El señor del taxi no sabía que hacer, solo esperó a que me calmara un poco. No me podían quitar a mi hija, Cadie es parte de mi vida.—Joven, respire, tome el control de lo que le esté pasando. No tengo problema en esperar a que se calme, se ve muy alterado. Sin embargo, todo tiene solución, muchacho. Unas cosas pueden ser complicadas otras no.El señor no tenía idea del daño causad, juro que quería desaparecer del planeta. En ese momento llegó una llamada, y era Betty. El corazón casi se me detiene.—¡Betty!—¿Papi? —¡Ay, Dios!—¿Cadie? —La niña comenzó a llorar y yo igual—. Mi cielo no llores.—Mi mamá no sabe que te estoy llamando, hace poco se acostó, hoy fue la fiesta del grado de tía Cata.—¿Y qué haces despierta, cielo?—Papi… ¿Por qué me quitaste tu apellido? —El labio me tembló, que le respondes a una niña que sufre por las estupideces de los supuestos adultos—. ¿Tú quieres seguir siendo mi papá? —No creo que exista alguien en la vida más miserable que yo.—Mi amor, siempr
Solo fui consciente del desgarro de su voz y como ese mini cuerpecito rubio corría desesperada hacia mí. Al abrazarla la niña solo lloraba, en silencio yo también lo hacía, mientras me aferraba a ella, por fin volví a casa.Malditas estupideces las que me hicieron perder el rumbo. Al abrir los ojos vi cómo Betty daba media vuelta y se dirigía al interior de la gran casa, mis padres caminaban en mi dirección, Catalina, la señora Samanta, la abuela Rochi, la señora María y Paola lloraban. Cadie no me soltaba, mi hija se había aferrado a mí como si temiera que me fuera de nuevo, el problema era que ahora no podía decirle nada por qué no me iba a creer, debía reconstruir tantas cosas.—Hijo… Perdóname mi amor.—Tranquila mamá, el único culpable, aquí soy yo.—Dijiste algo sensato. —Papá me puso una mano en el hombro.—¿Viniste a hacer más cacorradas o ahora si vas a amarrarte bien los pantalones? —ese era el abuelo.—¡Creo que vas a necesitar buena cabuya!, porque el cinturón se te va a p
Ricky se quedó callado por un momento.—Debo hablar con ella y si amor, arreglaremos ese tema, ahora duerme.—No se te olvide. Mi mamá es muy misteriosa, se calla cuando llego, te voy a contar un secreto que mi mamá le dijo a tía Cata… —Era momento de interrumpir.—Hija…Ricky se levantó, seguía mirándome extraño y con ello me refiero a que parece estar esperando un regaño, un grito o un insulto. Lo miré.» ¿Me puedes dejar sola?—Siempre me han dado las buenas noches los dos.—Cadie, Ricky y yo no vamos a volver, seremos unos padres que criarán a dos hijos, hasta ahí llegará nuestra relación.No me atreví a mirarlo, si lo hacía se dará cuenta de que dolió lo dicho. Cadie me dio la espalda.—Betty…—Contigo hablo mañana, por favor.Tenía las manos empuñadas, se cruzó de brazos. Lo vi afirmar, le dio un beso en la frente a la niña y salió.» Cadie.—Ya me dormí mami. —me partió el alma verla así.—Hija, hay cosas que…—No entiendo si lloras casi todos los días con mis abuelas o mis tía
Amanecer con los sonidos típicos del campo cada día me gusta más. Esta mañana me levanté con el canto del gallo, Zuleima se despierta muy temprano, cuando bajé a ordeñar las vacas. Como dice el abuelo, ¿si tienes una finca y no ordeñas tú mismo las vacas, pa’ qué carajo tienes vacas? Si no ordeñas al menos levántate con los trabajadores y muéstrale respeto. Cata se quedó dormida, tenía una semana de dormir mucho y eso era por mi hijo o hija, como quisiera compartir la felicidad con mi Bodoque. Zule nos trajo el café a los corrales, yo había terminado de ordeñar mis vacas, las otras las hacía el marido de nuestra jefe de ayuda doméstica, como le dice Cata a Zule, una prima de Mayo, sobrina de la ilustre Chila. Su esposo Rigoberto, quien era el capataz de la Arbolada. Después de compartir el café con los trabajadores que consta por ahora de ellos, dos ayudantes más, uno para la finca y la muchacha más joven ayudaba en la casa. Decidimos quedarnos viviendo en la finca hasta que nos ent
El pobre abuelo estaba pálido, creo que si le dio lo que dijo de solo imaginar lo que pudo pasarle a mi suegra.—Lo siento abuelo, pero todo está bien. Ahora me llevo a esta preciosura con sus padres.Una vez Lucas ingresó, Catalina me abrazó fuerte. Besé su frente, sé lo mucho que duele perder a ese ser tan importante en la vida. A las horas nos encontrábamos toda la familia en una habitación de lujo. Cadie y José Luis no dejaba de ver a su nueva amiguita.El abuelo abrazó a Rafael antes que a su hija y le agradeció el haberse percatado del peligro. Era evidente que la vida de él era su Sabanera, lo comprendo a la perfección, yo no viviría sin mi Bodoque.Ya en la noche nos fuimos a la casa de Rafa en Montería, había una revolución en el interior de la casa, todas las mujeres cargan a la bebé, para saber que dentro de cuatro meses nacería el hijo de Betty. Y en unos casi ocho nacerá el nuestro.Mañana volvemos a la Arbolada. Pao y Lucían se quedaron en la casa de los papás de ella. M
Me gusta en el fondo cuando Dylan demuestra lo celoso que era.—Lo que hace daño sin una justificación solo por el hecho de herir, se deja, se desecha, si nosotros terminamos y el motivo de la ruptura lo catalogo en mi rango de imperdonable, lo sano es sacudirse, y suerte es que te digo.» Sin rencores en mi caso. Cuando pase el tiempo prudente para sanar el corazón vuelvo a confirmarlo, me lanzo a buscar nuevos horizontes. —Dylan me insultó con la mirada y sonreí—. ¿Qué? Yo te adoro mi amor, pero si te las embarras adiós, en alguna parte debe estar el hombre que sea para mi talla. Pórtate bien, puedo llorar un rato la perdida de tu pipi, pero no eres el único que tiene.Ahora si se le desencajó la mandíbula, Betty soltó una carcajada, en ese momento llegó Lucas y Ricky, cada uno arrestó una mecedora para recibir el escaso fresco de la noche.—¿Cuál es el chiste? —preguntó Lucas.—¡Lo que anda diciendo está descarada! Ni muerto Catalina, ni muerto. Para tu información Bodoque mi pipi
Estaba tan feliz. Fue como si me hubieran quitado un peso del alma.—Gracias por no dejarme cometer la locura de quitarle el apellido a Cadie.—Rafa fue el maestro, pero en ese caso primaban dos razones importantes. Una la niña y dos tú debías aprender que con enojo no se soluciona nada. Ya estaba bipolar con el tema, Rafael no. Jamás estuvo de acuerdo. —Gracias, mamá… —Se tapó la boca—. ¿Te puedo pedir un consejo?—Ay, hija, los que quieras.—¿Qué hago con Ricky?Me miró de la misma manera que lo hacía con Catalina cuando le pedía consejos, yo me abstenía, porque en el fondo sentía no merecerlos. Me limpié la nariz, ella me pasó un pañito.—Dime que sientes.—Lo amo y me duele su desconfianza, aunque es justificada por mis errores. No quiero ser de otro hombre, solo de él, pero quiero tener esa complicidad vista en los abuelos, con ustedes, como Cata y Dylan. No quiero perderlo, quiero tener una bella relación. Yo lo entiendo, yo le hice mucho daño, sin embargo, sus palabras me car
Todas mis maletas las envié directo a Brasil, me quedé con la pequeña que tenía en este momento en el taxi de camino a la dirección del remitente en las cartas de Lucas. Espero se encuentre, de lo contrario me tocará esperar hasta su regreso. El taxi se detuvo al frente de un edificio.Antes de bajar vi que Camila salía de la recepción y estaba enojada. ¡Maldita sabandija! De esas mujeres se puede esperar cualquier cosa. ¡Lo que la tal Rosa le hizo a Betty no tenía nombre! Bellacas e’mierda. Pues le pondré los puntos sobre las ies a esta sanguijuela.¡Lucas era mío!, si estaba enojada fue porque la mandó a freír espárragos, creo en todo lo escrito en las cartas. —Salí del carro, arrastré la maleta, llegué hasta donde quien se limpiaba las lágrimas.—Camila, ¿cómo estás?Como diría la señora Samanta, ante la mujer que quiere robarse a tu marido, pórtate como toda una dama, así en tu mente ya la tengas despellejada.—¡¿Tú qué haces aquí?!—Tengo todo el derecho de visitar a mi prometido