No pensaba arrancar el auto hasta que tus labios verbalmente fueran quienes me dieran la respuesta a mi pregunta. Me mirabas como preguntándome que era lo que esperaba para seguir el camino y yo reí —No me has respondido.— Te deje saber y esta vez fuiste tú quien reíste.
—Creí que con el beso habías entendido todo.— Comentaste y negué.
—Necesito que me digas con tus palabras si vivirías conmigo cuando cumplas 18.— Te dije para que supieras bien que es lo que yo esperaba de ti.
—Si amor, claro que quiero ir a vivir contigo.— Respondiste firme y ahora sí que podía besarte con entusiasmo al saber que estaríamos juntos.L
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Aquellos cuatro días solos, habían sido la antesala a lo que nos esperaba en diciembre. No solo pasamos increíbles momentos conociendo la ciudad, pero también dentro de aquellas cuatro paredes de la habitación de hotel nos amamos sin restricciones. Hicimos de esos momentos, momentos eternos donde fuimos capaces de detener las agujas del reloj. Pero como siempre la realidad golpeo la puerta y tuvimos que despedirnos.El aeropuerto de Berlín fue testigo del beso más lleno de amor que jamás pudo haber visto. Te abracé contra mi fuertemente y antes de marcharme te dije al oído —Nos vemos el diez de diciembre en Madrid para celebrar tu cumpleaños y darle inicio a nuestra vida juntos.—
Después de que aceptaras mi regalo de cumpleaños, subimos al pent-house y cuando entraste nuevamente tenía el corazón latiendo a mil por hora. Solo esperaba que te gustara mi otra sorpresa. —¡Esto es precioso!— Dijiste con entusiasmo mientras caminabas entre medio de todos los globos y flores que llenaban el salón. —Eres demasiado romántico.— Expresaste con una gran sonrisa en tu rostro y caminaste hacia mí y me abrazaste tan fuerte que me llamo la atención de que me dejaras sin aire. En realidad, siempre me dejas sin aire, pero no con un abrazo...—Es la primera vez que hago algo así por alguien.— Te confesé contradiciendo tu comentario acerca de lo romántico que era.
Te tenía abrazada a mí en aquel primer amanecer sin que las prisas del reloj ni el miedo de tener que separarnos nos invadieran. Estaba pensando en lo que estábamos viviendo y en la manera que me hacías sentir. Te giraste un poco para quedar boca abajo y apoyar tu rostro sobre mi pecho. —¿En qué piensas?— Me preguntaste y te sonreí.—En lo mucho que te amo.— Afirme.Tuvimos una larga conversación acerca de cómo sería nuestra vida a partir de ese momento y de alguna manera salió el tema de las fiestas navideñas. Debo confesarte que me dolió mucho el saber que no irías con tu familia porque estaban alejados. Me sentí culpable de que por mi culpa estuvieras así con ellos. Aunque tú te encargaste de dejarme saber que había sido tu decisión vivir lo que te dictaba tu corazón a pesar de que ellos no estuviesen de
Tome tu rostro entre mis manos dentro de mi habitación y te mire fijamente. —Oye, no sientas vergüenza. Mi hermana es así de indiscreta.— Bromee y reíste.—Tu familia es hermosa.— Comentaste y estabas en lo cierto.—Lo es, pero ven.— Te dije tomándote de las manos y te llevé hasta el pie de la cama.Te sentaste en el borde de esta y me incline para darte un beso. Nuestro labios se fundían en un tierno y ardiente beso cuando tú te detuviste. —Quisiera ducharme antes.— Comentaste tímidamente.—¿Y si me ducho contigo?— Te propuse y sonreíste.—Vale.—RespondisteEso fue todo lo que tomo para que sujetara tu mano, te ayudara a poner de pie, y luego te tomara por la cintura para que en medio de besos fuéramos caminando hasta el baño. Cerraste la puerta, aunque no era nece
Los días en Barcelona eran mágicos. Disfrutamos de los paisajes, de sus playas, de que tú conocieras a mi familia y de que ellos te conocieran a ti, y de todo lo bonito que traía esta época del año. El ir por primera vez a comprar los regalaos de Navidad juntos, fue una experiencia tan especial que era mi deseo repetirla año tras año. Nos emocionamos comprándole cosas a mis sobrinos y desde ese momento ya podía imaginar lo que seria una familia contigo, claro todo a su tiempo.Te escabulliste de compras un día con mi hermana, y mientras yo hice lo mismo con mi hermano. Definitivamente fuimos muy obvios, iríamos a comprar el regalo del otro.El día de navidad llego y vaya que fue especial, nuestra primera navidad juntos, ¿Cómo olvidarla? La cena, los tragos, bailar contigo y sorprender a mi familia de cuando habían mejorado mis habilidades de baile. Nuestro be
Antes de ti, me costaba tanto despedirme de mi familia para regresar a Madrid... Pero, ahora todo es diferente. Si bien me sigue poniendo triste decirles adiós; ahora tú estabas a mi lado. De alguna manera ya tú eras mi familia. Regresamos a nuestro piso en Madrid y con ello regresamos a nuestras rutinas. Empezaste la universidad y yo bueno, de a poco comencé a trabajar de nuevo en la escuela hípica y en mis entrenamientos para seguir con todo lo que me esperaba.Romper la rutina era muy fácil entre nosotros. Era solo cuestión de que ambos estuviésemos en casa para inventar una guerra de harina en la cocina o una competencia buscar las mejores frases en un libro. De a poco las semanas fueron avanzando y lo nuestro en vez de debilitarse por la convivencia; parecía fortalecerse. Quizás eran nuestras exquisitas noches en aquella habitación lo que hacía que cada día viviésemos mas en
Te vi arreglarte frente al espejo aquel viernes a la noche y solo pude quedarme mirándote. Te veías tan hermosa... —¿Y tú donde vas tan guapa?— Te pregunte mientras te abrazaba desde atrás y me sonreíste a través del espejo.—¡Te has olvidado!— Me reclamaste y mi cara de póker no me ayudó mucho.Tengo mala memoria para algunas cosas... eso no ha mejorado mucho.—Lo más probable que si... no me digas que es nuestro aniversario o algo así. — Te dije casi en un susurro.De verdad sentí temor de que tantas horas de entrenamiento me pasaran la cuenta.Reíste burlándote de mi, y te diste la media vuelta. —Cariño... deja de viajar tanto a la luna.— Bromeaste mientras llevabas tus brazos por encima de mis hombros y ese vestido se levantaba un poco más. —Vienen mis amigas a ce
No entendiste muy bien porque estaba tan misterioso y mucho menos porque había tantos aperitivos en la sala. Me preguntaste mil veces que cual era la sorpresa y yo seguía negándome a responderte; a pesar de que me intentaste sacar la información a punta de besos y cosquillas. Parecíamos dos niños chiquitos discutiendo por toda la casa para que el otro hablara.Te paraste con tus brazos en jarra y me miraste seria. —Ya no me están gustando nada tus sorpresas... primero la bendita llave, y ahora esto. No puedo más de la curiosidad.— Dijiste haciéndote la enfadada y solo pude reírme.Te veías tan adorable.—No seas impaciente cariño, mi sorpresa debe de estar por llegar ya.— Dije mirando el reloj y como llamándolo, el toco el timbre. —Abro yo.— Anuncie antes de que tú salieras corriendo a la puerta.&md