Me dio un segundo nocaut, vaya Bodoque, sí sabia dar golpes, jugando con mis promesas.—Convertirme en un vago, drogadicto, sin sueños, eso versus el bullying por ser gorda y aspirar solo a ser la hermana de los hombres a mi alrededor porque, ¡pobrecita!, es tan tierna, solo inspira a que sea nuestra hermanita.—¿Te dolió lo que te dijo, Lucas? —No me miró y sentí más rabia.—Dylan, como diría el abuelo, cógelo como una experiencia. Si me vuelvo a enterar, escuchar un rumor, un chisme en donde volviste a una fiesta de esas, voy a hacer lo mismo y no te lo voy a decir. Solo lo sabrás cuando mis padres pongan el grito en el cielo y quien sabe qué me pase. Muy seguro te lo agradecerán a ti.El problema cuando sabes que una persona cumple sus palabras es cuando te deja dos opciones.» Sabes muy bien que lo haré. Si en algo te importa nuestra amistad piénsatelo dos veces, ya perdiste un amigo, por cierto, nos espera para regresar. No me pierdas a mí.—No me entiendes —dije entre diente.—¿
Mi mamá me está volviendo loca con el cuento de los quince años, desde la llegada a Montería solo se dedicó a organizar dicho evento, faltaban mes y medio para tener mis anhelados quince, pero quiso adelantarlo, dado que en Atlanta no soy tan amiguera, salvo mis dos chicos maravillas; Dylan y Lucas. Los cuales estaban macancudos. Ellos crecieron como palo de coco mientras yo lo hice para los lados, a mí no me estiraron, a mí me inflaron. Tenemos un mes en la hermosa tierra de Montería, ahora Lucas también nos acompañó, él no sabía nada de español, como dice mi mejor amigo, «Y menos aprender el español cordobés», nosotros somos sus traductores. Todo por la fiesta a realizar por mis padres el fin de semana, y no veía la hora que termine tal tortura, para irme a la finca. Nos encontramos en el patio de la casa con un coreógrafo ensayando seis canciones, algo que ¡YA NO SE USA!, pero a mi linda madre no había quien la hiciera cambiar de idea. Hacía antaño se usaban las cortes de quincea
Dylan ayudó al profesor a levantarse, y por más que traté de que no me afectara, muy en el fondo fue imposible.—Ahora, ¿si se da cuenta?—Ese paso lo quitamos.Se echaba fresco. Por un momento crucé mirada con Dylan y se puso serio al verme, le sonreí, pero a ¿quién le estoy mintiendo? Si no estuviera gorda no pasaría estas vainas. Mi mamá también se percató de mi sonrisa fingida.—Continuemos.Intervino mi amigo, mis amigos me quieren, ellos no se burlaron por malas personas, entiendo, con cualquiera lo habría hecho. Ni en una película de comedia quedaría tan bien la escena, en este caso tengo dos opciones, o me pongo a llorar o me pongo a reír y no era partidaria de llorar. Suficiente con ser gorda para que ahora sea llorona.¡Pues no!, lloro por dentro, por fuera me hago bullying yo misma. Como dice el hermoso padre que la vida me otorgó. Era tan bonita que se demuestra en mi peso. Si papá quien era mi héroe me amaba, el mundo también deberá hacerlo. El pobre hombre se sentó desp
Lo cierto era que la pobre Lorena y Cristina, quienes se habían besado con él y se enojaron entre ellas. Suspiraban por un hombre que sin duda ya era un mujeriego empedernido. En fin, después de todo la estaba pasando muy bien, no había dejado de sonreír todo el tiempo. Mi papá y mi abuelo por momentos se quedaban mirándome. Cuando terminamos de bailar fui por algo de tomar, estaba derretía por el calor, la fiesta fue en la casa, además la terraza era inmensa. Al regresar vi a los tres hombres sentados en una de las mesas tomando un trago, mamá llegó a mi lado. —Se ven lindos, como si Dylan fuera el hijo y el nieto. —Lo es de corazón, mamá. Me cuida como su hermanita menor. Como decimos en Montería, la fiesta estuvo buena porque subí al cuarto cuando cantó la Chamaría, el pájaro que canta en las madrugadas. Las últimas dos horas hasta ranchera escucharon. Los osados se quedaron perniciando. Cuando me acosté los hombres de la familia, junto a mis amigos se quedaron escuchando valle
