Me acosté en la cama con mis mejillas ya humedecidas por las lágrimas derramadas y me quedé dormida. Me desperté en la madrugada al sentir unos brazos alrededor de mi cintura, intenté zafarme de ellos pero mientras más lo intentaba más se aferraban a mí, ya sabía que se trataba de Cristián, lo que no sabía era como había entrado ya que, la puerta había quedado cerrada con llave, como pude me di vuelta y quedé frente a frente con él, me quedé observándolo con la poca luz que entraba en la habitación, me sentía bien a su lado, pero con esta situación no sé que hacer, disfruté mucho ese momento porque no sabía si iba a seguir con él más adelante porque me imaginaba lo que vendría, y de nuevo me dormí.
A la mañana siguiente me desperté con un pequeño dolor en mi vientre, mi vejiga estaba a punto de estallar, necesitaba ir al baño pero los brazos de Cristián impedían que me levantara.
—Cris —lo llamé en un susurro— ¡Cristián! —esta vez lo muevo un poco para que despierte.
Cristian quería que estuviera durante su reunión con su madre y Anabel, pero yo me negué, no quería que Anabel me restregara en la cara que iba a tener un bebé con Cristián, cosa que ya sabía, pero en su mente infantil haría lo posible por hacerme sentir mal, como cuando un niño tiene un juguete nuevo y lo presume a otro niño que no lo tiene.Los días en aquella casa se me hacían largos cuando Cristián tenía que salir a trabajar, ya deseaba que empezaran las clases y poderme integrar de nuevo, así no me quedaría todo el día aburrida, ya ni mis amigas me escribían, no sabía que era de la vida de ellas, mi madre a veces me llamaba y esas veces era que podía despejar la mente de toda la locura que estaba viviendo, le dije que después de mi cita con el doctor iría a casa, pues ya ella me hacía falta.— ¡¿Donde está Cristián?! —escucho que grita Anabel desde la sala.—Cristian debe estar en la empresa cariño —le responde la señora Rosa— no te alteres que le puedes hacer
Llego el día de mi cita con el doctor, me encontraba en la sala de espera mientras el doctor atendía a otro paciente, después me tocaría a mí y veríamos mi avance, estaba nerviosa, no sabía si mi tratamiento había funcionado, aunque lo tomaba sin falta, no cumplí con las indicaciones que me había dado el doctor, pues llevaba una vida estresada y varias emociones fuertes me habían afectado, y esas eran unas de las indicaciones que me habían dado para mi tratamiento, pero eso es algo que no pude evitar.Llegó mi turno, pasé y tome asiento, para esta cita esperaba que Cristián me acompañara pero tenía otros asuntos con su madre, pues en la mañana al estar saliendo para venir a la clínica ella lo detuvo para decirle que tenían que hablar unas cosas y además a Anabel también le tocaba cita con el ginecólogo y no podían faltar, aunque Cristián dijo que no iría porque me iba a acompañar yo le pedí que fuera con ella, ya no quería tener más problemas con su madre por eso.—Amy a
Esta fue la peor noticia que he recibido en mi vida, ya lo de Cristián con Anabel había pasado a segundo plano, para mí mis padres era lo más valioso que tenía y ya había perdido a uno de ellos, y lo que más me duele es que, fue por mi causa, me sentía culpable por la muerte de mi padre, aunque mi madre me dijera una y otra vez que yo no tenía la culpa yo no dejaba de sentirla, una parte de mi mundo se había derrumbado ¿por qué a mí me tienen que pasar estas cosas? ¿Será que es un castigo de Dios? ¿Será que en otra vida hice cosas terribles y ahora era que estaba pagando el precio?— ¡Quiero ir a visitar su tumba! —le digo a mi madre entrando a su habitación.Mi madre, quien se encontraba sentada en su cama leyendo un libro levantó su mirada y me vio a los ojos.—Hija no quiero que sigas sufriendo —me dice al fin después de un momento de silencio.— ¡Quiero despedirme de él mamá! —le digo en forma de suplica— no me niegues el poder visitar su tumba.— ¡
