Narra Carolina
Después de ese beso tan intenso y tan apasionado que puso en peligro mi estabilidad emocional, Ramiro se separó un poco de mí para tomar aire y para mirarme fijamente a los ojos hasta que los míos le devolvieron la mirada, muy a pesar de lo nervios que ya me encontraba.
–No sabía que las mexicanas besaran tan bien Carolina, gracias por permitirme hacer eso. Sé que de dónde vienes las culturas son diferentes, la gente no es tan libre, por eso me haces sentir afortunado, porque pude robarte un beso.
–Relájate Ramiro que no me has robado nada, yo te he querido besar y no pasa nada con eso. Sé que los mexicanos no son así pero yo soy yo y no me parezco a nadie que hayas conocido antes, así que sólo te puedo decir conóceme.–Por supuesto que eso es lo que quiero, poder conocerte. Quiero que me cuentes algo de ti, algo que no te seNarra Víctor ManuelMe sentía fatal, mirando a Carolina compartir con ese maldito tipo ahí sentados cómo cualquier pareja, riendo y compartiendo. No podía concebir que ella tan pronto pudiera haberme olvidado. Eso no era lógico, no era racional, era totalmente inconcebible. Tenía que controlarme, si estaba asistiendo a terapia debía servirme de algo, pensé para mis adentros. Pasé por alto dicha escena y me seguí caminando tomando un atajo por otra calle, cuando de pronto comencé a sentir algo que nunca antes había sentido… Una opresión en el pecho, visión borrosa y distorsionada, sudoración excesiva y palpitaciones. Tuve miedo de que me diera un infarto ahí mismo, entonces volví andando al consultorio de Antonia caminando lo más rápido que pude. Esperaba que aún se encontrara en su consultorio, de lo contrario nadie podr&iac
Narra Víctor ManuelEstaba desesperado, pues después de varios intentos de llamar al cliente no lograba contactarlo por ningún lado. Bajé con Yolanda y decidí que tomáramos un trago ante esa estresante situación, con la esperanza puesta en que el cliente en algún momento me tendría que contestar. Estábamos sentados en el sillón de mi sala Yolanda y yo sin decir palabra, sabiendo lo que significaba la situación en la que estábamos, hasta que decidí romper el silencio.–Yolanda. Creo sinceramente que debemos mantener la fe en que el cliente mismo nos llamará, ya le he dejado varios mensajes en el buzón de voz – Manifesté queriendo animar a mi amiga.–Lo dices muy fácil Víctor Manuel, la verdad es que tú no te imaginas la presión que estoy sintiendo de saber que puedo perder mi trabajo
Narra CarolinaMientras íbamos de camino al lugar dónde haríamos la sesión, pasaban por mi mente demasiadas cosas entre ellas que quizás Víctor Manuel, al estar soltero de nuevo andaría con innumerables mujeres, no quería ni pensarlo pero era una posibilidad después de todo siempre había sido un rompecorazones. Dejé de pensar en eso y nos pusimos a escuchar música, para quitar ese ambiente de funeral en el que estábamos inmersos debido a tanto silencio. Eso aligeró la tensión y pronto nos encontramos llegando al lugar dónde se haría la sesión. Víctor Manuel se adelantó para ir a hablar con el cliente quién ya nos esperaba en el lugar. Mientras tanto Yolanda, Sebastián y yo, nos pusimos a acomodar el equipo para llevar a cabo la sesión. Cómo era obvio, Sebastián como mejor amigo chismoso que
