Capítulo 5

Capítulo 3: ¿Obteniendo libertad? Parte I

Connor Jones.

Me quedo en estupefacción, no puedo creer lo que estoy observando delante de mis ojos.

Todo el desastre que hay en la estancia, es demasiado increíble.

Papeles… papeles que pude identificar que son los contratos que habíamos firmado con Ivy que se encuentran esparcidos en la estancia cada uno de ellos en el piso con una gran ‘x’ roja encima de ellos, no entiendo muy bien lo que significa, pero supongo que no es nada bueno que digamos.

Trato de caminar, buscando un espacio para no pisar los papeles que yacen en el suelo, pero es en vano, no hay lugar libre en el piso en que no haya ningún papel para poder caminar correctamente, hice que los papeles crujan en mis pies, y capto la atención de Ivy, ya que hablé fue en un susurro.

—Connor… no sabía que estabas ahí, perdona el desastre —dijo, me observa por unos segundos y sigue guardando unos libros y papeles en una caja.

Frunzo el ceño confundido por la situación.

—¿Qué estás haciendo? —me atrevo a preguntar, y aunque ya sé la respuesta de ello, solo quiero que me lo confirme ella misma.

—¿No es lo obvio? —cuestiona despreocupada sin dejar de hacer lo que hace—. Estoy recogiendo mis cosas, ya no tengo nada que ver contigo, y necesito tener todo listo antes de irme de viaje de negocios.

—Pero… —me corta.

—No, Connor —se gira abruptamente hacia mí para observarme detenidamente con una mano alzada deteniéndome a lo que iba a decir—. No me vengas con tonterías. ¡Mandaste todo a la m****a por un enamoramiento caprichoso tuyo! —exclama muy molesta—. Dime… ¿La chica está contigo?

Lanza la pregunta, la cual me desestabiliza en mi lugar, realmente me produjo mucho dolor, porque a pesar de que fuimos socios de trabajo, también somos muy buenos amigos. Se me hizo un nudo en la garganta, imposible de que formule algo coherente, mis manos se forman en un puño conteniendo la impotencia y el enojo.

—¿No, verdad? ¡No lo está! —prosigue enfadada—. No intentes convencerme, será en vano. Pierdes tu tiempo aquí conmigo y yo contigo.

Se voltea completamente y sigue en los suyo, ignorándome deliberadamente.

No puedo darle mucha importancia a los comentarios hirientes de Ivy, que aunque me duele lo que dice, no me voy a amedrentar por ello, vine por una razón específica, pero primero la pondré aprueba.

—Realmente quiero proponerte un nuevo contrato. Prometo está vez seguir todas las reglas que propongas —le propuse con una sonrisa en los labios maliciosa.

Ella se voltea de golpe y me observa con una ceja arqueada, como si estuviera loco, como si haya perdido la cabeza.

Se ríe sin gracia alguna.

—¿Para qué vuelvas a cagarla? —pregunta objetiva, con los brazos cruzados en su pecho, después niega—. No gracias, paso con ello, preferiría hacerlo con otra empresa que sigue normativas, antes de hacerla con la tuya.

Puse una mano en mi corazón fingiendo dolor e indignación.

—Auch, eso dolió, sinceramente —dije dolido.

Ivy rueda sus ojos.

—Sabes mentir muy bien, Connor.

—Lo sé, es lo que se me da últimamente bien —confieso más para mí mismo que para ella, sin embargo, escuchó lo que dije.

—¿Qué dijiste? —inquiere confundida.

—Nada —le respondo rápidamente.

—Connor… —advierte.

Suspiro.

—Joe va a ser el nuevo jefe de la empresa mientras yo no estoy —le suelto sin tantos rodeos y cambiando de tema drásticamente.

Sus labios pintados perfectamente en rojo se forman en una gran ‘o’, después su expresión cambia a una confundida, mi comentario provoca que deje de hacer lo que hacía anteriormente, que es recoger sus pertenencias.

Se acerca a mí.

—¿Cómo que será el jefe? ¿A dónde vas? ¿Piensas renunciar? —lanza cada pregunta una detrás de la otra sin hacer pausa alguna, agobiándome totalmente.

Niego, y ella se confunde más.

—¿A qué estás negando? ¡Maldita sea, Connor, explícate bien! —exclama exasperada por mi respuesta.

Tomo aire y me siento en uno de los sofás que hay en esa oficina, le ordeno que se siente, eso hace.

