, sabía también el riesgo que corría al seguir trabajando con él, pero, no estaba dispuesta a dejar que esto me alejara de mi sueño. Lo que no sabía era lo débil que era.**28 de agosto**¿Otra vez comunicándote a través de tu secretaria? **Leo su mensaje una y otra vez y si... soy una cobarde.**Solo le pedí que te diera la locación para mañana. No creo que sea un problema que ella te lo diga, ¿o sí? **Vamos, yo sé que no me anime a decirle que elegí el callejón donde est&aa