Comencé mi nuevo ciclo de mis estudios, en la universidad trataba de evitar a Anabel y a Cristián, no quería verlos más en mi vida, ella porque me haría la vida imposible y él porque me mintió al decirme que me amaba y que nunca me dejaría, pero esa promesa se rompió.—Ey pequeña —escucho que me llaman mientras me dirigía a mi salón de clases.—Oh, hola Marcos —le saludo cuando me volteo y veo que se trataba de el— ¿como estas?—Bien —me responde mientras me da un abrazo— y tú andas perdida chica, te llame y nunca me respondiste, estábamos muy pendientes de ti.—Ah perdona, es que cambie de número —le digo mostrándole una sonrisa para que me perdonara.—Ok, solo por eso te salvas y ¿cómo sigues?—Ya estoy bien, gracias por preguntar.En ese momento sonó el timbre anunciando la entrada de nuestras clases, Marcos y yo nos dirigimos a nuestro salón. Vimos nuestras dos primeras materias, la mañana iba bien y me alegraba eso, no quería tener estr
Me desperté y al abrir mis ojos lo primero que visualizaron fue a Ana dormida en una silla, y luego se posaron en mi mano derecha, en la cual se encontraba insertado un yelco por donde me estaban pasando tratamiento intravenoso.— ¡Ya despertaste! —dice Ana levantándose de su lugar y caminando hacia mí.—Si —le muestro una sonrisa.— ¿Y cómo te sientes? ¿Ya estas mejor?—Sí, ya estoy mucho mejor.—Ay amiga, que bien que vinimos inmediatamente al hospital, de lo contrario algo terrible fuera sucedido.— ¿Que te han dicho? —pegunto.—Te hicieron varios exámenes y están esperando los resultados de parte del laboratorio —me mira y me sonríe— felicidades amiga —me abraza.—Gracias Ana —le digo abrazándola fuerte— espero que todo esté bien.En ese momento entro el doctor con una carpeta en sus manos, me mira fijamente y se acerca para darme los resultados.—Amy, tienes la hemoglobina un poco baja y...— ¿Y mi bebé? —pregunt
Paso una semana, no me había topado con Cristián en esos días, por lo visto me estaba dando el tiempo que le pedí, por lo cual estaba muy agradecida, tenía que poner en orden mi cabeza y tomar la decisión correcta, Ana se encargaba de recordarme a diario que yo amaba a Cris y que él debía estar a mi lado durante mi embarazo, ya había pasado un mes desde el día en que sangré y aun no me había hecho el eco que el doctor me había recomendado que me hiciera, aunque en el hospital me habían hecho uno no era suficiente, ya debía ponerme en control con un especialista.—Amy, tienes que ir al obstetra para ponerte en control —me dice Ana entrando a mi habitación.—Ya lo sé Ana —le digo despegando la mirada del libro que está leyendo— pero es que no tengo la plata ¿sí? Por eso es que no he ido.— ¿Y por qué no hablas con Cristián?—No quiero molestarlo, además, no tengo en claro todavía que es lo que voy a hacer con él.— ¿Es en serio amiga? Si tú lo amas no ent
Entramos a la clínica y nos dirigimos al consultorio del obstetra, ya Cristián había apartado una cita, por fin podría ver el estado en que se encontraba mi bebé y saber cuánto tiempos embarazo tenía, aunque ya me imaginaba más o menos cuanto seria, no es que haya tenido relaciones descontroladas como para no saber cuándo pueden quedar embarazada, nos sentamos en la sala de espera, debíamos esperar nuestro turno.— ¿Como supiste que debía venir a consulta? —le pregunte, ya no aguantaba más la intriga, yo no le había mencionado nada acerca de eso así que quería saber cómo se entero.—Por un lado ya me lo había imaginado —voltea hacia mí y me mira— pero Ana me lo confirmo.— ¿Ana? ¿Y que más te dijo?—Sí, y me dijo que no tenías como pagar la consulta.—Mi amiga y su lengua —digo en tono bajo, por lo que Cris no pudo escuchar.— ¿Que dijiste? —pregunta curioso.—No que ella estaba muy pendiente de eso y seguro estaba preocupada, por eso te dij
El doctor termino de llenar el formulario y empezó a imprimirlo, me lo entrega junto con las fotos del eco y aparte me da una hoja con o exámenes que me tenía que hacer.—Estos exámenes te los vas a hacer cuando ya vayas a venir a tu próxima cita, porque los necesito recientes.—Ok doctor —le respondo tomando las hojas que me estaba entregando.—Espera un momento —me dice al ver que me estaba levantando para salir— aquí están los indicativos para tu alimentación, tienes que comer bajo en sal y si es posible nada de frituras.—Ok —le digo mientras tomo la otra hoja.—Y esto —dice entregándome otro papel— son los medicamentos que tienes que empezar a tomarte —agarro la hoja— ahora si pueden irse.Nos levantamos y salimos del consultorio, en el camino iba revisando las hojas que me habían entregado, estaba leyendo todo y de nuevo estaba viendo el eco.—Te ves muy feliz —me dice Cristián quien iba concentrado en la carretera.—Es que lo es