Le cuento mi historia, le hablo de mis emociones, mi desestabilización mental y demás. Ivy está atenta en todo momento, y aunque yo evito verla al momento que narro todos mis hechos, sé que me está prestando mucha atención sin perderse a nada, hasta ninguno de mis gestos los pasa de desapercibido y eso llega a sorprenderme mucho de ella.

Sé que Ivy es muy directa e inexpresiva, la conozco al punto de saber que yo le importo, aunque no me lo diga, lo expresa mucho con sus acciones, me lo demostró muchas veces y llegue a pensar que…

—Por favor, no sigas —me corta cuando quise seguir hablándole de Gemma.

—Es que... —niega a pesar que quise seguir contándole.

—Me contaste lo suficiente. Puedo ver el dolor en tus ojos —dice sin más—. Puedo ver cómo te duele todo, como te duele hablar de ella. Te estás torturando tú mismo.

»A pesar que hablar de lo que nos está consumiendo es liberador, a veces es dañino, puedo sentir que estás sufriendo demasiado, no quiero que sigas haciéndolo.

Traga nerviosa y mira hacia otra dirección que no sea la mía.

—Siempre hemos trabajado juntos, hemos pasado mucho tiempo juntos, tú… —se detuvo de repente y se muerde el labio inferior.

—¿Yo qué, Ivy? —tomo su mano y la impulso a lo que tiene que decirme.

Mira mi mano sobre la suya, después me observa a mí y traga con dificultad.

—Tú me importas, Connor.

Una sonrisa entristecida se instala en sus labios, yo le sonrío.

—Ya lo sabía, no tenías por qué decirlo, tus acciones por mí han dado mucho que decir, Ivy. No te preocupes por ello.

Ella asiente y coloca su otra mano encima de la mía, en donde le da un leve apretón a está, transmitiendo seguridad.

—Quiero que estés bien —confiesa—. Si tú crees que estando lejos de la empresa hará que te sientas bien, hazlo. No te detengas por las cosas que tú realmente quieres, anhelas.

»No pienses en nadie más que no sea en ti en querer ejecutar tus acciones, porque tú eres a la persona que le debes cosas, no a nadie más. Tú felicidad depende de ti.

»Entiendo que ella te hacia o hace feliz, pero amigo, no podemos ir por la vida dependiendo de alguien, ya sea física o emocional, un día estamos y al otro no sabemos…

»No hablo simplemente de la muerte —aclara rápido—. Hay personas que mueren en nuestras vidas, que son esas que nos dejan un pedazo de ellas, su esencia. Personas pasajeras, se les llaman.

»Hay personas pasajeras, y hay personas eternas, una te deja una lección de vida y la otra te deja su esencia, tú sabrás si querrás quedarte con lo que lleguen a ofrecerte.

Ivy se levanta del sofá, me sonríe por última vez y se va hacer lo que hacía anteriormente.

Lo que dijo me deja pensando muchísimo, hasta llega a confundirme.

—¿Te convencí de quedarte por lo menos? —bromeo, rompiendo un poco el ambiente tenso que se había instalado.

Ella comienza a reírse por unos segundos, y después se voltea de nuevo para decirme:

—No.

—Qué mala eres.

—La maldad se contagia —dice sonriendo.

Solo comienzo a reírme y me levanto de mi asiento.

—Solo quería decirte eso, no quería que te enteraras por otra persona que no sea yo —le dije—, o que te lleves la gran sorpresa, y vengas a cortarme la cabeza en la empresa y yo no esté.

—Gracias por decirme, Connor —me sonríe enternecida.

Asentí.

—Bueno, me iré, tengo cosas que hacer, espero verte pronto, Ivy. Gracias por escucharme y aconsejarme.

Me dispongo a irme, pero ella me detuvo.

—Connor… —dice dubitativa.

—¿Sí?

Suspira y me observa detenidamente.

—Espero que no seas indeciso con lo que tú realmente quieres.

(…)

Me miro en el espejo, arreglándome nuevamente mi atuendo, procurando que este en perfecto estado.

Quisiera pensar que me estoy arreglando para una cita o para una junta de negocios que, aunque no haya finalizado mi papeleo completamente tengo que seguir asistiendo a ellas, hasta que Joe tome mi cargo… pero para lo que realmente me arreglo es para conseguir mi divorcio.

Supongo que Dakota no debe de estar muy contenta por el hecho de que nos divorciemos, pero realmente yo estoy muy contento con ello, ya que podré ser libre de esa cadena que tanto me pesa.

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