Narra CarolinaTraté de ignorar el hecho de que Víctor Manuel estaba ahí. Así que seguí caminando con Ramiro cómo si nada pasara. Compartíamos, bebíamos vino mientras observábamos todos los cuadros y las fotografías que conformaban la exposición. Yo trataba de no perder de vista a Sebastián pues no quería por ningún motivo que nos cruzáramos con Víctor Manuel y con esa mujer. Después de un rato en el recorrido, nos salimos a fumar un cigarro afuera de la galería Ramiro y yo.–Carolina, no te veo muy emocionada ¿Quieres que nos vayamos a otro lugar?, te noto un poco incómoda.–Ramiro, sí lo estoy. La verdad es que he visto aquí mismo a una persona que no es agradable para mí y preferiría en realidad que nos fuéramos – Dije siendo muy sincera.–Est&aac
Narra Víctor ManuelPara colmo de mis males, mientras Carolina tomaba un café con nosotros, la chica que estaba arriba en la recámara de Sebastián se le ocurre bajar envuelta sólo en una sábana y preguntando por su ropa y por mí, lo que provocó que Carolina se terminara de golpe su café y saliera furiosa a la calle. Yo me quedé por segundos parado cómo un tonto hasta que Sebastián me hizo una señal de que saliera a hablar con ella, eso hice y para mi buena suerte aún no se iba.–Carolina. Por favor, no te vayas así – Pedí desesperado – Te aseguro que lo que acabas de ver tiene una explicación.–Sí la tiene o no, déjame decirte Víctor Manuel que no me interesa escucharla. Ni te esfuerces en decir nada, vuelve adentro con tu invitada. Tú y yo no somos nada, te lo recuerdo as&iac
Narra Víctor ManuelNos alistamos Sebastián y yo, bien entrada la tarde para después pasar a recoger a Yolanda, ya que ella no quiso dignarse en ir a casa de los tíos de Sebastián pues el club swinger quedaba más cerca de la casa de ella. Cumplimos su capricho y llegamos por ella, que iba vestida con bastante extravagancia, pero eso gusta mucho en el club según sé por comentarios de mis amigos que acuden a esos sitios. Llegando al club, dejamos el auto en el estacionamiento y muy decididos entramos, nos colocaron en el brazo a cada uno un brazalete que nos daba acceso a reservados y a eventos públicos del club, así cómo ya era obvio a la barra libre. Nos sentamos en una mesa, pedimos nuestra primera ronda de bebidas, para brindar mientras mirábamos el catálogo de opciones a nuestro alrededor.–Bien chicos, ¿Qué les parece lo que van viendo? – Quiso
Narra Víctor ManuelAl día siguiente siendo domingo, me pregunté dónde habíamos amanecido pues no era definitivamente mi casa, lo único que me tranquilizó fue ver ahí a Sebastián, en calidad de bulto pero al menos no estaba sólo. Exploré un poco la estancia en dónde me encontraba, cuando ví a chicas desnudas en diferentes lugares de la estancia. Me asomé por la ventana y me di cuenta que estábamos en un lugar a las afueras de Madrid, desde dónde se veía muy pequeña la ciudad.Estaba estresado y cansado, con una resaca increíble, tanto que poco me importó tomar un vaso con agua de la cocina de esa casa desconocida en la que nos encontrábamos Sebastián y yo. Pasó un rato y Sebastián por fin volvió a la vida. Se levantó y me siguió a la cocina.–Buenos días ami
Narra CarolinaEra domingo por la noche y Ramiro y yo estábamos felices después de esos hermosos días juntos en Segovia. Me sentía relajada y tranquila de haber podido pasar un fin de semana maravilloso sintiéndome querida y feliz. Pensaba muchas cosas mientras disfrutábamos de una hermosa cena juntos, pues se nos hizo de noche recorriendo la ciudad, por lo que ambos acordamos volver el lunes temprano para no correr riesgos innecesarios por viajar en la noche. Estábamos sentados en la sala de nuestra habitación cuando ví un mensaje de Sebastián dónde me pedía llamarle urgente, lo cual me alarmó de sobremanera y entonces decidí disculparme con Ramiro y llamar a Sebastián.–Hola Sebastián. Ahora sí dime, ¿Cuál es la urgencia?, ¿Estás bien? – Pregunté alarmada.–Caro es que ha pasado