Había pasado un año. Teníamos un mes y medio de haber regresado de Montería, como siempre las vacaciones de verano las había pasado en esa bella ciudad. Volvimos a viajar los tres, Lucas se sumó al paseo y por lo visto los venideros también.En un par de semanas cumplo los dieciocho. Ya no tendré que llevar firmado el permiso por parte de mi abuela para poder trabajar en los bares. Los tres administradores quedaron contentos por nuestra manera de interpretar las canciones. En uno de los bares había un piano en el cual tocamos un rock and roll, en otro un rock y por último una balada.Todos querían nuestra presentación, por eso quedamos en tocar cuatro días seguidos por semana en cada bar y la última semana la dejamos para nuestras presentaciones en eventos familiares donde nos contrataran.En un principio tuvimos un inconveniente por la edad de Lucían y la mía, éramos los únicos menores de edad. Lucas y Ricky ya habían cumplido los dieciocho. Mi abuela y los padres de Lucían hablaron
Parecía algo molesta. ¿Qué le habrá pasado? Su pregunta estaba cargada de un dejo extraño. —¡Qué no tengo novia! —Ajá. Compramos tres boletas y la comida, fue un espectáculo ver el rostro emocionado de Bodoque cuando le dijimos; «pide lo que quisiera», sin restricción. Entre Lucas y yo pagamos todo. —Catalina, ¿puedes comerte todo eso? Le preguntó Lucas, él nunca había venido a cine con ella, desconocía lo mucho que comía. —Puede con más, según ella se encuentra a dieta, por eso no pidió la doble porción de queso Chédar. —Si van a restregarme lo que pagaron, les digo que me importa un bledo. —sonreímos. —No es queja, además podemos costearle un gusto a nuestra manager. —volvió a reír. —Chicos, voy a estudiar relaciones públicas, también me gusta la danza, pero con este cuerpo esbelto… —Nos reímos—. Les juro que los lanzaré al estrellato, espero nunca se separen, así dejen de ser los Absurdos, sean siempre amigos. Porque Dylan será solista. —Cata, yo quiero estudiar medicina,
Estaba nerviosa, iré a mi primera fiesta, el mismo Samir me había invitado, pero no quise hacerme ilusiones porque el señor Luis era jodido en ese tema. —¡Oh, Cata! Como siempre el grito de mamá desde la cocina. Tenía mucha ropa en la cama y no sabía qué ponerme. —¡Ya voy! Necesitaba pedirle ayuda. Cuando llegué a la cocina, mi mamita me pasó el teléfono. —Hola, princesa. Sonreí, mi papá era el causante de que a mí me resbalaran los apodos o los malos comentarios, esos que a diario recibía en el colegio. Aunque también Dylan era de mucha ayuda. Sin embargo, mis padres, en especial él, era el gestor de demostrarle a la gente que valgo lo que reflejaba mi peso. —Hola, papito, ¿cómo va el problema en la planta? —Ahí se van solucionando cielo, tu mamá me comentó lo de tu fiesta hoy. —Sí. —¿Irá a decir que no? —En un rato llamo a Dylan, necesito darle las recomendaciones. —¿No me vas a prohibir la salida? —Ya tienes dieciséis años preciosa, además va Dylan, Lucas, Ricky y Lucían
Lucas no volvió, me quedé en el mismo lugar, nadie se acercó. Pasó más de media hora, solo era consciente de que mis compañeros me miraban y se reían. Obvio, era un repollo tirado en una esquina. Tenía mi autoestima en alto, pero cualquiera en tal situación también se habría achicopalado.Poco a poco la gente ingresaba a la casa y ellos no regresaron. Lucían y Ricky al verme desde lejos saludaron, caminaron hacia mí, pero fueron interceptados, se entretuvieron con las chicas. Quedé sola, el corazón comenzó a hincharse y espicharse, mi piel se erizó bastante.No tengo nada más que hacer aquí, no era un lugar para mí. Con el mayor sigilo, tratando de que no me vieran… —¡Tonta, nadie me está viendo!— Aunque suene irónico, mis compañeros por primera vez me hicieron sentir invisible.En el interior observé a Lucas sonriendo feliz con varios compañeros, Lucían se besaba con una chica, Ricky hablaba con dos muchachas muy bonitas enfundadas en sus minifaldas y Dylan… No tenía idea en donde se