Capítulo2
En ese momento, abrí los ojos.

El hombre, al verme despertar, rápidamente gritó.

—¡Doctor, ella despertó!

Lo miré fijamente, pero debido al dolor tan intenso, no lo reconocí de inmediato.

—¿Quién eres?

Observé cómo la expresión de sorpresa del hombre frente a mí se transformaba de emoción a asombro, y luego algo que no logré entender del todo.

—Soy Bruno Díaz.

Con una sonrisa nerviosa, Bruno contuvo por un instante la preocupación que tenía en ese momento en su rostro, dio un paso atrás y empujó al otro hombre hacia mi cama.

Giré la cabeza para ver al hombre de mirada seria. Sus ojos, ligeramente rasgados y serenos, se fijaron en mí con mucha preocupación.

—Este es Julio Sastre, es tu novio.

—Soy su compañero de cuarto y también tu vecino. Al escuchar que te pasó algo, vine con él de inmediato a verte.

Justo en ese momento, el ambiente de la habitación se tenso. Vi cómo Julio giraba la cabeza hacia Bruno, sus ojos parecían llenarse de ira.

Bruno le dio un codazo en el brazo y le hizo una señal con la mirada.

La mano de Julio, se sorprendió. No dijo nada, se agachó frente a mi cama y me preguntó en voz baja: —¿Cómo te sientes? ¿Todavía te duele la cabeza?

Quería responder, pero al moverme, el dolor me hizo gritar.

—¡No te muevas!

Su voz sonaba algo desesperada.

—Cuidado con la herida.

Abrí la boca, pero mi voz sonaba desperada.

—¿Tú eres mi novio?

Vi un destello de duda en los ojos de Julio. Estaba a punto de responder, pero antes de que pudiera decir algo, Bruno se me adelantó.

—¡Así es, él es tu novio!

—Julio, quédate aquí con tu novia. Parece que mi compañera necesita que la ayude con algo urgente, me voy.

Dicho esto, salió apresuradamente y cerró la puerta de la habitación, como si no quisiera quedarse aquí ni un segundo más.

Cuando Bruno se fue, Julio me miró, dudo tras un largo rato y luego dijo:

—Sí, soy tu novio.

Trata de no hacer ninguna expresión exagerada, temiendo asi que el movimiento afectara la herida en mi cabeza. Sonreí suavemente y extendí mi mano, colocándola sobre la suya.

—Tengo sed.

La apariencia de Julio era muy seria, y cuando no mostraba ninguna expresión, su rostro parecía cada vez más distante, casi intimidante. No solo tenía una apariencia así, su personalidad también lo era.

Sin embargo, me sorprendió que sabía cuidar de las personas muy bien. Me ayudó a sentarme, me ayudaba beber agua, peló una manzana y la cortó en pequeños pedazos para que pudiera comerla. Incluso la enfermera que vino a revisar mi estado y no pudo evitar bromear.

—Tu novio no parece del tipo cuidadoso, pero mira cómo te cuida.

A pesar de los halagos, la expresión de Julio no cambió para nada. Solo observaba con mucha seguridad mientras yo comía los pedazos de fruta que me había preparado.

El doctor me explicó que mi pérdida de memoria se debía a un coágulo de sangre provocado por el golpe sufrido en la cabeza. Sin embargo, no era nada grave, y en el peor de los casos, me recuperaría en un mes.

Solo sabía que Julio y yo éramos estudiantes de la misma universidad y del mismo programa. Pero había algo raro en la idea de que él fuera mi novio.

Por ejemplo, cuando veíamos una película en la habitación, a veces quería tomar su mano o agacharme a su lado.

Pero la primera vez que me apoyé en su hombro, sentí que todo su cuerpo se ponía fuerte cada vez que me rescotaba a su lado, como si no estuviera acostumbrado.

Levanté la vista y vi que sus orejas estaban completamente rojas, como si las hubieran sumergido en agua caliente.

—Julio, ¿cuánto tiempo llevamos juntos?

Se quedó completamente inmóvil por un segundo ante de responder con voz tranquila: —Tres años.

Me sentí confundida.

Si ya llevábamos tres años juntos, ¿por qué se ponía tan nervioso cada vez que lo tomaba de la mano?

Una semana después de haber despertado, el hombre que se hacía llamar mi vecino y compañero de cuarto de Julio apareció nuevamente en mi habitación.

Para ese momento, el doctor ya me había dicho que podía ser dada de alta, y Julio estaba ocupado empacando todas mis cosas, algo que también había traído cuando ingresé al hospital.

Cuando Bruno entró, yo estaba abrazando el brazo de Julio, yo lo miraba mientras trabajaba.

—Julio, ¿nos hemos mudado juntos o aún vivimos en el dormitorio?

—¿Qué te parece si nos mudamos? Podríamos alquilar un piso cerca de la universidad. Hace unos días dijiste que ya no te gustaba vivir en el dormitorio.

Con una expresión resignada, Julio siguió alistando todo mientras yo, lo molestaba.

—Hablemos de eso luego.

Me sentí insatisfecha, así que decidí jugar con él. Recordé cómo siempre se ponía nervioso, con las orejas rojas, así que rodeé su cuello y le planté un beso en la mejilla.

—Vamos, decídelo en estos días, ¿sí?

—¡¿Qué están haciendo?!

Justo en ese momento, Bruno interrumpió en la habitación con ira.
Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP