—Por hoy sí. Solo necesitaba eso, seguirá castigándome cada vez que se acuerde, pero me permitirá quedarme a su lado curándola como antes. Mis piernas se movieron, me dirigí con ella en brazos hasta el cuarto, no había puesto resistencia y no hemos dejado de mirarnos. El corazón se me quería salir. Volvió a estar en mis brazos, volví a besar su cuerpo, volvió a temblar en mis manos, volví a fundirme dentro de ella y volví a escucharla gemir. Decir mi nombre, no nos detuvimos hasta que nos absorbió el éxtasis, seguía aún en su interior, no quería salir de su cálido vientre. Todo fue tan rápido que solo pude pensar en el preservativo. —Espero que el segundo raund duremos más. Sonrió, salí de su interior y retiré el preservativo. Lo amarré y lo boté en la caneca de basura, mañana debo botar eso, me acosté y se aferró a mi cuerpo. » Cecilia, no te estás cuidando, ¿cierto? —Mi última vez fue contigo. —Eso se sintió tan condenadamente bien—. ¿Tú has estado con muchas? —Después de Cami
Comenzó a jugar con mi mano, la apretaba, estaba nervioso, lo conozco.—¿Qué pasa?—Nada, me gustaría ir en caballo, pero tú no puedes.—¡Ya me quitaron la incapacidad!—Caballo aún ¡no! —con esa mirada de picardía se me acercó—. No cabalgues sobre esa montura.Le di un puño en el brazo y soltó la carcajada, llegamos hasta mi carro y me abrió la puerta del copiloto. Diez minutos después quitábamos el portillo para ingresar en lo que Dylan dijo que era el área de la finca, pero desde hace unos cinco minutos ya eran tierra de él, aunque utilizó la palabra «nuestras».La casa era grande, hicimos un recorrido por todo el lugar, siete cuartos sin contar con los dos para las trabajadoras de la finca, cinco baños, la habitación principal era inmensa, dos salas una para los muebles y la otra para las mecedoras, el comedor, la cocina inmensa con espacio para meter otro comedor, balcón, a un lado quedaba el lugar de los cuartos para tener todo lo que se necesita en las fincas.Había un lugar do
Catalina anda súper sensible, cree que no me di cuenta, en mañana se encerró en el baño, apenas llegamos y lloró. Lucas estaba con el abuelo y Lucían montando caballo. Ricky estaba jugando con Cadie, hoy era viernes, el domingo se iban mis amigos.Rafael y la señora Samanta llegaron con José Luis, el niño apenas me vio, estiró los brazos para que lo cargara. Le di un beso en el cachete a mi cuñadito.—Hola, hijo. —mi suegra me dio un beso en la frente—. Hoy no nos quedamos aquí, estaremos en la Sabanera, de hecho, vinimos a que pasen la noche hoy allá.—Hay que inaugurarla. —dije.—Eso me gusta yerno.Saludé a Rafael. Desde ayer que escuché el conjunto ellos cantaron una canción que me gustó mucho, no era para la serenata de Lucas, era para la mía. Le diré al abuelo que los llame de nuevo, los contrataré.—¿Parranda Vallenata?—¡Ombe! Eso suena a mi papá. —sonreí, ante el comentario de la señora Samanta.—Quiero dedicarle una canción a mi Bodoque. —A ella le brillaron los ojos.—¿Las
La hacienda de mi mamá era preciosa, Dylan salió con Rafael desde hace rato, fueron a comprar unas cosas para el asado, Betty desde el almuerzo estaba muy pensativa, tanto que estaba a nada de soltar el llanto en cualquier momento. Ricky hablaba con Lucían y Lucas, ese era otro que parece querer salir corriendo.¡Ay Dios!, cada quien maneja sus propios problemas. Los que estaba en su mundo feliz eran José Luis y Cadie, mis pelaítos pelean, se abrazan, se halan el pelo, vuelven a jugar, uno le arrastra la muñeca, la otra le patea el carro, era un espectáculo ver a mi princesa y a mi pingüino. Miré a mi amiga.—¿Algo por contar?—Mucho en realidad.Chila se vino con nosotros a ayudarnos en la Sabanera, habían matado un puerco y ella se adueñó de la preparación de los chicharrones, la señora María se encargó de hacer las salsas, a ella le quedan deliciosas y como ya sabe que a los colombianos no nos gusta tan picante por eso modera el tema.Lo cierto era que le quedaban para chuparse los
Debíamos levantarnos, anoche llegamos a Montería. Ricky, Lucas y Lucían se iban hoy, aún no había salido el sol, pero debía estar a las ocho en el aeropuerto, comencé a besarlo en el pecho, cuello y apenas toqué, sus labios él los devoró. Tenía miedo que se fuera, era como un mal presagio.Pero debía ser el miedo a perderlo, comenzamos a tocarnos y en cuestión de segundos Ricky se fundía en mi interior, en los días no nos bastaron para amarnos, amada por él, me sentía plena, besó mi cuello y lo sentí aspirar mi aroma.—No estés triste, en tres semanas estaré de regreso y ya no nos separaremos más.—¿Me lo prometes? —Se puso a un lado, me abrazó.—Vendré con mis papás, la pasaremos rico, si Rosa se encuentra embarazada, responderé de manera económica y me cercioraré para que se haga una ecografía conmigo presente. —Eso en sí, no es lo que me preocupa.—Nunca la he amado, la quise y en algún momento dejé de hacerlo, nuestros encuentros sexuales disminuyeron desde hace mucho. Te amo a
El vómito sin dudas lo detuvo el medicamento suministrado por Lucas. Llegamos sin ningún problema a Atlanta, era muy de noche, pero, aun así, le mandé un mensaje a Betty informándole que ya había aterrizado y buscábamos las maletas. «Amor llegué bien, apenas esté en el apartamento, te llamo. Te extraño.»«Yo te extraño más, las dos te extrañamos un montón.»Me envió una foto de ella con Cadie durmiendo a su lado y sonreí, vuelvo a estar como un idiota enamorado, aunque siempre lo he estado. Escuché el audio de mi hija. Reparé de nuevo en la foto de las dos, lo que me fascinaba era ver la Betty que siempre sabía que era. La versión de mujer madura, responsable me tenía jodido.—Creo que hasta aquí llegamos juntos amigos.Comentó Lucían, nos despedimos y fue el primero en tomar un taxi.—Vámonos juntos Ricky, quiero hablar contigo.—Claro. —subimos al taxi, mi apartamento queda antes al de Lucas—. Dime.—Ya te había dicho que había visto a Rosa en la facultad de medicina, perdona el qu
Tenía mucha ira, no quise ver más esa imagen, cerré mis ojos por un momento Respiré profundo, si son reales son de hace más de seis años o era un montaje. De todas maneras, lo verificaré para ver si son reales, pero Rosa ante mí se mostró como era, como mi madre, Catalina, Cecilia y Paola me habían dicho. Caminé con paso firme y directo al televisor, quité la memoria, me quedé con ella.—Amor…—Arréglate. —dije—. Tenemos una cita con el ginecólogo.No tenía idea de donde salía mi actitud, no iba a pensar mal de Betty, no hasta comprobar que sean reales o que sean videos viejos. De hecho, ese era el trabajo clandestino del padre de Vicky.A Betty una vez la salvé, pero no siempre estuve ahí para ayudarle, pudo ser forzada o drogada. Ahora solo me importaba deshacerme de Rosa del todo, no quería tener a esta mujer cerca, ojalá no se encuentre embarazada.—Por supuesto.—Prepárate, de una vez vamos a practicarle el examen de ADN.Camila miró con temor a su prima, esta se puso pálida, alg
Habían pasado dos semanas desde qué nuestros amigos se fueron y en las que mi felicidad no podía ser más. Decidimos no comprar casa, sino construirla a nuestro gusto. Dylan me dejó a mí toda la tarea, él solo opinaba, pero la decisión era solo mía. Eso nos tardaría casi un año en construirla.Por eso empezamos a amoblar la finca, él tomó un gran cuarto para hacer su estudio de música. Mi monito pasaba en lo suyo y yo en lo mío. En una semana viajaremos a Estados Unidos.Desde hace diez días vivíamos Dylan y yo en la finca con la señora María. La hemos pasado felices sembrando los infinitos árboles que había escogido. ¡En unos años el lugar será divino! Por otro lado, mi estómago se estaba inflando, eso solo traducía una cosa, sangre…Ingresé a la casa, la señora María se había quedado sembrando, Dylan tenía en brazos a José Luis.—Mira lo que nos dejaron al cuidado.Mi monito se veía tan bello con un bebé en brazos, mi hermanito quedaba tan pequeño en semejante hombrote.—¿Y mamá?—Di